miércoles, 23 de agosto de 2023

BEATO CARLO

 


Del Comentario de san Jerónimo presbítero, sobre el Eclesiastés
(PL 23, 1057-1059)


BUSCAD LAS COSAS DE ARRIBA

Cuando a cualquier hombre Dios da riquezas y hacienda y le permite disfrutar de ellas, tomar su paga y holgarse en medio de sus fatigas, esto es un don de Dios. Porque así no tiene que pensar mucho en los días de su vida, mientras Dios le llena de alegría el corazón. Lo que se afirma aquí es que, en comparación de aquel que come de sus riquezas en la oscuridad de sus muchos cuidados y reúne con enorme cansancio bienes perecederos, es mejor la condición del que disfruta de lo presente. Éste, en efecto, disfruta de un placer, aunque pequeño; aquél, en cambio, sólo experimenta grandes preocupaciones. Y explica el motivo por qué es un don de Dios el poder disfrutar de las riquezas: Porque así no tiene que pensar mucho en los días de su vida.

Dios, en efecto, hace que se distraiga con alegría de corazón: no estará triste, sus pensamientos no lo molestarán, absorto como está por la alegría y el goce presente. Pero es mejor entender esto, según el Apóstol, de la comida y bebida espirituales que nos da Dios, y reconocer la bondad de todo aquel esfuerzo, porque se necesita gran trabajo y esfuerzo para llegar a la contemplación de los bienes verdaderos. Y ésta es la suerte que nos pertenece: alegrarnos de nuestros esfuerzos y fatigas. Lo cual, aunque es bueno, sin embargo no es aún la bondad total, hasta que se manifieste Cristo, que es nuestra vida.

Todo el mundo se fatiga para comer y, a pesar de todo, nunca se sacia su alma. ¿En qué supera el sabio al necio? ¿En qué al pobre que sabe vivir su vida? Todo aquello por lo cual se fatigan los hombres en este mundo se consume con la boca y, una vez triturado por los dientes, pasa al vientre para ser digerido. Y el pequeño placer que causa a nuestro paladar dura tan sólo el momento en que pasa por nuestra garganta.

Y, después de todo esto, nunca se sacia el alma del que come: ya porque vuelve a desear lo que ha comido (y tanto el sabio como el necio no pueden vivir sin comer, y el pobre sólo se preocupa de cómo podrá sustentar su débil organismo para no morir de inanición), ya porque el alma ningún provecho saca de este alimento corporal, y la comida es igualmente necesaria para el sabio que para el necio, y allí se encamina el pobre donde adivina que hallará recursos.

Es preferible entender estas afirmaciones como referidas al hombre eclesiástico, el cual, instruido en las Escrituras santas, se fatiga para comer y, a pesar de todo, nunca se sacia su alma, porque siempre desea aprender más. Y en esto sí que el sabio aventaja al necio; porque, sintiéndose pobre (aquel pobre que es proclamado dichoso en el Evangelio), trata de comprender aquello que pertenece a la vida, anda por el camino angosto y estrecho que lleva a la vida, es pobre en obras malas y sabe dónde habita Cristo, que es la vida.

martes, 22 de agosto de 2023

PALABRA COMENTADA

 

MARTES 20 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Jueces 6,11-24ª



REFLEXIÓN

"Perdón, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto?

La pregunta que ronda frecuentemente el corazón creyente, y no tiene respuesta definitiva. Solo en actitudes de rebeldía o mayor aceptación.

Es un proceso de fe, que dará sus frutos, en la paciencia del tiempo.

El Señor se volvió a él y le dijo: "Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los madianitas. Yo te envío.

En ocasiones la respuesta decanta hacia un envío, una misión, que no parece acorde a nuestras fuerzas ni disposición.

Entonces hay que crecer ante el desafío, y decidirse a dar respuesta tal como somos, creyendo que el Señor nos acompaña.

"Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien habla conmigo.

La confirmación es parte de la misión: un signo de que andamos por el camino elegido por el Señor.

Es un diálogo más allá de las palabras, para ir aumentando la convicción y la entrega.

una llamarada que los consumió

Fuego como elemento aniquilador y transformador.

Es un encuentro que recuerda, pero en forma diferente, la reunión y misión de Moisés y YHWH.

"Señor de la Paz"

Los encuentros con el Señor son para conversión y compromiso, no para temer y acobardarse. Son oasis de paz en medio de la guerra.

Salmo responsorial: 84



REFLEXIÓN

"Dios anuncia la paz / a su pueblo y a sus amigos / y a los que se convierten de corazón."

Una paz histórica pero espiritual se va dando en elipsis del tiempo, concéntricas, semejantes y desemejantes.

