MARTES 20
DE TIEMPO ORDINARIO
Año
Impar
Jueces
6,11-24ª
REFLEXIÓN
"Perdón, si el Señor está
con nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto?
La
pregunta que ronda frecuentemente el corazón creyente, y no tiene
respuesta definitiva. Solo en actitudes de rebeldía o mayor
aceptación.
Es
un proceso de fe, que dará sus frutos, en la paciencia del tiempo.
El Señor se volvió a él y le
dijo: "Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los
madianitas. Yo te envío.
En
ocasiones la respuesta decanta hacia un envío, una misión, que no
parece acorde a nuestras fuerzas ni disposición.
Entonces
hay que crecer ante el desafío, y decidirse a dar respuesta tal como
somos, creyendo que el Señor nos acompaña.
"Si he alcanzado tu favor, dame
una señal de que eres tú quien habla conmigo.
La
confirmación es parte de la misión: un signo de que andamos por el
camino elegido por el Señor.
Es
un diálogo más allá de las palabras, para ir aumentando la
convicción y la entrega.
una llamarada que los consumió
Fuego
como elemento aniquilador y transformador.
Es
un encuentro que recuerda, pero en forma diferente, la reunión y
misión de Moisés y YHWH.
"Señor de la Paz"
Los
encuentros con el Señor son para conversión y compromiso, no para
temer y acobardarse. Son oasis de paz en medio de la guerra.
Salmo
responsorial: 84
REFLEXIÓN
"Dios
anuncia la paz / a su pueblo y a sus amigos / y a los que se
convierten de corazón."
Una
paz histórica pero espiritual se va dando en elipsis del tiempo,
concéntricas, semejantes y desemejantes.
El
Señor da lo nuevo y lo antiguo en niveles diferentes, enseñándonos
a crecer y dar respuestas más sinceras cada vez.
Son
oportunidades para irse despojando de ropajes y máscaras con los que
hemos cubierto inútilmente nuestra desnudez vulnerable, con la
ilusión de alejar el frío y el dolor.
En
el mito del pecado original el Señor reprocha a la primera pareja
que se hayan cubierto su desnudez.
Lo
que siguió en el adelante histórico fue el fracaso sucesivo de
cubrirse, pretendiendo que no existía la desnudez ni se era
vulnerable.
Mateo
19,23-30
REFLEXIÓN
difícilmente entrará un rico en el
reino de los cielos
Por
su apego a las riquezas.
Se
observa que individualmente o como sistema, la acumulación es signo
de codicia, aun cuando haya muestras de solidaridad poco
comprometida.
Porque
aun en la buena obra se pueden colar el cálculo y el interés de
acumular riquezas.
"Entonces, ¿quién puede
salvarse?"
En
alguna forma todos somos ricos, y estamos apegados a alguna forma de
riqueza
Este
espanto no tiene sentido si los discípulos no tuvieran idea de las
riquezas, al menos como proyecto de vida. Quién no quiere riquezas?
Se
muestran como el brillo que alumbra la oscuridad de las existencias y
resuelve la infelicidad.
Entonces
el espanto tiene que ser por el sentido de ricos que es el ideal de
la mayoría de las personas que no tiene el tesoro en el reino.
El
reino no tiene que ver con acumulación como programa de vida, sino
con lo contrario.
La
riqueza divide, la solidaridad fraterniza y une.
Si
el reino es fraternidad y comunión, la codicia se constituye en un
obstáculo insalvable e irredimible.
Para los hombres es imposible; pero
Dios lo puede todo."
Porque
si dependiera de nosotros nos quedaríamos ricos, pero sin Dios.
Con
esta fuerza queremos itinerar, con la convicción de que en el camino
vamos con la suma de las posibilidades, si le creemos más que a
nosotros mismos y nuestros apegos.
Es
su don mover el corazón del apego a la acumulación de bienes, a la
riqueza.
De
ahí que aun en el pobre y mísero, a quien nos debe preocupar ayudar
a salir de su pobreza, se puede dar la codicia.
Y
por descuidar ese enfoque sobre el apego a la riqueza ciertos
proyectos de desarrollo y crecimiento material que acompañan la
evangelización terminan en fracaso, desunión, y mayor apego a lo
material.
dijo Pedro: "Pues nosotros lo
hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?"
Entre
los seguidores hay quienes se han despojado de lo material y ya no
tienen la acumulación y la codicia como meta existencial, como logro
de la vida.
Son
espontáneos y honestos los discípulos de Jesús en ese momento
porque no esconden su ambición de ser ricos en bienes materiales
junto a Jesús.
cuando llegue la renovación, y el
Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también
vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos
para regir a las doce tribus de Israel
Como
toda realidad evangélica implica una transformación de lo
corruptible.
El
poder de los que lo han abandonado todo por el Señor se verá al
final.
El que por mí deja casa, hermanos o
hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces
más, y heredará la vida eterna
La
dependencia del Señor, como la de Jesús de Nazareth, se manifiesta
aquí y ahora y al final también.
La
fraternidad de la comunidad, en vez de la división y egocentrismo de
la sociedad sin Dios, es un bien que podemos disfrutar ya como
realización anticipada del reino.
Es
la prenda, el botón de muestra de lo que será en la plenitud.
No
sólo dejar posesiones sino también personas. Dejar relaciones.
Dejar apegos pecaminosos y desordenados.
Un
despojo voluntario en el compartir engendra una fraternidad que
multiplica con creces lo que se ha dejado.
El
Señor no se deja vencer en generosidad.
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Martes
20ª semana de tiempo ordinario
Jueces
6,11-24a
Nos nos atrevemos a hacer el desafío
que nos plantea Dios porque desconfiamos de nuestras fuerzas, pero
también de Él. Despojarse de la seguridad de lo mucho o poco que
tengo, es un don de Dios que nos impele a mostrar la gratuidad de su
amar en plenitud.
Salmo
responsorial: 84
Solo
una comunidad justa en la distribución de su riqueza puede
experimentar la paz como bendición
Mateo
19,23-30
Preguntará
el rico bien intencionado: cómo le hago para no apegarme a mis
riquezas, y tener la posibilidad de entrar en el Reino? Sólo
repartiendo entre los pobres, como hicieron algunos que se despojaron
para seguir al Señor? Posiblemente así, o en otra forma que
implique despojo. Parece que Jesús da a entender que tal
imposibilidad de salvarse con riquezas, la soluciona Dios con su
omnipotencia. Podría ser algo engañoso, aguardar cómodamente a que
ello ocurra. Y quizás como todo el mensaje evangélico nos urge,
debemos buscar para hallar y pedir para que se nos de el desapego
concreto de la riqueza, cuando sea y como sea el agrado de Dios, como
el testimonio de un Dios que se da completo en sus bienes y
bendiciones, sobre todo para los que menos pueden.