jueves, 21 de marzo de 2024

BEATO CARLO

BEATO CARLO



 De la Constitución dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia, del Concilio Vaticano segundo(Núm. 9)


LA IGLESIA, SACRAMENTO VISIBLE DE LA UNIDAD SALUTÍFERA

Mirad que llegan días -oráculo del Señor- en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. Pondré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande -oráculo del Señor-.

Pacto nuevo que estableció Cristo, es decir, el nuevo Testamento en su sangre, convocando un pueblo de entre los judíos y los gentiles, que se condensara en unidad no según la carne, sino en el Espíritu, y constituyera un nuevo pueblo de Dios.

Pues los que creen en Cristo -renacidos de germen no corruptible, sino incorruptible, por la palabra de Dios vivo, no de la carne, sino del agua y del Espíritu Santo- son hechos por fin linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido por Dios; aquellos que en otro tiempo no eran pueblo y son ahora pueblo de Dios.

Ese pueblo mesiánico tiene por cabeza a Cristo, que fue entregado a la muerte por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación y, habiendo conseguido un nombre que está sobre todo nombre, reina ahora gloriosamente en los cielos.

Poseen los que forman este pueblo la dignidad y libertad de los hijos de Dios, y en sus corazones habita el Espíritu Santo como en un templo.

Tienen por ley el mandato de amar como el mismo Cristo nos amó.

Tiene, últimamente, este pueblo como fin la dilatación del reino de Dios, incoado por el mismo Dios en la tierra, hasta que sea consumado por él mismo al fin de los tiempos, cuando se manifieste Cristo, nuestra vida, y la creación misma se vea liberada de la esclavitud de la corrupción para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Aquel pueblo mesiánico, por tanto, aunque de momento no contenga a todos los hombres y muchas veces aparezca como una pequeña grey, es, sin embargo, el germen firmísimo de unidad, de esperanza y de salvación para todo el género humano.
Constituido por Cristo en orden a la comunión de vida, de caridad y de verdad, es empleado también por él como instrumento de la redención universal y es enviado a todo el mundo como luz del mundo y sal de la tierra.

Así como el pueblo de Israel según la carne, cuando peregrinaba por el desierto, fue llamado ya alguna vez Iglesia de Dios, así el nuevo Israel, que va avanzando en este mundo hacia la ciudad futura y permanente, es llamado también Iglesia de Cristo, porque él la adquirió con su sangre, la llenó de su Espíritu y la proveyó de medios aptos para una unión visible y social.

La congregación de todos los creyentes, que miran a Jesús como autor de la salvación y principio de la unidad y de la paz, es la Iglesia convocada y constituida por Dios para que sea sacramento visible de esta unidad salutífera para todos y cada uno

miércoles, 20 de marzo de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 5 de Cuaresma

Daniel 3,14-20.91-92.95



REFLEXIÓN

¿qué dios os librará de mis manos?

Es posible vivir en situaciones difíciles y complicadas, en las que tiene que ver nuestra decisión quizá irresponsable, pero también algunas circunstancias que evolucionan, haciendo nuestra suerte o destino muy duro, difícil, amargo e infeliz.

Se podría aprender entonces a tener más sabiduría, para proceder con mayor responsabilidad, aunque eso no es un seguro de que todo irá mejor en el futuro.

Así las fuerzas opresoras de diferente cariz operan en la existencia como poderes que someten y parecen decir “qué dios los librará de mis manos?”.

Y aunque no lo haga, conste, majestad, que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido

Esperar en Él por sí mismo, más allá de una liberación específica, como gesto de amor y libertad, porque su gracia nos da a conocer que en lo más profundo del Misterio de Él podemos esperar la salvación absoluta.

La Palabra revela la confrontación y guerra que se le plantea al creyente por el poder del anti-reino.

Éste puede adoptar entre otras, las formas de gobiernos civiles que pueden chocar con las convicciones de fe de sus gobernados. 

Porque los creyentes están afianzados, al menos teóricamente, en el absoluto que es el Señor y su Designio de salvación, mientras los gobiernos de turno, de cualquier signo ideológico, también pretenden salvar y solucionar, aunque no siempre con justicia.

En su soberbia este poder laico cívico y militar, alberga la  pretensión de ser el único salvador y el que soluciona, para desconocer el sentido salvífico de la fe para los creyentes.

Por eso todo creyente y mientras más honesto y sincero sea, es un sedicioso potencial.

La Palabra nos enseña entonces diferentes actitudes, unas más radicales que otras. Porque por un lado podemos confiar en el Señor y su protección, caiga quien caiga.

Pero además podemos seguir confiando como kamikazes en el Señor más allá de una protección puntual, dejando en sus manos, las verdaderas poderosas manos, nuestra suerte definitiva.

La confianza en el Señor va más allá de su asistencia inmediata, que puede librar del peligro y de la muerte. 

Porque si quizá no ocurre, no obstante la fe que se tiene en Él, se mantiene la esperanza en su salvación definitiva y en su gloria, que resplandecerá de todos modos. 

Es Jesús quien lleva esta confianza hasta las últimas consecuencias, y aunque el Señor no lo libra de morir en la cruz, él confía, y es resucitado para su gloria.

Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia,

Esto explica la molestias y perturbación crecientes de los gobiernos ante las críticas que proceden de otras convicciones, máxime las de los creyentes.

Esto también explica las campañas de difamación que se originan en estamentos gubernamentales contra las organizaciones de creyentes, para desprestigiar su testimonio de fe y su oferta de salvación absoluta.

¿Entonces, cómo es que veo cuatro hombres, sin atar, paseando por el horno sin sufrir nada? Y el cuarto parece un ser divino

La Palabra nos ha ofrecido su presencia fiel. Contar con ella es vivir la convicción de alguien más en nuestra cotidianidad, que nos acompaña y sostiene.

