jueves, 17 de noviembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Jueves 33 de tiempo ordinario

Año Par

Apocalipsis 5, 1-10



REFLEXIÓN

a la derecha del que estaba sentado en el trono

vi un rollo escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos.

"¿Quién es digno de abrir el rollo y soltar sus sellos?"

nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el rollo y ver su contenido

Se recoge la impotencia del primer pueblo de la Promesa por la Palabra para alcanzar la salvación mediante un código definitivamente cerrado: la Ley.

Este código era el poder de Dios, porque estaba la derecha del trono, y en cierto momento nadie pudo abrirlo para acceder a la salvación.

Plantea el problema de nuestros hermanos judíos para quienes el rollo es impotente de dar acceso a la salvación y es una vía definitivamente cerrada, a los ojos del vidente del Apocalipsis.

Así ha sido la experiencia del apóstol Juan y del apóstol Pablo en sus misiones evangelizadoras, por encontrar la animadversión de los hermanos judíos y quizá hasta nuestros días en muchos.

Un rabino es inspiración de un teólogo papa para escribir sobre ese rollo sellado y el único capaz de abrirlo. Un rabino que respetuosamente intenta seguir a Jesús en la lectura del evangelio, pero al final discrepa definitivamente porque no puede reconocerle a Jesús ser Hijo de Dios.

Aun para la buena voluntad hay un tope en el acceso a Jesús, que hemos de comprender como de buena fe y dejar en manos del Padre y su infinita sabiduría, la resolución de la salvación de quienes no pueden por el momento aceptar a Jesús como Hijo de Dios.

Sólo que en el afán fraterno de pluralidad los creyentes en Jesús no debemos dejar de lado la afirmación de Jesús como hijo de Dios, aunque busquemos fórmulas de avenimiento. Sería deshonesto negar los topes o límites que hoy por hoy nos separan.

un Cordero en pie; se notaba que lo habían degollado

El Cordero se acercó, y el que estaba sentado en el trono le dio el libro con la mano derecha

Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante él

"Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra."

Jesús, el cordero degollado adquiere el poder delegado de Dios, por la entrega del rollo con mano derecha, por su sangre.

Y cuando se dice sangre no es símbolo sino el núcleo del anuncio evangélico: Jesús crucificado se desangró.

Una objeción para aceptar como sacrificio el gesto de Jesús, es que los sacrificios se asocian a divinidades crueles que se satisfacen con sangre, y mantienen el prejuicio que para ser un creyente hay que sacrificarse y satisfacer tal vengativa divinidad.

Se toma nota de tal desviación, pero también se puede depurar ese gesto reconociendo en la novedad del sacrificio de Jesús, aun con derramamiento de sangre, una entrega amorosa a un Dios Padre solidario acompañante de esa entrega.

Salmo responsorial: 149



REFLEXIÓN

que se alegre Israel por su Creador, / los hijos de Sión por su Rey

Jesús con su gesto dio paso a un Espíritu nuevo que sopla libremente. Por lo tanto los hermanos judíos y los hermanos todos aun no cristianos tienen acceso a la salvación abierta por Jesús, según nuestra fe en la misericordia del Padre.

Lucas 19,41-44



REFLEXIÓN

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: "¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida".

Fiel israelita, Jesús se conmueve y se duele por la falta de respuesta del mundo, encriptado en la ciudad santa.

Su dureza y rebeldía lo afectan. No sabe qué más hacer para persuadir hacia la conversión.

Se trata de una profecía, cree el evangelista que cumplida con la destrucción romana de Jerusalén. Son lecturas posteriores al hecho, que se ven conectadas a Jesús y su significación.

Mas nosotros qué? Leemos en Jesús la historia que participamos como testigos? O nos inhibimos para no ser etiquetados de fundamentalistas?

comprendieras en este día lo que conduce a la paz!

Porque las cosas podrían ser diferentes si viviéramos en otra forma.

Como puede estarnos enseñando la crisis financiera que ahora se extiende por Europa, y se teme que nos alcance en Latinoamérica.

