Sábado 2 de Adviento
Eclesiástico 48,1-4.9-11
REFLEXIÓN
Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la
ira antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer
las tribus de Israel
En la
Palabra se dan ecos de cosas que se dijeron y se siguen diciendo desde la
antigüedad del Oriente.
Cosas
como la desaparición en vida de patriarcas, tales como Enoch y Elías. Que en
otras culturas llevan otros nombres, y reflejan también creencias tradicionales
pero sin evidencias (cfr. http://www.e-torredebabel.com/Biblioteca/Voltaire/Elias-Enoch-Diccionario-Filosofico.htm).
En el
primer testamento Elías se configuró en el libro de los Reyes como una figura
profética en el más puro estilo de Israel, sin los detalles de brujo adivino
que se habían importado de otras culturas cananeas.
Su
personalidad se perfila recia, peleadora contra baales o divinidades cananeas,
con una fe a toda prueba en Yavé, Dios de Israel.
Su
mensaje para el momento de su aparición en momentos de crisis de la monarquía,
que traicionaba la tradición israelita de servicio a la justicia, fue el de
exhortar a la definición de la fe en Yavé, y dejar de oscilar cómodamente entre
baal y Yavé.
En el
mensaje de los ejercicios ignacianos se escucha una exhortación parecida cuando
nos lleva a confrontar nuestra convicción a través de los binarios o tipos de
personas que dicen buscar la voluntad de Dios. El segundo binario es el ejemplo
típico de las personas que buscan a Dios y al Diablo, haciendo componendas y
falseando al Señor.
La
vuelta de Elías tan esperada en tiempos de Jesús es asumida por los cristianos
en Jesús de Nazareth, para ya no esperar por nadie más ante quien definir la fe
radical en el reino del Padre.
cuyas palabras eran horno encendido
Hay
palabras y Palabra de denuncia. Unas son huecas y sólo producen ruido pero poca
conciencia. Las otras se comunican por mensajeros varios y afectan los núcleos
de decisión humanos, para construir o para endurecerse.
La que
afecta en sus mensajeros es íntegra y se propone como un estilo de vida a
seguir. Pide conversión, cambio.
Elías
por las huellas que dejó en los diferentes textos y tradiciones caló en la
conciencia de las generaciones como alguien de palabra potente, que merecía
re-editarse siempre. Y en cada generación se esperaba su re-aparición, como la
palabra que daría el norte.
Esta
palabra legendaria convergió en Jesús de Nazaret que lo re-editó y lo superó,
según la fe primitiva de las comunidades del camino.
Hay
quienes tienen este don: hablar e inquietar y hacer pensar para cambiar.
No
suelen caer simpáticos, más bien pesan y se les toma como disco rayado.
Pero sin
su voz, muchos clamores dejarían de vibrar, y menos cambios se harían para
hacer algo de justicia.
¡Qué terrible eras, Elías!;
Sin
embargo, también saltan las diferencias porque el ministerio de Jesús no se
manifiesta en los evangelios ni tan agreste, ni tan hirsuto.
Hay más
bien cierta armonía y flexibilidad, y la compasión brilla por encima del
castigo.
Jesús de
quien se dijo que podía ser Elías de nuevo, aun con ese don profético de decir
verdades que podían posibilitar el cambio, no dejó de lado la misericordia, y
que se explicitara, más aún, el perdón para quien reconociera su pecado.
Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego,
hacia el cielo
Y Elías
además se nos presenta como un paradigma del arrebato a los cielos sin gustar
la muerte.
En esta
forma acerca como antecedente el imaginario a la resurrección proclamada de
Jesús de Nazaret.
Se
podría decir que la asunción de Elías es un concepto básico previo de la
justificación
de un
justo, que se aplicará luego a Jesús y María.
Se dice
por tanto de los líderes de las religiones abrahámicas: Moisés, Elías, Jesús
María y Mahoma.
Alzados
al cielo, llevados enteros, como prenda de que históricamente no fue en vano,
sino que sus obras edificaron una mansión eterna.
Salmo responsorial: 79
REFLEXIÓN
ven a visitar tu viña, / la cepa que tu diestra plantó, / y
que tú hiciste vigorosa
Celebra
el Israel bíblico, con alabanza y gozo, la iniciativa del Señor y su
acompañamiento en el desarrollo de su realidad, no obstante que la cosecha que
se va manifestando no sea la más copiosa y deba reconocer sus desvíos.
Que tu mano proteja a tu escogido, / al hombre que tú
fortaleciste.
Somos
los bautizados unos ungidos, configurados en el arquetipo que es Jesús.
Somos
nosotros los que deambulamos necesitados de protección en nuestra convicción de
fe.
Mateo 17,10-13
REF
LEXIÓN
Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo
trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de
ellos
La
venida de un momento cumbre en la historia propia o de la humanidad puede ser
tan inadvertida que pase de largo sin darnos cuenta.
Y lo
peor que nos demos cuenta pero no sepamos prepararnos para ese momento
adecuadamente.
Como
aquellos que festinan con una acontecimiento natural o del calendario y
especulan sobre el fin del mundo conocido, pero ni así se preparan en
conversión, sino más bien se preparan en especulación vana.
Si de
verdad vamos a dar cabida en nuestra existencia a la posibilidad de un final,
que sea en actitud de fe, la cual lleva a un cambio de vida.
Elías
como pre-realidad, concepto básico, paradigma precedente, también señala el fin
trágico de Jesús, y sus seguidores.
Porque
no se les reconoce. Y no reconocer la realidad que se nos presenta es una
distorsión del conocimiento, que se opera por la sujección a otras prioridades
más alienantes y corruptivas.
La
realidad más allá de las apariencias y el propio interés no se puede reconocer
sin una clave, un Principio y fundamento que opere como eje conductor de toda
la existencia.
Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos
Lo que Elías hacía
en su momento, llegó de nuevo con Juan el Bautista, y llegó con el Hijo del
hombre, y con todo hombre que hace presente ese Espíritu en la tierra, y es
perseguido por su mensaje.
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