viernes, 7 de julio de 2023

DOCTORES DE LA IGLESIA

 



Viernes, XIII
San Agustín Sobre la predestinación de los elegidos 15, 30-31

El más esclarecido ejemplar de la predestinación y de la gracia es el mismo Salvador del mundo, el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús; porque para llegar a serlo, ¿con qué méritos anteriores, ya de obras, ya de fe, pudo contar la naturaleza humana que en él reside? Yo ruego que se me responda a lo siguiente: aquella naturaleza humana que en unidad de persona fue asumida por el Verbo, coeterno del Padre, ¿cómo mereció llegar a ser Hijo unigénito de Dios? ¿Precedió algún mérito a esta unión? ¿Qué obró, qué creyó o qué exigió previamente para llegar a tan inefable y soberana dignidad? ¿No fue acaso por la virtud y asunción del mismo Verbo, por lo aquella humanidad, en cuanto empezó a existir, empezó a ser Hijo único de Dios? Manifiéstese, pues, ya a nosotros en el que es nuestra Cabeza, la fuente misma de la gracia, la cual se derrama por todos sus miembros según la medida de cada uno. Tal es la gracia, por la cual se hace cristiano el hombre desde el momento en que comienza a creer; la misma por cual aquel Hombre, unido al Verbo desde el primer momento de su existencia, fue hecho Jesucristo; del mismo Espíritu Santo, de quien Cristo fue nacido, es ahora el hombre renacido; por el mismo Espíritu Santo, por quien verificó que la naturaleza humana de Cristo estuviera exenta de todo pecado, se nos concede a nosotros ahora la remisión de los pecados. Sin duda, Dios tuvo presciencia de que realizaría todas estas cosas. Porque en esto consiste la predestinación de los santos, que tan soberanamente resplandece en el Santo de los santos. ¿Quién podría negarla de cuantos entienden rectamente las palabras de la verdad Pues el mismo Señor de la gloria, en cuanto que el Hijo de Dios se hizo hombre, sabemos que fue también predestinado.


Fue, por tanto, predestinado Jesús, para que, al llegar a ser hijo de David según la carne, fuese también, al mismo tiempo, Hijo de Dios según el Espíritu de santidad; pues nació del Espíritu Santo y de María Virgen. Tal fue aquella singular elevación del hombre, realizada de manera inefable por el Verbo divino, para que Jesucristo fuese llamado a la vez, verdadera y propiamente, Hijo de Dios e hijo del hombre; hijo del hombre, por la naturaleza humana asumida, e Hijo de Dios, porque el Verbo unigénito la asumió en sí; de otro modo no se creería en una trinidad, sino en una cuaternidad de personas.

Así fue predestinada aquella humana naturaleza a tan grandiosa, excelsa y sublime dignidad, más arriba de la cual no podría ya darse otra elevación mayor; de la misma manera que la divinidad no pudo descender ni humillarse más por nosotros, que tomando nuestra naturaleza con todas sus debilidades hasta la muerte de cruz. Por tanto, así como ha sido predestinado ese hombre singular para ser nuestra Cabeza, así también una gran muchedumbre hemos sido predestinados para ser sus miembros. Enmudezcan, pues, aquí las deudas contraídas por la humana naturaleza, pues ya perecieron en Adán, y reine por siempre esta gracia de Dios, que ya reina por medio de Jesucristo, Señor nuestro, único Hijo de Dios y Único Señor. Y así, si no es posible encontrar en nuestra Cabeza mérito alguno que preceda a su singular generación, tampoco en nosotros, sus miembros, podrá encontrarse merecimiento alguno que preceda a tan multiplicada regeneración
.

Una gran muchedumbre hemos sido predestinados para ser sus miembros. Todos aquellos que ya lo son, o han sido, sin que se pueda decir que esa predestinación gratuita sea una garantía de nada en definitiva, sin la colaboración de la buena voluntad de nosotros. Así es la gracia que actúa con predestinación, para incluir no para recluir o dañar.


jueves, 6 de julio de 2023

PALABRA COMENTADA

 JUEVES 13 DE TIEMPO ORDINARIO
Año Impar
Génesis 22,1-19


REFLEXIÓN

Dios puso a prueba a Abrahán llamándole: "¡Abrahán!" Él respondió: "Aquí me tienes."

Vamos aprendiendo lenta y procesualmente sobre la prueba del Señor, como purificaciòn de amor. Pone a prueba la fe, sus motivos, su alcance, la específica y personal unión con Dios.

