Domingo 3 de Adviento A
Isaías 35,1-6a.10
REFLEXIÓN
desierto y el yermo se regocijarán
Alegría
íntima, escondida y velada, discreta y profunda, serena y suave como procedente
del Espíritu.
Realidades
regocijantes que emergen suavemente en el curso de los acontecimientos y van
confluyendo, convergiendo, sin ser forzados, adviniendo como rocío suave que
empapa la tierra, como don inesperado y que colma deseos y anhelos.
verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios
Ver a
Dios y ver su gloria en la historia requiere fe. Tal fe que transforma nuestra
mirada para descubrir en lo pequeño lo grande.
La
gloria de Dios es su prestigio, aquello que motiva a tributarle reconocimiento
y alabanza.
Son
giros en el devenir de la historia que misteriosamente terminan dando vida,
procurando justicia, derramando ágape.
Salmo responsorial: 145
REFLEXIÓN
hace justicia a los oprimidos
Hay que
creer y esperar que vivir y participar en el acompañamiento del oprimido es
exponerse a la intervención justiciera del Señor por formas inéditas. Conviene
por tanto estar alerta y abrir los ojos
Santiago 5,7-10
REFLEXIÓN
Tened paciencia, hermanos, hasta la venida del Señor
Una
actitud que nos forman, pero no por nuestra cuenta. De fuera vienen las
contigencias que son las señales del Señor para aprender a verlo, y
transformarnos.
Una
actitud que se bebe a diario, y de nuestra parte solo queda permitir que crezca
contra nosotros mismos y nuestros egoísmos.
El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra,
mientras recibe la lluvia temprana y tardía
Sus
dones pueden llegar temprano o tarde, para nuestro gusto. E irse lenta o
precipitadamente. En todo ello se nos forma en la paciencia, por la que
aprendemos a reconocer y dar gracias, porque lo importante es el Señor.
manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca
Un
aprendizaje que genera firmeza, no pre-fabricada, ni militarizada, ni
coercionada, sino espontánea, suave en su expresión, segura en su identidad.
Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia
a los profetas, que hablaron en nombre del Señor.
Hablar
de Dios es sencillo, pero no fértil necesariamente.
Hablar
en nombre del Señor es su don profético, cocido con el sufrimiento que nace de
la propia realidad y de la dureza de los escuchas.
Mateo 11,2-11
REFLEXIÓN
"¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a
otro?"
Juan era
profeta, sufrido y creyente. Pregunta para asegurarse y para que también sus
discípulos se aseguren. Porque ser creyentes no significa vivir con la
evidencia que el mundo usa para sus certezas.
Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los
ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos
oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y
dichoso el que no se escandalice de mí
La
respuesta de Jesús puede inquietar y desazonar, porque remite a su Palabra para
ser verificada en los acontecimientos presentes.
Las
visiones y mensajes que nos llegan en nuestra vida y atribuímos por fe al Señor
cuando son auténticos muestran esa característica: remiten a su Palabra para
ser verificada en los hechos presentes.
Así no
somos escuchas pasivos de la Palabra, sino que ella nos pone la tarea de
verificar, para creer.
no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista
Con Juan
Bautista, según Jesús de Nazareth, tenemos un Grande. Por su fidelidad a su
misión.
Con su
testimonio hecho de sufrimiento, el anuncio ha logrado llegar y notificar del
Mesías.
aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más
grande que él
Pero en
el reino los Grandes son los Pequeños.
Incluso
la grandeza que viene de la Palabra tiene que ver con el Designio del Padre, a
quienes los pequeños ven el rostro y cuyo juicio los favorece.
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