Esta compañía en ciertos momentos puede materializarse en personas, acontecimientos, coyunturas, que quizá por su sencillez no se identifican a la primera como compañía del Señor.

Algo de esta experiencia permanente de acompañamiento nos muestra San Ignacio de Loyola como fruto de sus ejercicios espirituales cuando quiere provocar el encuentro del Señor en todas las cosas, en todo momento.

El Dios bíblico, el Padre de Jesús, manifiesta su salvación participando, como uno más con su Espíritu Santo, del paso angosto que padecen sus amados. 

Nos ama hasta el extremo de no separarse de nosotros hasta el final.

Si aprendieramos en la soledad y vejez progresivas, a encontrar tu compañía y tu Espíritu, no necesitáramos seguir la búsqueda, ni aferrarnos a nada ni nadie.

Mas que un suceso verídico, el relato expresa una convicción esperanzada: Yavé es el único Dios verdadero, y todos los demás no son nada. 

Aun los reyes y emperadores si lo supieran, reconocerían su gloria como el único Dios, aunque fuera el de sus vasallos, vencidos y oprimidos.

envió un ángel a salvar a sus siervos que, confiando en él, desobedecieron el decreto real y prefirieron arrostrar el fuego antes que venerar y adorar otros dioses que el suyo.

De nuestra parte es importante trabajar por la convicción espiritual y por la cosmovisión, que contamos con un ángel, un medio, un enviado, un símbolo que nos da señales del acompañamiento del Señor.

Interleccional: Daniel 3



REFLEXIÓN

Bendito eres, Señor

Desde el nacer del sol hasta su ocaso y áun en su ausencia cuando se hace noche.

Dios de nuestros padres

Nunca terminaremos de agradecer y bendecir a nuestros padres o quienes hayan desempeñado ese rol parental en nuestra existencia, por habernos puesto en contacto con el Padre, para conocer su designio salvífico de amor.

Entre otras pérdidas y perjuicios de esta generación actual, que tiene visos de espontánea, está la desvinculación del patrimonio de fe de los antecesores y de la tradición.

La ilusión de la libertad, la autoestima, la autonomía y autosuficiencia los lleva a vivir la realidad por sí mismos, sin punto de referencia y así sin memoria, cometer los mismos errores del pasado o peores.

bendito tu nombre santo y glorioso

se recoge en el modo de orar, que Jesús nos transmitió

sondeas los abismos

Sin embargo nuestra fe nos lleva a bendecir a un Dios experto, que conoce de qué estamos hechos individual y colectivamente. 

Así que podemos descansar más en su sabiduría que en la nuestra.

Juan 8,31-42



REFLEXIÓN

dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: "Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos”

Mantenerse en la Palabra para ser discípulos es una tarea imprescindible que tenemos los creyentes. 

Mantenerse no es equivalente de instalación, pero sí de estabilidad y perseverancia.

Porque una tiende a la rigidez de la seguridad peligrosamente confiada. Pero otra a una dinámica constante de vigilancia y testimonio, que comparte fraternalmente la fe con el mundo.

Mantenerse requiere lucidez y humildad, porque tenemos la obligación de conocer el anti-reino, pero debemos aceptar confiados en el Padre, las pruebas a las que se nos somete su expansión.

El anti-reino goza de cierta libertad para zarandearnos, como arroz trillado, pero la Palabra no nos deja sucumbir.

Como decir que haremos la verdad que salva y aporta salvación porque la palabra nos procesa de modo que seamos íntegros y coherentes.

Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres

Conocer la verdad es humillante porque uno siente pequeñez. Quién es uno en realidad, pero sin perder la dignidad. 

Solo que al ser uno rebasado en su comprensión, se siente el misterio y lo desconocido. Uno se frustra y teme. 

Lo que nos queda es aceptar que siempre somos aprendices.

Porque se trata de mantenerse. No es algo automático, ni presupuesto, sino un trabajo diario, por la fe en la Palabra.

quien comete pecado es esclavo

Es un género de esclavitud radical.

Esta expresión se siente iluminadora en nuestro contexto actual, porque nuestro cielo histórico, nuestro horizonte cultural, nuestro contexto situacional, está animado por la inflación del término libertad.

Y nos cuesta entender que libertad y pecado no se llevan, como el agua y el aceite.

Cuál es el pecado respecto del cual la libertad se define en nuestro contexto vivencial actual? Es la pregunta del millón.

Y no sólo como pregunta retórica, sino como interpelación para obtener respuesta de conversión.

Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres

Un género nuevo de libertad, de potencialidad cualitativemente diferente.

Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre."

La pregunta se sigue urgiendo con intensidad, si miramos la paternidad de nuestras obras: de qué tipo es esa paternidad?

Le replicaron: "Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios."

Jesús mismo es un modelo histórico de la vivencia de cualquier verdad como liberación.

En su entorno se pudiera rumorear que su origen era oscuro, porque su madre lo engedró en circunstancias socialmente escandalosas.

El origen misterioso de su concepción habría marcado a Jesús y su madre en la comidilla del pueblo. No obstante Jesús se mantuvo en su convicción con el apoyo de lo que María le había contado y la confianza que José le había cultivado: que todo el asunto era obra del Espíritu del Señor.

Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy.

Pero a Jesús esa verdad pueblerina no le hace mella porque su verdad radica en el amor al Padre y la convicción que tiene sobre la misión a la que Él lo ha enviado.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1511663354892460034?s=20&t=PKZ69zKQirbppeP6ZjDMWA

https://x.com/motivaciondehoy/status/1770406778695467147?s=20

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Daniel 3,14-20.91-92.95

nterleccional: Daniel 3

Juan 8,31-42