A pesar de los errores cometidos me puedo redimir y santificar: porque el perdón del Señor es generoso, más que el nuestro. El único compromiso es que yo también perdone.

Toma a tu hijo único, al que quieres, a Isaac

Hay otro pueblo que se va haciendo numeroso y también es fiel y piadoso con su expresión de Dios: el Islam. Al contrario de nosotros parece más arraigado en su cultura. Y como nosotros muestra extremos de violencia religiosa. Parecemos en guerra.

Este pueblo alega y defiende el sacrificio del hijo de Abraham como el de Ismael y no el de Isaac, y por lo tanto reclama para sí la promesa.

También los creyentes de Jesús, como dice Pablo reclamamos la auténtica descendencia y promesa. Tres reclamos. Pero dos: hebreos e islámicos concentrados en franjas de tierra.

Un enfoque de pluralismo religioso no haría énfasis en esta división tripartita, sino en el respeto a cada revelación como relacionada con el Dios auténtico.

ofrécemelo allí en sacrificio

Este símbolo de la promesa, hijo de la estéril o hijo de la esclava, es pedido para sacrificar. Es una prueba de confianza, que debe superar el terror de la pérdida y el miedo al futuro.

Sin embargo en la revelación de Jesús, el hijo, el símbolo, sí es sacrificado. Como dice Pablo, allí se llega hasta el final y el Padre Dios entrega a su hijo. El que pidió y liberó a Isaac-Ismael, no liberó a Jesús, para llegar hasta el final en su amor.

"Dios proveerá el cordero para el sacrificio, hijo mío."

Entre los paradigmas de fe que enlista la carta a los hebreos, sobresale la de Abraham por esa total disponibilidad al designio del Señor. No sólo en lo global totalizador sino también en el detalle de la coyuntura histórica.

Abraham nos ayuda a penetrar en el cumplimiento de Jesús de la voluntad de su Padre.

Juntos hacen del “Dios proveerá, Padre proveerá” el programa de vida.

Ahora sé que temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo."

Cuál es el extremo existencial al que debemos llegar para escuchar esta voz del Padre. No reservarnos es despojarnos. Despojarnos para que su Espíritu nos posea y transforme.

vio un carnero enredado por los cuernos en una maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo

El Padre no tuvo a quién acudir ni de quién esperar un último milagro que lo librara de entregar a Jesús. Si alguien, fue Él quien se despojo totalmente. Por eso en nuestro despojo Jesús es nuestro recurso definitivo y en él podemos esperar la intervención salvífica.

Salmo responsorial: 114



REFLEXIÓN

Me envolvían redes de muerte, / me alcanzaron los lazos del abismo, / caí en tristeza y angustia. / Invoqué el nombre del Señor: / "Señor, salva mi vida."

Bien pudiera este versículo del salmo mostrar el sentimiento de acoso y pavor experimentado por el rey David cuando era perseguido por la conspiración de su hijo Absalón.

Un clásico ruego in extremis bajo el efecto de una gran angustia como reacción al cerco que establece un enemigo poderoso, de cuyos tentáculos apenas se ve cómo escapar.

Hablamos actualmente de las redes sociales, fascinados por una tecnología que nos relaciona virtualmente de tal forma que permite una comunicación extensa e intensa  de muchos.

Es un medio que ha prestado ayuda a emergencias médicas, de personas que solicitan tratamiento o medicamentos que no se consiguen fácilmente.

Como todo lo que hacemos e inventamos también tiene su lado oscuro, porque en las redes se han publicado cosas que luego se sabe o nunca se llega a saber si son verdaderas, prestándose a la difamación y la intromisión indebida en la privacidad personal.

Aquí debemos volver sobre el dicho evangélico del sábado para el hombre y no al revés. La tecnología para el hombre y no al revés.

Mateo 9,1-8



REFLEXIÓN

Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: "¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados."

En este momento se satisfaría el paralítico con este dicho de Jesús? El pecado es entonces la fuente de las enfermedades y éstas son síntomas de pecado. Hay una íntima relación en esa cultura entre ambas. Pero también esperaría su curación física.

Para haberle llevado al enfermo los acudientes daban muestra de alguna fe, aunque fuera por intentar cualquier alternativa, como era la de acudir a un afamado taumaturgo.

Porque no solo la fe del enfermo es importante sino también la de sus acompañantes que sienten como propia su enfermedad. Ese gesto de solidaridad es ya una proclamación de fe.

