martes, 11 de abril de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Martes de la octava de Pascua

Hechos 2,36-41



REFLEXIÓN

Dios lo ha constituido Señor y Mesías

Se pueden ver ciertas pistas del itinerario de una cristología primitiva, a través de los títulos que se le van dando, y desde un enfoque ascendente.

Según esto, Jesús se confiesa como Señor, título del Dios hebreo, quien para la casa de Israel es un Dios único e indiscutible, sin competencia, y sin tener que competir.

A este Jesús se le confiere el mismo tratamiento, del Dios único. Y también se confiesa que ha sido hecho tal.

Es el enfoque de un hombre que ha ascendido al rango de Señor, equiparable al Dios ùnico.

Para él es la suma gloria y glorificación. Pero además es un ministerio.

Se hace de él un Dios ejecutivo, a cargo del dominio, en control de unas funciones. No es para descansar y dejar de hacer. Como un demiurgo

les traspasaron el corazón

El anuncio por la fuerza del Espíritu del mismo Jesús, ahora Señor, logra la ablandamiento del corazón de los escuchas

"¿Qué tenemos que hacer, hermanos?"

De ahí la pregunta que surge de la conversión. Expresa la disponibilidad a la gracia. Es la tierra abonada por la palabra para iniciar el cambio.

Convertíos y bautizaos todos en nombre de Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo

Es el estreno del flamante nuevo Dios: Jesucristo. El bautizo es también un reconocimiento de que él perdona los pecados:las conductas que manifiestan el desvío de Dios.

Un fruto del Espíritu en esta Pascua sería la mayor penetración en el conocimiento de Jesucristo. Su revelación más intensa. Un mayor despliegue de su significación propia y única, como novedad de dominio sobre el mundo.

Anunciar palabras que lleguen al corazón de la persona, y muevan a una pregunta fundamental sobre el sentido de su vida. Entonces se da la oportunidad para anunciar a Jesús como el sentido nuevo de la vida nueva.

Son palabras con fuerza de Espíritu que hacen sentir su potencia, en una conversión al designio del Padre en su Hijo.

Esta es la misión del apóstol. Su principio y fundamento. Todo lo demás es tanto cuanto.

Salmo responsorial: 32



REFLEXIÓN

La palabra del Señor es sincera,

A dónde iremos? Tienes palabras de vida inagotable.

Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, / en los que esperan en su misericordia, / para librar sus vidas de la muerte / y reanimarlos en tiempo de hambre

Seguir nutriendo la confianza de que bendecirá el Señor continuamente a quienes padecen, no sin propia responsabilidad, calamidades y ruinas humanas.

Tener responsabilidad en el propio descalabro puede ser un lastre por la culpa que hunde la esperanza de la rehabilitación.

Pero también puede ser el logro de un nivel de madurez y compromiso con la ascensión de la propia historia, por propia mano.

Juan 20,11-18



REFLEXIÓN

se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús

Un hecho desolador y mudo que requiere sentido: no estaba el cuerpo.

Para unos fue robado, para otros en la conversión de su vida será presencia gozosa de una novedad inagotable.

El relato del sepulcro vacío confunde a los estudiosos, que o lo estiman como un gran argumento de la resurrección, o lo menosprecian como un detalle sin importancia. A ésta última postura pertenecen aquellos que quieren estar preparados para mantener su fe por si aparecen en los hallazgos arqueológicos los huesos de Jesús, como ya se ha intentado.

Parece que no se aprecia el significado que puede tener este relato en el contexto de la cultura bíblica de las sagradas escrituras, que declaró sólo a ciertos personajes eminenciales en la historia de israel: Enoch, Moisés, Elías como de quienes no se conocía la tumba, como un signo del arrebato, hasta en su cuerpo, hacia la habitación del Señor Dios.

no sabia que era Jesús.

Una dimensión de vida presente entre nosotros a la que no reaccionamos porque no la distinguimos la más de las veces.

Necesitamos ojos de fe y esperanza y amor para entrar en contacto con ella y vivir el gozo.

Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!"

"Suéltame, que todavía no he subido al Padre.

Se continúa la catequesis que insiste sobre el efecto de la resurrección de Jesús sobre el conocimiento que se tenía y ahora se tiene sobre él.

Hay que ver con otros ojos y entender en otra forma a Jesús.

Igualmente la revelación de aspectos que implica esta nueva vida: tenemos como Padre al Padre de Jesús, quien es Dios.

El consuelo de la presencia y su gozo son para comunicarse y compartir.

María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto."

