domingo, 11 de diciembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Domingo 3 de Adviento A

Isaías 35,1-6a.10




REFLEXIÓN

desierto y el yermo se regocijarán

Alegría íntima, escondida y velada, discreta y profunda, serena y suave como procedente del Espíritu.

Realidades regocijantes que emergen suavemente en el curso de los acontecimientos y van confluyendo, convergiendo, sin ser forzados, adviniendo como rocío suave que empapa la tierra, como don inesperado y que colma deseos y anhelos.

verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios

Ver a Dios y ver su gloria en la historia requiere fe. Tal fe que transforma nuestra mirada para descubrir en lo pequeño lo grande.

La gloria de Dios es su prestigio, aquello que motiva a tributarle reconocimiento y alabanza.

Son giros en el devenir de la historia que misteriosamente terminan dando vida, procurando justicia, derramando ágape.

Salmo responsorial: 145




REFLEXIÓN

hace justicia a los oprimidos

Hay que creer y esperar que vivir y participar en el acompañamiento del oprimido es exponerse a la intervención justiciera del Señor por formas inéditas. Conviene por tanto  estar alerta y abrir los ojos

Santiago 5,7-10



REFLEXIÓN

Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor

Una actitud que nos forman, pero no por nuestra cuenta. De fuera vienen las contigencias que son las señales del Señor para aprender a verlo, y transformarnos.

Una actitud que se bebe a diario, y de nuestra parte solo queda permitir que crezca contra nosotros mismos y nuestros egoísmos.

El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía

Sus dones pueden llegar temprano o tarde, para nuestro gusto. E irse lenta o precipitadamente. En todo ello se nos forma en la paciencia, por la que aprendemos a reconocer y dar gracias, porque lo importante es el Señor.

manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca

Un aprendizaje que genera firmeza, no pre-fabricada, ni militarizada, ni coercionada, sino espontánea, suave en su expresión, segura en su identidad.

Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor.

Hablar de Dios es sencillo, pero no fértil necesariamente.

Hablar en nombre del Señor es su don profético, cocido con el sufrimiento que nace de la propia realidad y de la dureza de los escuchas.

Mateo 11,2-11



REFLEXIÓN

"¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?"

Juan era profeta, sufrido y creyente. Pregunta para asegurarse y para que también sus discípulos se aseguren. Porque ser creyentes no significa vivir con la evidencia que el mundo usa para sus certezas.

Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí

La respuesta de Jesús puede inquietar y desazonar, porque remite a su Palabra para ser verificada en los acontecimientos presentes.

Las visiones y mensajes que nos llegan en nuestra vida y atribuímos por fe al Señor cuando son auténticos muestran esa característica: remiten a su Palabra para ser verificada en los hechos presentes.

Así no somos escuchas pasivos de la Palabra, sino que ella nos pone la tarea de verificar, para creer.

no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista

Con Juan Bautista, según Jesús de Nazareth, tenemos un Grande. Por su fidelidad a su misión.

Con su testimonio hecho de sufrimiento, el anuncio ha logrado llegar y notificar del Mesías.

aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él

Pero en el reino los Grandes son los Pequeños.

Incluso la grandeza que viene de la Palabra tiene que ver con el Designio del Padre, a quienes los pequeños ven el rostro y cuyo juicio los favorece.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1601903907566919680?s=20&t=1r_ErtArYyNxBDSeOxbTNA

 

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Domingo III

San Agustín Sermón 293,3

Juan era la voz, pero el Señor es la Palabra que en el principio ya existía. Juan era una voz provisional; Cristo, desde el principio, es la Palabra eterna. Quita la palabra, ¿y qué es la voz? Si no hay concepto, no hay más que un ruido vacío. La voz sin la palabra llega al oído, pero no edifica el corazón. Pero veamos cómo suceden las cosas en la misma edificación de nuestro corazón. Cuando pienso lo que voy a decir, ya está la palabra presente en mi corazón; pero, si quiero hablarte, busco el modo de hacer llegar a tu corazón lo que está ya en el mío. Al intentar que llegue hasta ti y se aposente en tu interior la palabra que hay ya en el mío, echo mano de la voz y, mediante ella, te hablo: el sonido de la voz hace Llegar hasta ti el entendimiento de la palabra; y una vez que el sonido de la voz ha llevado hasta ti el concepto, el sonido desaparece, pero la palabra que el sonido condujo hasta ti está ya dentro de tu corazón, sin haber abandonado el mío. Cuando la palabra ha pasado a ti, ¿no te parece que es el mismo sonido el que está diciendo: Ella tiene que crecer y yo tengo que menguar? El sonido de la voz se dejó sentir para cumplir su tarea y desapareció, como si dijera: Esta alegría mía está colmada. Retengamos la palabra, no perdamos la palabra concebida en la médula del alma.

REFLEXIÓN

El protagonismo que ansiamos y imponemos, creemos lo merecemos. Hemos sido educados para realizarnos, para ser líderes, para brillar. Sin autosuficiencia y prepotencia no creemos ser nadie, tememos nos invisibilicen. Hay necesidad de una conversión muy profunda para entender que en la economía de salvación, la pequeñez es sacramento de Dios, y el último lugar no es una ubicación provisional, sino el auténtico lugar a menos que se de una revaloración divina.