El Señor da lo nuevo y lo antiguo en niveles diferentes, enseñándonos a crecer y dar respuestas más sinceras cada vez.

Son oportunidades para irse despojando de ropajes y máscaras con los que hemos cubierto inútilmente nuestra desnudez vulnerable, con la ilusión de alejar el frío y el dolor.

En el mito del pecado original el Señor reprocha a la primera pareja que se hayan cubierto su desnudez.

Lo que siguió en el adelante histórico fue el fracaso sucesivo de cubrirse, pretendiendo que no existía la desnudez ni se era vulnerable.

Mateo 19,23-30



REFLEXIÓN

difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos

Por su apego a las riquezas.

Se observa que individualmente o como sistema, la acumulación es signo de codicia, aun cuando haya muestras de solidaridad poco comprometida.

Porque aun en la buena obra se pueden colar el cálculo y el interés de acumular riquezas.

"Entonces, ¿quién puede salvarse?"

En alguna forma todos somos ricos, y estamos apegados a alguna forma de riqueza

Este espanto no tiene sentido si los discípulos no tuvieran idea de las riquezas, al menos como proyecto de vida. Quién no quiere riquezas?

Se muestran como el brillo que alumbra la oscuridad de las existencias y resuelve la infelicidad.

Entonces el espanto tiene que ser por el sentido de ricos que es el ideal de la mayoría de las personas que no tiene el tesoro en el reino.

El reino no tiene que ver con acumulación como programa de vida, sino con lo contrario.

La riqueza divide, la solidaridad fraterniza y une.

Si el reino es fraternidad y comunión, la codicia se constituye en un obstáculo insalvable e irredimible.

Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo."

Porque si dependiera de nosotros nos quedaríamos ricos, pero sin Dios.

Con esta fuerza queremos itinerar, con la convicción de que en el camino vamos con la suma de las posibilidades, si le creemos más que a nosotros mismos y nuestros apegos.

Es su don mover el corazón del apego a la acumulación de bienes, a la riqueza.

De ahí que aun en el pobre y mísero, a quien nos debe preocupar ayudar a salir de su pobreza, se puede dar la codicia.

Y por descuidar ese enfoque sobre el apego a la riqueza ciertos proyectos de desarrollo y crecimiento material que acompañan la evangelización terminan en fracaso, desunión, y mayor apego a lo material.

dijo Pedro: "Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?"

Entre los seguidores hay quienes se han despojado de lo material y ya no tienen la acumulación y la codicia como meta existencial, como logro de la vida.

Son espontáneos y honestos los discípulos de Jesús en ese momento porque no esconden su ambición de ser ricos en bienes materiales junto a Jesús.

cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel

Como toda realidad evangélica implica una transformación de lo corruptible.

El poder de los que lo han abandonado todo por el Señor se verá al final.

El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna

La dependencia del Señor, como la de Jesús de Nazareth, se manifiesta aquí y ahora y al final también.

La fraternidad de la comunidad, en vez de la división y egocentrismo de la sociedad sin Dios, es un bien que podemos disfrutar ya como realización anticipada del reino.

Es la prenda, el botón de muestra de lo que será en la plenitud.

No sólo dejar posesiones sino también personas. Dejar relaciones. Dejar apegos pecaminosos y desordenados.

Un despojo voluntario en el compartir engendra una fraternidad que multiplica con creces lo que se ha dejado.

El Señor no se deja vencer en generosidad.

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Martes 20ª semana de tiempo ordinario

Jueces 6,11-24a

Nos nos atrevemos a hacer el desafío que nos plantea Dios porque desconfiamos de nuestras fuerzas, pero también de Él. Despojarse de la seguridad de lo mucho o poco que tengo, es un don de Dios que nos impele a mostrar la gratuidad de su amar en plenitud.

Salmo responsorial: 84

Solo una comunidad justa en la distribución de su riqueza puede experimentar la paz como bendición

Mateo 19,23-30

Preguntará el rico bien intencionado: cómo le hago para no apegarme a mis riquezas, y tener la posibilidad de entrar en el Reino? Sólo repartiendo entre los pobres, como hicieron algunos que se despojaron para seguir al Señor? Posiblemente así, o en otra forma que implique despojo. Parece que Jesús da a entender que tal imposibilidad de salvarse con riquezas, la soluciona Dios con su omnipotencia. Podría ser algo engañoso, aguardar cómodamente a que ello ocurra. Y quizás como todo el mensaje evangélico nos urge, debemos buscar para hallar y pedir para que se nos de el desapego concreto de la riqueza, cuando sea y como sea el agrado de Dios, como el testimonio de un Dios que se da completo en sus bienes y bendiciones, sobre todo para los que menos pueden.