Se teme el aumento en millones de pobres.

Pero no parece que entendamos que debemos convertir nuestro estilo consumista, que llena su existencia con cosas e imagen, pero no con valores de conciencia.

te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida

Es la lectura que hace la comunidad del evangelista desde sus circunstancias post-destrucción de Jerusalén en el año 70 dC, sobre la consecuencia de no haber escuchado a Jesús.

No cualquiera admite el sentido de esta lectura. Sin embargo no es sólo la persona de Jesús, crucificada cuarenta años antes, sino su mensaje encarnado lo que hubiera podido atraer la paz.

Mensaje de justicia para los pecadores y pobres y excluídos. Mensaje de unidad del pueblo y sus dirigentes, en un orden y paz por el amor y la justicia.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1593205070291927041?s=20&t=jHtE_nCPKhNaiNm2HVmfZQ

BEATO CARLO


 

De una Carta escrita por Conrado de Marburgo, director espiritual de santa Isabel
(Al Sumo pontífice, año 1232: A. Wyss, «Hessisches Urkundenbuch» 1, Leipzig 1879, 31-35)
 
ISABEL RECONOCIÓ Y AMÓ A CRISTO EN LA PERSONA DE LOS POBRES

 

Pronto Isabel comenzó a destacar por sus virtudes, y, así como durante toda su vida había sido consuelo de los pobres, comenzó luego a ser plenamente remedio de los hambrientos. Mandó construir un hospital cerca de uno de sus castillos y acogió en él gran cantidad de enfermos e inválidos; a todos los que allí acudían en demanda de limosna les otorgaba ampliamente el beneficio de su caridad, y no sólo allí, sino también en todos los lugares sujetos a la jurisdicción de su marido, llegando a agotar de tal modo todas las rentas provenientes de los cuatro principados de éste, que se vio obligada finalmente a vender en favor de los pobres todas las joyas y vestidos lujosos.

 Tenía la costumbre de visitar personalmente a todos sus enfermos, dos veces al día, por la mañana y por la tarde, curando también personalmente a los más repugnantes, a los cuales daba de comer, les hacia la cama, los cargaba sobre sí y ejercía con ellos muchos otros deberes de humanidad; y su esposo, de grata memoria, no veía con malos ojos todas estas cosas. Finalmente, al morir su esposo, ella, aspirando a la máxima perfección, me pidió con lágrimas abundantes que le permitiese ir a mendigar de puerta en puerta.

 En el mismo día del Viernes santo, mientras estaban denudados los altares, puestas las manos sobre el altar de una capilla de su ciudad, en la que había establecido frailes menores, estando presentes algunas personas, renunció a su propia voluntad, a todas las pompas del mundo y a todas las cosas que el Salvador, en el Evangelio, aconsejó abandonar. Después de esto, viendo que podía ser absorbida por la agitación del mundo y por lá gloria mundana de aquel territorio en el que, en vida de su marido, había vivido rodeada de boato, me siguió hasta Marburgo, aun en contra de mi voluntad; allí, en la ciudad, hizo edificar un hospital, en el que dio acogida a enfermos e inválidos, sentando a su mesa a los más míseros y despreciados.

Afirmo ante Dios que raramente he visto una mujer que a una actividad tan intensa juntara una vida tan contemplativa, ya que algunos religiosos y religiosas vieron más de una vez como, al volver de la intimidad de la oración, su rostro resplandecía de un modo admirable y de sus ojos salían como unos rayos de sol.

 Antes de su muerte la oí en confesión, y, al preguntarle cómo había de disponer de sus bienes y de su ajuar, respondió que hacía ya mucho tiempo que pertenecía a los pobres todo lo que figuraba como suyo, y me pidió que se lo repartiera todo, a excepción de la pobre túnica que vestía y con la que quería ser sepultada. Recibió luego el cuerpo del Señor y después estuvo hablando, hasta la tarde, de las cosas buenas que había oído en la predicación; finalmente, habiendo encomendado a Dios con gran devoción a todos los que la asistían, expiró como quien se duerme plácidamente.