lunes, 5 de febrero de 2024

PALABRA COMENTADA


 

Lunes 5 de tiempo ordinario

Año Par

1Reyes 8,1-7.9-13



REFLEXIÓN

En el arca sólo había las dos tablas de piedra que colocó allí Moisés en el Horeb, cuando el Señor pactó con los israelitas, al salir de Egipto.

Ningún vestigio de una divinidad maravillosa y evidente. 

Solo un escrito primitivo que expresaba un orden, una ley, asumida como voluntad de Dios.

Esta asunción impuesta a un pueblo es el fundamento de su unión, de su misión y destino. 

Palabra humana con prestigio de Dios transmitida multisecularmente.

El poder de rebeldía humana podría hacer trizas esta presunción y arrojar a la anarquía y la destrucción tal pueblo, su unidad, misión y destino.

Pero la docilidad final a un ordenamiento que permita la convivencia y el respeto, se impone en este y los demás pueblos, como una alianza de sensatez a favor de la vida y el orden que la haga viable.

Concitar finalmente voluntades a un bien común, podría ser tenido como inspiración de un Espíritu de vida para la salvación de la creación.

Entonces Salomón dijo: "El Señor puso el sol en el cielo, el Señor quiere habitar en la tiniebla; y yo te he construido un palacio, un sitio donde vivas para siempre."

Un acto político que tendrá sus efectos ambivalentes: para la unificación del pueblo, haciéndolo más fuerte, pero instaurando un nuevo estilo de esclavitud de propios y extraños. 

El progreso que pasa su factura.

Salmo responsorial: 131



REFLEXIÓN

entremos en su morada

Lo que cuenta es la fe del orante que hace la presencia del Señor. Por eso su morada está en nosotros. 

Somos nosotros los que tenemos que hacer espacio en nuestra existencia, para que se manifieste por nuestra fe. Y arrostrar la duda que ocasional y vehemente toque nuestro sentido común, sobre sí o no soy un iluso al mantener estar fe.

Que subsista ella se estima entonces como un don del Señor, que nos permite atravesar el miedo de la ilusión.

Marcos 6, 53-56



REFLEXIÓN

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos, terminada la travesía, tocaron tierra en Genesaret, y atracaron. Apenas desembarcados, algunos lo reconocieron, y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaban los enfermos en camillas. En la aldea o pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto; y los que lo tocaban se ponían sanos

Es como alentar la magia y el materialismo de la curación. Pero eso no está rechazado, antes lo contrario, en el evangelio. Acercarse al Señor por necesidad no es desdeñable. Quizás sí reducir la relación con él a eso solamente.

Se trata de un relato que expresa un tipo, una generalidad para perfilar una actuación de Jesús de Nazaret por un tiempo indeterminado y la acogida de la gente a su sanación. Pasó haciéndolo bien.

Según los entendidos un resumen o recapitulación en el relato evangélico es una ficción técnica para cubrir un espacio de tiempo y espacio con las actividades de Jesús y su repercusión.

Nos da la imagen de un incesante predicador itinerante y curador cuya fama se va ampliando en las aldeas.

Nos da a entender la intensidad de la entrega a una tarea asumida para establecer un reino, un dominio, una creación. 

Está Jesús enmendando la creación de Dios? Si advertimos que nunca el caos ha desaparecido sino que amenaza y aparece aleatoriamente, sabremos que la misión de Jesús no carece de necesidad y su pretensión se justifica.

Se busca una nueva creación, un orden más acabado, una seguridad definitiva, una colaboración humana más decidida en su responsabilidad de cuidar la creación.

Jesús nos enseña y guía para reparar y recrear infatigablemente, sin dejarnos vencer por el asomo de caos y tinieblas, con las arras del Espíritu de la nueva vida inaugurada en su Resurrección.

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1Reyes 8,1-7.9-13

Salmo responsorial: 131

Marcos 6, 53-56

DOCTORES DE LA IGLESIA


 

LA ALEGRÍA DEL ESPÍRITU SANTO COMPARTIDA

San Buenaventura  Breviloquio, prólogo 

El origen de la sagrada Escritura no hay que buscarlo en la investigación humana, sino en la revelación divina, que procede del Padre de los astros, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, de quien, por su Hijo Jesucristo, se derrama sobre nosotros el Espíritu Santo, y, por el Espíritu Santo, que reparte y distribuye a cada uno sus dones como quiere, se nos da la fe, y por la fe habita Cristo en nuestros corazones. 

