martes, 6 de junio de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Martes 9 de tiempo ordinario

Año Impar

Tobías 2,9-14



REFLEXIÓN

Estuve sin vista cuatro años

Un hecho accidental sin aparente conexión con la trama de fondo, donde el personaje hablando por el autor, descifra en la constelación de hechos y eventos el sentido que manifiesta un designio del Señor. Un código, un lenguaje, comunicando a Alguien presente, interpelante e interviniente, que busca nuestra correspondencia.

Ana se puso a hacer labores para ganar dinero

Una situación fortuita que cambia la vida económica de la familia.

Es la suerte de muchos, que accidentalmente pierden la capacidad y la oportunidad de generar los ingresos para sostener la familia, con el mínimo requerido.

Una sociedad de bienestar social muestra cierta diligencia en reducir los riesgos que llevan a la pérdida de la capacidad económica, para no caer en la miseria.

Éstas mismas hoy sucumben por el ataque del Mercado, voraz inversor por mayores ganancias, que dejan más debilitadas y vulnerables las poblaciones necesitadas.

El argumento que se esgrime, quizá sin mucho discernimiento y como una coartada es que, en las sociedades de bienestar los subsidiados abusan y se hacen parásitos.

Tal argumento no parece de razón suficiente para el daño que ocasiona la falta de protección a los más débiles. Estamos en el terreno del anti-reino y del pecado.

¿Y dónde están tus limosnas? ¿Dónde están tus obras de caridad? ¡Ya ves lo que te pasa!"

En el revés de la fortuna, se puede leer un fracaso y un pecado oculto, que acongoja y es acicate del acusador.

También se puede leer una prueba de amor, para crecer en adhesión al designio.

Hay que ubicarse en el contexto en el que se da el hecho para descifrar su significado.

Pero encontrar el sentido salvífico no exime de la persecución y malas intepretaciones que nos pueden venir incluso de los más cercanos familiares.

En una sociedad compleja, de difícil consenso como es la de hoy por doquier, hacer el bien sin echarse atrás implica pasar por ingenuo, loco, o un maquiavélico de quien se esperan planes ocultos.

Salmo responsorial: 111



REFLEXIÓN

Dichoso quien teme al Señor

Si entendemos un temor que deprime, no es el temor bíblico.

Éste más bien se relaciona con una actitud que toma en serio al Señor en su vida, y vivencia su existencia bajo su mirada amorosa. Toma en serio que el Señor es un Tú.

No temerá las malas noticias, / su corazón está firme en el Señor. / Su corazón está seguro, sin temor, / hasta que vea derrotados a sus enemigos

La confianza del corazón en el Señor, que repele los ataques del acusador, se manifiesta en una paciencia prolongada, como quien espera la hora de la reivindicación. En algunos hechos ésta se anticipa prefigurativamente, para alentar la esperanza y animar el corazón, así como incentivar la acción de gracias.

Reparte limosna a los pobres; / su caridad es constante, sin falta, / y alzará la frente con dignidad

Obrar bien no es suficiente sólo cuando nos sentimos bien con nosotros mismos por hacerlo. Sino también cuando entramos en conflicto, contradicción y sufrimiento por hacerlo. Y persistimos por una causa superior como Jesús y su reino.

Marcos 12, 13-17



REFLEXIÓN

unos fariseos y partidarios de Herodes, para cazarlo con una pregunta

Las alianzas contra Jesús son de diferente tipo, y entre contrarios entre sí. Hundirlo es superior a sus rencillas de poder y saber.

no te importa de nadie; porque no te fijas en lo que la gente sea,

Más que una adulación, un reconocimiento. Es la impresión que deja Jesús tal como se expone en los evangelios. Una impresión que se desprende más allá de las teologías de los evangelistas y sus comunidades. La impresión de libertad e independencia que no se deja doblegar, no porque goce de gran poder y fuerza, sino por su espíritu que comunica.

Aprehenderlo es el don que solicitan los ejercicios ignacianos en la segunda semana.

No es alguien a quien deba acudir con alguna estrategia previa para que se muestre benévolo, sino alguien a quien nos acercamos confiados sabiendo que nos cambia, nos mueve, nos envía.

Enseñas el camino de Dios sinceramente

Cuántas veces nos hemos envanecido por la adulación que afecta el juicio.

Jesús como paradigma de libertad frente a cualquier manipulación nos ayuda a comprender cómo mantenernos en nuestra autenticidad más allá de cualquier enajenación vanidosa.

Jesús, viendo su hipocresía

Porque sabemos en lo profundo cuando nuestro acercamiento es malicioso y pretende algo que no dice. Con frecuencia queremos que sancione nuestro desorden.

Contra esto, contra este autoengaño que pretende la autojustificación en el desorden de la vida trabaja la oración de los ejercicios espirituales, hora tras hora, día tras día, semana tras semana. Hasta que terminemos por no fiarnos de nosotros mismos.

 

La hipocresía que detesta Jesús en este caso consiste en querer hacerle ver que les interesa su enseñanza, pero sus intenciones son otras: quieren agarrarlo en una falla, en un error, para incriminarlo y deshacerse de él.

Traedme un denario, que lo vea

Un denario en ese momento es la prueba concreta del dueño de la economía de la que se sustentan los supuestos nacionalistas fariseos. Es hipócrita hacer una pregunta para detectar en Jesús su postura frente a la ocupación mientras se vive de la moneda extranjera para sustentarse.

