miércoles, 25 de enero de 2023

BEATO CARLO


 

De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo
(Homilía 2 sobre las alabanzas de san Pablo: PG 50. 477•480)
 
PABLO LO SUFRIÓ TODO POR AMOR A CRISTO

 

Qué es el hombre, cuán grande su nobleza y cuánta su capacidad de virtud lo podemos colegir sobre todo de la persona de Pablo. Cada día se levantaba con una mayor elevación y fervor de espíritu y, frente a los peligros que lo acechaban, era cada vez mayor su empuje, como lo atestiguan sus propias palabras: Olvidando lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que veo por delante; y, al presentir la inminencia de su muerte, invitaba a los demás a compartir su gozo, diciendo: Alegraos y congratulaos conmigo; y, al pensar en sus peligros y oprobios, se alegra también y dice, escribiendo a los corintios: Vivo contento en medio de mis debilidades de los insultos y de las persecuciones; incluso llama a estas cosas armas de justicia, significando con ello que le sirven de gran provecho.

 Y así, en medio de las asechanzas de sus enemigos, habla en tono triunfal de las victorias alcanzadas sobre los ataques de sus perseguidores y, habiendo sufrido en todas partes azotes, injurias y maldiciones, como quien vuelve victorioso de la batalla, colmado de trofeos, da gracias a Dios, diciendo: Gracias sean dadas a Dios, que en todo tiempo nos lleva en el cortejo triunfal de Cristo. Imbuido de estos sentimientos, se lanzaba a las contradicciones e injurias, que le acarreaba su predicación, con un ardor superior al que nosotros empleamos en la consecución de los honores, deseando la muerte más que nosotros deseamos la vida, la pobreza más que nosotros la riqueza, y el trabajo mucho más que otros apetecen el descanso que lo sigue. La única cosa que él temía era ofender a Dios; lo demás le tenia sin cuidado. Por esto mismo, lo único que deseaba era agradar siempre a Dios.

 Y, lo que era para él lo más importante de todo, gozaba del amor de Cristo; con esto se consideraba el más dichoso de todos, sin esto le era indiferente asociarse a los poderosos y a los príncipes; prefería ser, con este amor, el último de todos, incluso del número de los condenados, que formar parte sin él, de los más encumbrados y honorables.

 Para él, el tormento más grande y extraordinario era el verse privado de este amor: para él, su privación significaba el infierno, el único sufrimiento, el suplicio infinito e intolerable.

 Gozar del amor de Cristo representaba para él la vida, el mundo, la compañía de los ángeles, los bienes presentes y futuros, el reino, las promesas, el conjunto de todo bien; sin este amor, nada catalogaba como triste o alegre. Las cosas de este mundo no las consideraba, en sí mismas, ni duras ni suaves.

 Las realidades presentes las despreciaba como hierba ya podrida. A los mismos gobernantes y al pueblo enfurecido contra él les daba el mismo valor que a un insignificante mosquito.

 Consideraba como un juego de niños la muerte y la más variada clase de tormentos y suplicios, con tal de poder sufrir algo por Cristo.

martes, 24 de enero de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Martes 3 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 10,1-10



REFLEXIÓN

La Ley, que presenta sólo una sombra de los bienes definitivos y no la imagen auténtica de la realidad, siempre, con los mismos sacrificios, año tras ano, no puede nunca hacer perfectos a los que se acercan a ofrecerlos.

Por la vida nueva y verdadera que contemplamos en Jesús resucitado estamos en  contacto con la realidad y no con la sombra.

Esto tiene que ver con toda ley, como emblema de cualquier creación de este mundo, que pretenda instaurar la realidad auténtica.

Los creyentes de Jesús Nazareno somos unos desquiciados de este mundo, porque nos mantenemos a distancia de la sombra que cualquier estructura nos presente como realidad.

Aunque suena a Platonismo o neoplatonismo, y su consiguiente menosprecio del mundo corruptible, los creyentes amamos el mundo nuevo que va emergiendo en la sombra de realidad del mundo viejo, cuya Ley se centra en la denuncia del pecado pero no en una nueva creación.

Así la fe nos lleva a una actitud y actuación paradójica: no amamos el mundo antiguo que se degenera, pero amamos el mundo nuevo que en sus entrañas se construye.

"No quieres ni aceptas sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni víctimas expiatorias", que se ofrecen según la ley. Después añade: "Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.

Es nuestra punta de lanza para introducir en la corrupción la incorrupción de la vida nueva amanecida en Jesús Nazareno resucitado: celebrar el único sacrificio que él realizó más que en un rito, en la existencia de cada día.

Salmo responsorial: 39



REFLEXIÓN

en cambio, me abriste el oído; / no pides sacrificio expiatorio, / entonces yo digo: "Aquí estoy"

Toda espiritualidad como apropiación de la Palabra es un ejercicio de fe que la busca encarnar en la existencia cotidiana.

Los ejercicios ignacianos desde su presentación en las primeras anotaciones ubican el esfuerzo de fe que piden al ejercitante como una disponibilidad para hallar la voluntad de Dios.

Así los creyentes encontramos el sentido de la vida en la escucha, en abrir el oído, como lo hizo nuestro redentor y salvador.

Marcos 3,31-35



REFLEXIÓN

llegaron la madre y los hermanos de Jesús y desde fuera lo mandaron llamar

La institucionalidad del mundo, que es noble en su misión pero insuficiente respecto de la vida nueva.

La familia de Jesús probablemente no seguía complaciente sus andanzas, y más bien temería las consecuencias de su pretensión por el reino de Dios.

Quizás nos extraña que se pueda incluir a su madre en esta actitud, pero aún así María sigue siendo una guía porque no esconde sus propias dudas frente a la misión de su hijo.

Tener dudas no significa no tener fe, sino que pude significar una búsqueda más profunda de sentido para una apropiación más libre y entregada.

Este conjunto: madre y hermanos, pretendía cumplir en Jesús de Nazaret lo que todos los humanos en alguna forma experimentamos. A saber: el control social de la familia. Son los primeros que ejercen sobre nosotros el control de lo bueno y lo malo mientras crecemos. Y son quienes nos censuran si incurrimos en error, aunque no sea cierto.

Jesús desafía ese control, no por el gusto de rebeldía. Simplemente no es un rol apto para su misión que es controlada sólo por su Padre, quien lo envió.

"Éstos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre."

En ese momento Jesús de Nazareth se pronuncia como hombre nuevo, y con él amanece la vida nueva del Padre.

Se trata de una nueva familia: la de los hijos de Dios y hermanos entre sí, sin más divisiones.

María ascenderá a esta visión y se considerará como madre de muchos hijos, una vez Jesús se transforme con la resurrección.

Ella también su une a la nueva familia de los que escuchan la Palabra y la ponen en práctica.

El costo será quedarse solo e incomprendido. Aunque no totalmente, porque la madre de Jesús en otros relatos le sigue fielmente hasta el final.

Señal que ella sí entendió su nueva maternidad como partícipe de la misión del Padre.

Y no porque el Padre suene a machismo, sino porque el Padre-Madre Dios, más allá de las categorías de género, en María llamó a una maternidad más allá de mujer, como colaboradora de una misión para un Reino novedoso.

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