En realidad Él se dejó ver para que sea anunciado.

Hoy necesitamos enfatizar que es una mujer la que anuncia a los apóstoles.

Como el discípulo amado, la intuición de la fe es un don para muchos en diversidad.

Su reconocimiento oficial es también don de  autoridad para servicio a la fraternidad.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1645768706927017985?s=20

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Hechos 2,36-41

El arrepentimiento es la respuesta básica al evangelio. Y deben bautizarse en el nombre de JESUS. Nuevamente el paralelo con Juan B. Solo que ahora se trata de ser perdonado de los pecados.Y recibir el Espíritu Santo. La gran promesa mesiánica de los últimos tiempos.Tal cual los apóstoles lo han recibido.

Salmo responsorial: 32

La esperanza de la comunidad como un seguro inseguro de alcanzar la misericordia

Juan 20,11-18

Un  encuentro intenso con Jesús de María Magdalena, después del hallazgo de la tumba vacía, pero acomodada. Se da la misión de comunicar su Resurrección a los apóstoles.

 

VIVO Y MUESTRO LA CONFIANZA HACIA JESÚS COMO BIENAVENTURANZA
 
Martes de la octava de Pascua
San Anastasio de Antioquía, Sermón 4,1-2 39

Después que Cristo se había mostrado, a través de sus palabras y sus obras, como Dios verdadero y Señor del universo, decía a sus discípulos, a punto ya de subir a Jerusalén: Mirad, estamos subiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los gentiles y a los sumos sacerdotes y a los escribas, para que lo azoten, se burlen de él y lo crucifiquen. Esto que decía estaba de acuerdo con las predicciones de los profetas, que habían anunciado de antemano el final que debía tener en Jerusalén. Las sagradas Escrituras habían profetizado desde el principio la muerte de Cristo y todo lo que sufriría antes de su muerte; como también lo que había de suceder con su cuerpo, después de muerto; con ello predecían que este Dios, al que tales cosas acontecieron, era impasible e inmortal; y no podríamos tenerlo por Dios, si, al contemplar la realidad de su encarnación, no descubriésemos en ella el motivo justo y verdadero para profesar nuestra fe en ambos extremos; a saber, en su pasión y en su impasibilidad; como también el motivo por el cual el Verbo de Dios, por lo demás impasible, quiso sufrir la pasión: porque era el único modo como podía ser salvado el hombre. 

Cosas, todas éstas, que sólo las conoce él y aquellos a quienes él se las revela; él, en efecto, conoce todo lo que atañe al Padre, de la misma manera que el Espíritu sondea la profundidad de los misterios divinos. El Mesías, pues, tenía que padecer, y su pasión era totalmente necesaria, como él mismo lo afirmó cuando calificó de hombres sin inteligencia y cortos de entendimiento a aquellos discípulos que ignoraban que el Mesías tenía que padecer para entrar en su gloria. Porque él, en verdad, vino para salvar a su pueblo, dejando aquella gloria que tenía junto al Padre antes que el mundo existiese; y esta salvación es aquella perfección que había de obtenerse por medio de la pasión, y que había de ser atribuida al guía de nuestra salvación, como nos enseña la carta a los Hebreos, cuando dice que él es el guía de nuestra salvación, perfeccionado y consagrado con sufrimientos. 

Y vemos, en cierto modo, cómo aquella gloria que poseía como Unigénito, y a la que por nosotros había renunciado por un breve tiempo, le es restituida a través de la cruz en la misma carne que había asumido; dice, en efecto, san Juan, en su evangelio, al explicar en qué consiste aquella agua que dijo el Salvador que manaría como un torrente de las entrañas del que crea en él. Decía esto refiriéndose al Espíritu, que habían de recibir los que creyeran en él. Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado; aquí el evangelista identifica la gloria con la muerte en cruz. Por eso el Señor, en la oración que dirige al Padre antes de la pasión, le pide que lo glorifique con aquella gloria que tenía junto a él, antes que el mudo existiese.

REFLEXIÓN

Jesús glorificado nos recupera en clave humana novedosa y luminosa, la capacidad de credibilidad y docilidad a la amistad con Dios, que arranca en Abraham. Cree Jesús que esa alianza de veras es el mejor sentido de valía y dignidad que posee el ser humano de cualquier diversidad. Y pone su carne en el asador para mostrarlo. Muere por eso. Sus seguidores de buena voluntad así nos lo van mostrando oportunamente. Y eso agradecemos y nos esforzamos en ensayar en nuestras existencias.