Pero Jesús no sana por fuera sino de raíz y acorde a la sabiduría de su tiempo se enfoca en el pecado como causa de todo lo malo.

Será solo una sabiduría trasnochada porque hoy existen ámbitos en los que el pecado como causa de males y enfermedades es invisible.

¿Qué es más fácil decir: "Tus pecados están perdonados", o decir: "Levántate y anda"?

En esta cultura una palabra que dice y hace es lo cabal, lo normal, lo esperado. El hiato y esquizofrenia entre decir y hacer pertenece a otra mentalidad más interesada en el concepto como método de análisis, no como estilo de vida.

Pero esta teocultura mira al Señor como Paradigma del decir y hacer, como en la creación del Génesis. Y Jesús lo trae a cuento porque su decir y hacer son los del Padre. Si dicen que perdonan los pecados hacen que brote la salud para una mayor calidad de vida.

para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados -dijo dirigiéndose al paralítico-: "Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa.""

Jesús sabía de ese anhelo y procedió en conformidad, estableciendo en ese contexto de pecado-enfermedad, causa-consecuencia, un poder curativo, regenerador, liberador.

el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecado

El evangelista utiliza un título que según muchos estudiosos representa el único aceptado y usado por el mismo Jesús.

En este nivel redaccional parece referirse a una potestad terrenal delegada porque en el credo israelita sólo Dios perdonaba pecados.

Tal delegación hace de Jesús de Nazareth alguien muy especial en conexión con el Padre Dios.

La naturaleza de ese vínculo especial será tema de estudio y reflexión en la historia de la comunidad de seguidores de Jesús hasta alcanzar el estatus de dogma cristológico.

En nuestro tiempo los dogmas, incluso los más antiguos están en revisión porque su expresión lingüística y la mentalidad que los concibió no son las mismas que las actuales.

Frente a esa revisión caben básicamente dos posturas: una que mantiene el dogma mientras lo actualiza, y otra que lo suspende.

Pero tal discrepancia no nos exime de asumir cada uno una definición frente a Jesús de Nazareth según la fe que profesemos.

Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.

Este comentario al final del relato recoge el fondo de la catequesis: Jesús de Nazareth es un hombre que representa el inicio de una humanidad con el poder de perdonar, de modo que el atributo propio de Dios, parte de su misterio y trascendencia, ahora es nuestro.

Nosotros podemos, si queremos, hacerle frente al misterio de iniquidad en el mundo y restaurar el designio original como reino de los cielos.

Es nuestro legado de fe en Jesús de Nazareth.

Con su decir y hacer, Jesús daba testimonio de tomar al Señor en serio al hacerlo presente en la vida corriente. Por eso se sobrecogían. 

Algunos encuentros con Dios son como un fogonazo en la conciencia que nos hace exclamar sobrecogidos: ”no pensábamos que el Señor estuviera aquí!”

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1676909491042787329?s=20 

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Génesis 22,1-19

El misterio o desafío del Dios en proceso de Revelación en la cultura plantea el dilema de una divinidad supuestamente especial, que eligió a Abraham y le prometió descendencia, le pide que se lo sacrifique. Con lo cual se echa a pique la promesa y el inicio de la paternidad de multitudes. Este desafío será una cruz de los intérpretes y de la fe en la vida corriente de aquellos que al creer se arriesgan al desafío del Bien enrarecido porel Mal en un Dios bueno.

Salmo responsorial: 114

Confesar al Señor como bueno, que escucha mi angustia y miedo, debe pasar de ser una manipulación mágica que lo adula para que no me cause daño, si es que Él lo produce. Pasar de una fe aplacamiento, a una confiada en la bondad y el amar, es el aporte de la Revelación en Jesús, quien en el tormeto de la cruz sigue creyendo aunque se angustie.

Mateo 9,1-8

Jesús interviene primero ubicando teológicamente a los que esperan curación. En efecto lo primero en el orden de la causa principal es el pecado como ese desafío que somos los seres humanos divididos y seducidos entre bueno y malo, fidelidad a Dios o a nuestra alienación. Los males físicos y espirituales que padecemos vendrían a ser secuelas de una situación básica de desorden de prioridades. Nos enredamos solos. Es la constante histórica de la corrupción de todo tipo, porque muchos de los que hacen maravillas en el mundo caen bajo el peso de su propia autoglorificación, ambición y prepotencia.