lunes, 14 de noviembre de 2022

BEATO CARLO



 Del Tratado de san Fulgencio de Ruspe, obispo, Sobre el perdón de los pecados
(Libro 2, 11, 2--12, 1. 3-4: CCL 91 A, 693-695)
 
EL VENCEDOR NO SUFRIRÁ DAÑO DE LA MUERTE SEGUNDA

 

En un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque de la última trompeta, porque resonará y los muertos despertarán incorruptibles y nosotros nos veremos transformados. Al decir «nosotros» enseña Pablo que han de gozar junto con él del don de la transformación futura todos aquellos que, en el tiempo presente, se asemejan a él y a sus compañeros por la comunión con la Iglesia y por una conducta recta. Nos insinúa también el modo de esta transformación cuando dice: Esto corruptible tiene que vestirse de incorrupción, y esto mortal tiene que vestirse de inmortalidad. Pero a esta transformación, objeto de una justa retribución, debe preceder antes otra transformación, que es puro don gratuito.

 La retribución de la transformación futura se promete a los que en la vida presente realicen la transformación del mal al bien.

 La primera transformación gratuita consiste en la justificación, que es una resurrección espiritual, don divino que es una incoación de la transformación perfecta que tendrá lugar en la resurrección de los cuerpos de los justificados, cuya gloria será entonces perfecta, inmutable y para siempre. Esta gloria inmutable y eterna es, en efecto, el objetivo al que tienden, primero, la gracia de la justificación y, después, la transformación gloriosa.

 En esta vida somos transformados por la primera resurrección, que es la iluminación destinada a la conversión; por ella pasamos de la muerte a la vida, del pecado a la justicia, de la incredulidad a la fe, de las malas acciones a una conducta santa. Sobre los que así obran no tiene poder alguno la segunda muerte. De ellos dice el Apocalipsis: Bienaventurado el que toma parte en esta resurrección primera. Sobre ellos no tendrá poder alguno la segunda muerte. Y leemos en el mismo libro: El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda. Así como hay una primera resurrección, que consiste en la conversión del corazón, así hay también una segunda muerte, que consiste en el castigo eterno. Que se apresure, pues, a tomar parte ahora en la primera resurrección el que no quiera ser condenado con el castigo eterno de la segunda muerte. Los que en la vida presente, transformados por el temor de Dios, pasan de mala a buena conducta, pasan de la muerte a la vida y más tarde serán transformados de su humilde condición a una condición gloriosa.


domingo, 13 de noviembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Domingo 33 de tiempo ordinario

Malaquías 3, 19-20ª




REFLEXIÓN

los quemaré el día que ha de venir

Los Profetas mencionaron un castigo, tormento o final para los rebeldes y malvados.

No podemos hoy con el NT y el enfoque permisivo aplicarlo sin sentirnos mal, y lo más que decimos es que ya se da en la historia suficiente sufrimiento para –encima- reservar algo para el final. Que el amor de Dios, quien juzga al humano definitivamente, sabrá aplicar su misericordia, porque mira el fondo de las decisiones humanas, aun las perversas en apariencia o en evidencia.

Pero no se puede recortar ese mensaje fiero, que incluso encuentra espacio en parábolas y el discurso apocalíptico de Jesús, porque nuestro enfoque sea líquido hoy.

Es como si mi criterio subjetivo actual, de la realidad deseada, fuera el único criterio de interpretación, y yo me auto incriminara o auto absolviera basado en mi perspectiva única. Equivale a la autojustificación por mi propia conclusión.

no quedará de ellos ni rama ni raíz

Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas

Subsiste la esperanza de la justificación que viene del Señor, por la fe en su intervención: promesa y cumplimiento pascual.

Más bien en esto debiéramos insistir en nuestro actual mundo nitzcheano. En una misericordia que procede de Alguien, de quien hemos sido creados a imagen y semejanza, no al contrario.

Salmo responsorial: 97



REFLEXIÓN

aplaudan los ríos, aclamen los montes al Señor, que llega para regir la tierra

Qué y por quién nos mueve el Señor a clamar hoy?

llega para regir la tierra

De ese regir, de su dominio esperamos la superación de lo que no sabemos, no podemos o no queremos producir: justicia y fraternidad.

2Tesalonicenses 3, 7-12



REFLEXIÓN

trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie

Es una forma de amor: no ser carga sino cargar lo de otros. Y los hay incontables héroes del silencio, soportando cargas familiares y sociales, con ánimo generoso y sereno.

trabajen con tranquilidad para ganarse el pan

En el principio aparece la labor del trabajo como una obligación fatigosa. Sin embargo la experiencia y la sabiduría humana tradicional encuentran gran parte de la dignidad humana en su ejercicio, porque aun en medio de limitaciones es una construcción de la libertad, incluso en la esclavitud y confinamiento como nos enseñaron algunos creyentes de los campos de concentración.

Lucas 21, 5-19



REFLEXIÓN

Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida

Incluso hay que saber escrutar el verdadero final, que viene de Jesús Hijo de hombre, y no cualquier final, por pavoroso o asombroso que nos aparezca.

Tampoco se trata del final que deseamos a otros incómodos para nuestra existencia y aun injustos. Porque el final de todo es iniciativa del Señor como su acto creador.

os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio

Ya estaba ocurriendo el testimonio de la vida de Pablo, perseguido, torturado y encarcelado.

Estas palabras de Lucas, quien fue su compañero, parecen un retrato biográfico de él.

yo os daré palabras y sabiduría

todos os odiarán por causa mía

Pudo suceder que los seguidores de Jesús no participaban activamente en las conspiraciones y rebeliones contra los ocupadores romanos, en ninguna parte.

No entendían que dar fin al Imperio fuera trabajar por el final que Jesús había prometido en su venida.

Por su visión escatológica de los acontecimientos, nutrida de la resurrección de Jesús de Nazareth, se hacían sospechosos de colaboracionismo, incluso de delatores y cómplices, y eran candidatos a ser ejecutados.

Parecería entonces que no estaban a favor de las causas justas, si no participaban como activistas defensores de la soberanía y autodeterminación de la Jerusalén zelota.

También aquí fue preciso el discernimiento entre lo que es de este mundo y la figura que pasa y el final que conviene al reino de Dios, única fidelidad radical del creyente de la buena nueva.

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