REFLEXIÓN

Se corta así por lo sano la discusión eterna sobre el origen de la Sagrada Escritura. Es un tema de fe, no de investigación humana. Si algo habría que discutir, es sobre la fe y su pretensión de alcanzar el origen, privando al esfuerzo humano de comprensión, dada por el mismo Creador, propia y según la coherencia y consistencia de sus métodos.

En esto consiste el conocimiento de Jesucristo, conocimiento que es la fuente de la que dimana la firmeza y la comprensión de toda la sagrada Escritura. Por esto, es imposible penetrar en el conocimiento de las Escrituras, si no se tiene previamente infundida en sí la fe en Cristo, la cual es como la luz, la puerta y el fundamento de toda la Escritura. 

Se trata de una contradicción radical: conocimiento por la fe de Jesucristo mediante la fe previamente infundida, donada, dispensada y que actúa como según las imágenes como luz porque alumbra la oscuridad del misterio, como puerta porque permite entrar desde dentro y no por violencia, y fundamento porque sin ese paso lo que venga no podrá darse.

REFLEXIÓN

En efecto, mientras vivimos en el destierro lejos del Señor, la fe es el fundamento estable, la luz directora y la puerta de entrada de toda iluminación sobrenatural; ella ha de ser la medida de la sabiduría que se nos da de lo alto, para que nadie quiera saber más de lo que conviene, sino que nos estimemos moderadamente, según la medida de la fe que Dios otorgó a cada uno. 

REFLEXIÓN

Se trata con la fe de una sabiduría donada, de lo alto o de lo profundo, según las tendencias espaciales de tal o cual generación a lo largo de los siglos.  Una sabiduría que opera como un sometimiento, o cesión de derechos, una sumisión, docilidad u obediencia, que obviamente resulta discordante en un ambiente rígido en cuanto a la afirmación del intelecto humano como medida de todas las cosas.

La finalidad o fruto de la sagrada Escritura no es cosa de poca importancia, pues tiene como objeto la plenitud de la felicidad eterna. Porque la Escritura contiene palabras de vida eterna, puesto que se ha escrito no sólo para que creamos, sino también para que alcancemos la vida eterna, aquella vida en la cual veremos, amaremos y serán saciados todos nuestros deseos; y, una vez éstos saciados, entonces conoceremos verdaderamente lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano, y así llegaremos a la plenitud total de Cristo. 

REFLEXIÓN

El fin de tal estilo de vida, que tanto descompone la autonomía del conocimiento humano, es alcanzar la vida que, como alternativa a esta, no tiene fin, y por lo tanto implica la felicidad plena, que consiste en ver, amar y saciar todo anhelo.De esto y su valor en los tiempos presentes, nos son testigos las investigaciones humanas que plantean la dinámica de la búsqueda de la plenitud de los hombres y mujeres. Porque ellas arrojan, que llevamos muy profundamente el anhelo, el deseo, la ansiedad por ser más.

En esta plenitud, de que nos habla el Apóstol, la sagrada Escritura se esfuerza por introducirnos. Ésta es la finalidad, ésta es la intención que ha de guiarnos al estudiar, enseñar y escuchar la sagrada Escritura. 


REFLEXIÓN

Dedicarse a la Escritura, es consagrarse a vivir con ilusión de eternidad y plenitud.

Y, para llegar directamente a este resultado, a través del recto camino de las Escrituras, hay que empezar por el principio, es decir, debemos acercarnos, sin otro bagaje que la fe, al Padre de los astros, doblando las rodillas de nuestro corazón, para que él, por su Hijo, en el Espíritu Santo, nos dé el verdadero conocimiento de Jesucristo y, con el conocimiento, el amor, para que así, conociéndolo y amándolo, fundamentados en la fe y arraigados en la caridad, podamos conocer lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo de la sagrada Escritura y, por este conocimiento, llegar al conocimiento pleno y al amor extático de la santísima Trinidad; a ello tienden los anhelos de los santos, en ello consiste la plenitud y la perfección de todo lo bueno y verdadero.

REFLEXIÓN

Tal es el compromiso con la plenitud que anima este estudio de La Escritura por fe, que no se puede dar sin un trabajo por la perfección de lo bueno y verdadero,  de lo ético, lo conveniente, lo razonable y lo responsable desde ahora en esta convivencia humana