martes, 11 de octubre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

2014 Martes 28 de tiempo ordinario

Gálatas 5, 1-6



REFLEXIÓN

Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado.

Por tanto, manteneos firmes, y no os sometáis de nuevo al yugo de la esclavitud.

Cuál es el sentido que nuestra fe- en contexto actual -asigna a la libertad, como don del Cristo?

Desde la Palabra parece aportarse ante todo un sentido de don: libertad merecida por Cristo, liberación ganada por Jesús para todos.

Por lo tanto es un don, un carisma del Espíritu de Jesús resucitado.

Pero no es un don asegurado para siempre, exigible siempre, garantizado para nuestro sentido propio de libertad.

Porque Pablo advierte que no caigamos en nueva esclavitud.

Parece que darse un choque o confrontación radical de sentidos de libertad y objetivos de liberación.

El mundo de la ley, la estructura de orden humana que llamamos cultura, aspira a salvaguardar una libertad, aunque sea para una élite.

El don de Jesucristo pretende ganar nuestra fe para una libertad radical, absoluta, en la que cualquier otro género de esclavitud es superado y abolido.

Una y otra pudieran estar en relación, en un proceso de liberación de cualquier ley, estructura o cultura, hacia una libertad como don para la fe, que se mantenga libre de cualquier nueva esclavitud.

Por eso todo proceso de liberación no irá muy lejos en el camino del don de Jesucristo, sino es autocrítico de su propia trampa de esclavitud.

Los que buscáis la justificación por la ley habéis roto con Cristo, habéis caído fuera del ámbito de la gracia

La justificación es un sentido, enfoque y estilo de vida, una cosmovisión, cosmoaudición, cosmorelación cuyo factor vinculante es la creencia Trascendente.

Es vivir con un significado de aprobación, que se vale la pena, una suerte de autoestima integral y holística.

Como un campo de fuerzas en perfecto equilibrio dinámico.

Ponerlo en La ley como en cualquier estructura es un modo, incluso alternativo para quien no descansa en ello como fundamento.

Vivirlo en la gratuidad del amor de Cristo (gracia) es superior, como acción de gracias permanente en medio de los altibajos de la existencia.

Salmo responsorial: 118




REFLEXIÓN

Andaré por un camino ancho, / buscando tus decretos

Buscar la voluntad de Otro, aunque sea el Espíritu, es algo estrecho e implica la cruz.

Pero en la obediencia de fe es posible sentirlo como ancho, por la comunión que se da con el Señor.

Lucas 11, 37-41



REFLEXIÓN

"Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades.

El fariseísmo así retratado es el que recoge Pablo más arriba en su ansia de circuncidar a los gentiles.

Trata una conducta universal, no meramente étnica ni de una cultura particular.

Trata de imponer con sentido de liberar: como si el lavado prescrito con minucia, o la circuncisión de los inscritos en el régimen de ley debieran adquirir su libertad solo y exclusivamente a través de esa normativa.

Puesto en esta forma tendríamos que revisar nuestro propio faiseísmo cultural mediante el que pretendemos aportar libertad a otros mediante la imposición de nuestra perspectiva.

Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo

Compartamos desde lo profundo, desde nuestro núcleo menos contaminado para liberarnos de verdad.

Jesús no guarda las formas con quien lo ha invitado. No se inhibe, ni se siente deudor, sino de la libertad de conciencia y la verdad, no para sí y su afirmación, sino para la deconstrucción de un estilo de vida hipócrita.

Dar caridad desde lo profundo.Buscar un orden más equitativo y justo para los más pobres.

Una forma actual de cumplir con la limosna, término también degradado.

Desde dentro implica con más coherencia y sinceridad.

Si puedo cambiar las cosas no me puedo conformar con una limosna, en sentido peyorativo.

Es lo mismo que preocuparse por lo de fuera pero no por lo profundo.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1579802812678299651?s=20&t=O1Z7gfnAZesiwLJaN32ESg

 

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Martes, XXIX semana

San Agustín Carta a Proba 130,11,21-12,22

A nosotros, cuando oramos, nos son necesarias las palabras: ellas nos amonestan y nos descubren lo que debemos pedir; pero lejos de nosotros el pensar que las palabras de nuestra oración sirvan para mostrar a Dios lo que necesitamos o para forzarlo a concedérnoslo. Por tanto, al decir: Santificado sea tu nombre, nos amonestamos a nosotros mismos para que deseemos que deseemos que el nombre del Señor, que siempre es santo en sí mismo, sea también tenido como santo por los hombres, es decir, que no sea nunca despreciado por ellos; lo cual, ciertamente, redunda en bien de los mismos hombres y no en bien de Dios. Y, cuando añadimos: Venga a nosotros tu reino, lo que pedimos es que crezca nuestro deseo de que este reino llegue a nosotros y de que nosotros podamos reinar en él, pues el reino de Dios vendrá ciertamente, lo queramos o no. Cuando decimos: Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, pedimos que el Señor nos otorgue la virtud de la obediencia, para que así cumplamos su voluntad como la cumplen sus ángeles en el cielo. Cuando decimos: El pan nuestro de cada día dánosle hoy, con el hoy queremos significar el tiempo presente, para el cual, al pedir el alimento principal, pedimos ya lo suficiente, pues con la palabra pan significamos todo cuanto necesitamos, incluso el sacramento de los fieles, el cual nos es necesario en esta vida temporal, aunque no sea para alimentarla, sino para conseguir la vida eterna. Cuando decimos: Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, nos obligamos a pensar tanto en lo que pedimos como en lo que debemos hacer, no sea que seamos indignos de alcanzar aquello por lo que oramos. Cuando decimos: No nos dejes caer en la tentación, nos exhortamos a pedir la ayuda de Dios, no sea que, privados de ella, nos sobrevenga la tentación y consintamos ante la seducción o cedamos ante la aflicción. Cuando decimos: Líbranos del mal, recapacitamos que aún no estamos en aquel sumo bien en donde no será posible que nos sobrevenga mal alguno. Y estas últimas palabras de la oración dominical abarcan tanto, que el cristiano, sea cual fuere la tribulación en que se encuentre, tiene en esta petición su modo de gemir, su manera de llorar, las palabras con que empezar su oración, la reflexión en la cual meditar y las expresiones con que terminar dicha oración.

REFLEXIÓN

El Padrenuestro es nuestra oración guía, y toda otra debe contrastarse con ella para verificar el sello del Espíritu Santo, quien mueve nuestras personas a comunicarse con Él. El enfoque nunca podrá ser darle algo al Señor, quien nos la dio para nuestro provecho. Sino más bien que nos urge a poner en funcionamiento los deseos en esta oración contenidos. Y tampoco es un momento en el que valga algo lo que hicimos o hacemos, como méritos que nos ganan su indulgencia, sino verificando cuán lejos estamos de hacer esos deseos peticiones una realidad en nuestras vidas y la de nuestros hermanos.