 "Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios, a Dios."

Hay que pagarlo porque son vasallos, y el César es el imperio, y le están sujetos por la fuerza y por la conveniencia.

Pero igual que se reconoce este hecho político que se impone por la violencia y la compra de conciencias, hay que reconocer otro imperio de Dios, que es lo contrario al César.

Pero irse por detrás de un aparente interés por la recta doctrina, con una agenda de conspiración para liquidar a Jesús, al que se resisten a reconocer como “enviado de Dios”, es una hipocresía.

De ahí que se les convoque para que le den a Dios lo que es de Dios, es decir, Jesús y su mensaje.

Hay interpretaciones exclusivamente sociológicas que ven en lo que hay que dar a Dios una estrategia política en los mismos términos de la del César. Poder contra poder, organización contra organización, violencia contra violencia.

Se pierde así el énfasis en la Trascendencia del Reino en Jesús de Nazareth.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1666055494492999680?s=20

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Tobías 2,9-14

El cabrito supuestamente robado para Tobías, es ocasión de que emerja una verdad cotidiana oculta la más de las veces. La pobre mujer con la sobrecarga de generar ingresos, como si fuera una viuda, tiene que ser humillada por el supuesto santo Tobías, que corre cualquier riesgo por enterrar un muerto. Su airada respuesta sirve para ubicar las acciones, hasta las más puras y santas, en el terreno de las consecuencias a terceros. Y aprender a ver a través de los vulnerables que sufren consecuencias de actos heroicos. Esto nos lleva a la clave de consenso: por muy santo que seamos lo que queremos hacer, requerimos decidir en consenso cuando las consecuencias van más allá del que decide, sobre todo sobre los más vulnerables.

Salmo responsorial: 111

No es tan sencillo eso de estar firme nuestro corazón en el Señor, que no temamos las noticias, sobretodo las negativas. Y hay que reconocer que sólo nutridos por la fortaleza que nos aporta su Espíritu, podemos disponernos a ello. Y aun así… queda la reserva sobre mi docilidad de Fe.

Marcos 12, 13-17

La hipocresía de usar agendas aceptables como la de los Saduceos y Fariseos en esta ocasión, como la soberanía y nacionalismo frente al  César, parece levantarse como lo correcto, que hace quedar bien. Jesús destruye todo eso ubicando y ubicándose en una perspectiva donada y revelada: La soberanía efectiva de Dios, y nuestro debido acatamiento.

BEATO CARLO


 
De las Instrucciones de san Doroteo, abad.
(Instrucción 7, Sobre la acusación de sí mismo, 2-3: PG 88, 1699).


LA FALSA PAZ DE ESPÍRITU

El que se acusa a sí mismo acepta con alegría toda clase de molestias, daños, ultrajes, ignominias y otra aflicción cualquiera que haya de soportar, pues se considera merecedor de todo ello, y en modo alguno pierde la paz. Nada hay más apacible que un hombre de ese temple.
Pero quizás alguien me objetará: «Si un hermano me aflige y yo, examinándome a mí mismo, no encuentro que le haya dado ocasión alguna, ¿por qué tengo que acusarme?» En realidad,
el que se examina con diligencia y con temor de Dios nunca se hallará del todo inocente, y se dará cuenta de que ha dado alguna ocasión, ya sea de obra, de palabra o con el pensamiento. Y, si en nada de esto se halla culpable, seguro que en otro tiempo habrá sido motivo de aflicción para aquel hermano, por la misma o por diferente causa; o quizás habrá causado molestia a algún otro hermano. Por esto sufre ahora en justa compensación, o también por otros pecados que haya podido cometer en muchas otras ocasiones.

Otro preguntará por qué deba acusarse si, estando sentado con toda paz y tranquilidad, viene un hermano y lo molesta con alguna palabra desagradable o ignominiosa, y sintiéndose incapaz de aguantarla, cree que tiene razón en alterarse y enfadarse con su hermano; porque, si éste no hubiese venido a molestarlo, él no hubiera pecado.
Este modo de pensar es, en verdad, ridículo y carente de toda razón. En efecto, no es que al decirle aquella palabra haya puesto en él la pasión de la ira, sino que más bien
ha puesto al descubierto la pasión de que se hallaba aquejado; con ello le ha proporcionado ocasión de enmendarse, si quiere. Éste tal es semejante a un trigo nítido y brillante que, al ser roto, pone al descubierto la suciedad que contenía.
Así también el que está sentado en paz y tranquilidad, según cree,
esconde, sin embargo, en su interior una pasión que él no ve. Viene el hermano, le dice alguna Palabra molesta y, al momento, aquél echa fuera todo el pus y la suciedad escondidos en su interior. Por lo cual, si quiere alcanzar misericordia, mire de enmendarse, purifíquese, procure perfeccionarse, y verá que, más que atribuirle una injuria, lo que tenía que haber hecho era dar gracias a aquel hermano, ya que le ha sido motivo de tan gran provecho. Y, en lo sucesivo, estas pruebas no le causarán tanta aflicción, sino que, cuanto más se vaya perfeccionando, mas leves le parecerán. Pues el alma, cuanto más avanza en la perfección, tanto más fuerte y valerosa se vuelve en orden a soportar las penalidades que le puedan sobrevenir.