martes, 24 de enero de 2023

DOCTORES DE LA IGLESIA



Nació en Saboya el año 1567. Una vez ordenado sacerdote, trabajó intensamente por la restauración católica en su patria. Nombrado obispo de Ginebra, actuó como un verdadero pastor para con los clérigos y fieles, adoctrinándolos en la fe con sus escritos y con sus obras, convirtiéndose en un ejemplo para todos. Murió en Lyon el día 28 de diciembre del año 1622, pero fue el día 24 de enero del año siguiente cuando se realizó su sepultura definitiva en Annecy.

 De la introducción a la vida devota, de san Francisco de Sales, obispo

En la misma creación, Dios creador mandó a las plantas que diera cada una fruto según su propia especie: así también mandó a los cristianos, que son como las plantas de su Iglesia viva, que cada uno diera un fruto de devoción conforme a su calidad, estado y vocación. La devoción, insisto, se ha de ejercitar de diversas maneras, según que se trate de una persona noble o de un obrero, de un criado o de un príncipe, de una viuda o de una joven soltera, o bien de una mujer casada. Más aún: la devoción se ha de practicar de un modo acomodado a las fuerzas, negocios y ocupaciones particulares de cada uno. Dime, te ruego, mi Filotea, si sería lógico que los obispos quisieran vivir entregados a la soledad, al modo de los cartujos; que los casados no se preocuparan de aumentar su peculio más que los religiosos capuchinos; que un obrero se pasara el día en la iglesia, como un religioso; o que un religioso, por el contrario, estuviera continuamente absorbido, a la manera de un obispo, por todas las circunstancias que atañen a las necesidades del prójimo. Una tal devoción ¿por ventura no sería algo ridículo, desordenado o inadmisible? Y con todo, esta equivocación absurda es de lo más frecuente. No ha de ser así; la devoción, en efecto, mientras sea auténtica y sincera, nada destruye, sino que todo lo perfecciona y completa, y, si alguna vez resulta de verdad contraria a la vocación o estado de alguien, sin duda es porque se trata de una falsa devoción. La abeja saca miel de las flores sin dañarlas ni destruirlas, dejándolas tan íntegras, incontaminadas y frescas como las ha encontrado. Lo mismo, y mejor aún, hace la verdadera devoción: ella no destruye ninguna clase de vocación o de ocupaciones, sino que las adorna y embellece. Del mismo modo que algunas piedras preciosas bañadas en miel se vuelven más fúlgidas y brillantes, sin perder su propio color, así también el que a su propia vocación junta la devoción se hace más agradable a Dios y más perfecto. Esta devoción hace que sea mucho más apacible el cuidado de la familia, que el amor mutuo entre marido y mujer sea más sincero, que la sumisión debida a los gobernantes sea más leal, y que todas las ocupaciones, de cualquier clase que sean, resulten más llevaderas y hechas con más perfección. Es, por tanto, un error, por no decir una herejía, el pretender excluir la devoción de los regimientos militares, del taller de los obreros, del palacio de los príncipes, de los hogares y familias; hay que admitir, amadísima Filotea, que la devoción puramente contemplativa, monástica y religiosa puede ser ejercida en estos oficios y estados; pero, además de este triple género de devoción, existen también otros muchos y muy acomodados a las diversas situaciones de la vida seglar. Así pues, en cualquier situación en que nos hallemos, debemos y podemos aspirar a la vida de perfección.

REFLEXIÓN

Fervor y celo, entre los denotados de devoción, son los que sobresalen como una actitud de entrega, de servicio, a las tareas, proyectos, designios de la propia vida o comunidad laica o religiosa, para perfeccionar y perfeccionarse, lograr metas y objetivos, realizarse y con ello alcanzar un sentido que colme de significatividad la existencia individual y colectiva, incluída la estructural. Pero el horizonte de esa devoción en el siglo 16 no es el mismo que del siglo 21, porque hoy la realidad no se concibe estática ni estratificada, ni sólidamente institucionalizada, sino fluída, cambiante, anti-sistema y relativa. De ahí la necesaria búsqueda y trasposición de una devoción o entrega que haga sentido a la vida actual.

lunes, 23 de enero de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Lunes 3 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 9,15.24-28



REFLEXIÓN

Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres -imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.

Por lo tanto el cielo es Dios, su presencia. En Jesús, nueva humanidad tenemos acceso al mismo.

Cómo se compadece esta afirmación con nuestra sensación de infierno, el cual padecemos como humanidad itinerante, aunque sea de tiempo en tiempo?

Algunos intentan darle un sentido de cruz como prueba, que comparte con muchos otros el pecado del mundo, las avanzadas del anti-reino.

Otros lo entienden como el aporte de lucha y construcción que es preciso llevar adelante para que amanezca un mundo nuevo.

Ninguno de los dos sentidos puede darse por único y por una explicación definitiva.

Podemos convivir con ambas explicaciones volviendo a nuestra clave que es Jesús nazareno, quien expió pero también construyó.

La consolación es como una participación del cielo, por la densidad de presencia del Espíritu de Dios que vivenciamos.

Y también es un relanzamiento, un avivamiento para asumir con mayor convicción y energía nuestro peregrinaje, expiando y construyendo.

 La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

La doctrina tradicional ha separado los momentos de segunda venida de Jesús para sus creyentes: una individual y otra colectiva. Juicio privado y juicio universal.

Podrían ser dos maneras de ver un único momento, que podríamos unir cuando con nuestra muerte individual pasamos al Señor.

Porque nuestra división del tiempo tiene poco que ver con la eternidad de Dios.

Salmo responsorial: 97



REFLEXIÓN

Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro Dios

La contemplación de la intervención victoriosa del Señor, el cielo en la tierra, es un don libre que recibimos en acción de gracias.

Un combustible para alimentar nuestra energía para el peregrinaje.

La consolación del Señor tiene un sentido para la misión del Señor. No se resuelve en una mera contemplación narcisista para degustarnos en contemplación.

Porque nuestra fe es apostólica, testimonial.

Marcos 3,22-30



REFLEXIÓN

El los invitó a acercarse

Jesús intenta hacerse entender por las buenas. Que vean su buena fe y sinceridad en lo que hace. No siempre tuvo éxito, y más bien la tendencia se agudizó hacia el rechazo y ajusticiamiento.

el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre". Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

 

Atacar la buena voluntad de una buena obra dificulta aceptar la buena obra. Es una trampa de la que no se sale sino se vuelve uno de buena voluntad para aceptar de nuevo la obra buena. Mientras permanece en esa dureza es difícil recibir perdón quien ni siquiera entiende por qué debe ser perdonado.

Decir que echar demonios es obra de demonios, que curar a los enfermos es obra de Satán, blasfema contra el Espíritu Santo, y no puede ser perdonado, y cargará siempre son su pecado, no por que sea castigado con algo adicional, sino porque nunca podrá salir del círculo infernal, que atribuye el bien al mal, y por lo tanto no cree que haya salvación posible.

Atribuir el buen obrar al anti-reino es condenarnos a un estado de suspicacia y mala voluntad tal, que no nos permite visualizar el avance del reino de Dios.

Es preferible pasar por ingenuos o cándidos que llevar nuestra crítica hasta el extremo de destruir la confianza en el bien.

Sí hay bien en el mundo, sí hay intervención del Espíritu, sí avanza el reino.

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