domingo, 7 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Domingo14 de tiempo ordinario



Ezequiel 2,2-5

REFLEXIÓN

el espíritu entró en mí, me puso en pie, 

A diferencia del régimen de la Palabra en el Antiguo o Primer Testamento, la posesión del Espíritu es definitiva y permanente. 

Sin embargo se nos recuerda que no siempre estamos alerta a su presencia y que la sensibilidad de ella se nos activa en ciertas coyunturas, más que nada por nuestra manera emocional de ser.

Así la cercanía de un ser querido, con el que convivimos, se puede decir que es permanente, pero no siempre estamos sensibles y alertas a esa él. Porque el estar entre humanos fluctúa en intensidad.

Ciertos acontecimientos de la vida son a los ojos de la fe como disparadores de la conciencia de la presencia activa del Espíritu del Señor.

Éstos son los momentos fuertes o Kayrós del sentido de unión. Entonces nos postramos por fe y esperanza ante su amor que nos colma con su misericordia.

También los hijos son testarudos y obstinados

Nos recuerda la Palabra nuestra responsabilidad como mayores respecto a las generaciones venideras. Si nuestro patrimonio y legado es de escucha y obediencia nuestros hijos serán obedientes en el sentido de la salvación. Lo cual no se identifica necesariamente con la obediencia por cualquier causa o conveniencia.

Salmo responsorial: 122



REFLEXIÓN

Como están los ojos de la esclava / fijos en las manos de su señora, / así están nuestros ojos / en el Señor, Dios nuestro, / esperando su misericordia

En este tiempo de autosuficiencia, autoglorificación y autocomplacencia tecnológica, todavía se nos presentan como profetas inéditos, ciertos acontecimientos que son como callejones sin salida para nuestra arrogancia cultural.

Son las oportunidades, el Kayrós, el tiempo oportuno de levantar los ojos pendientes de la misericordia del Señor. Entonces somos llamados a descubrir el amor gratuito que no nos debe nada y al que debemos todo, porque todo nos lo ha dado en Jesús de Nazareth.

2Corintios 12,7b-10



REFLEXIÓN

 Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea

Pablo entiende su humillación-la cual no se ha aclarado sobre qué trata-como una gracia del amor del Señor para que no se haga el protagonista de las iluminaciones recibidas.

Ciertas pruebas-a veces duran siempre- son ocasión en la vida para volvernos al tamaño verdadero de nuestra autenticidad, y cuánto debemos al Señor por nuestro crecimiento. 

Con ésta estrategia, que nos dimensiona en nuestro real valor, se ofrece un paradigma que resulta lo contrario del encumbramiento que se vive en nuestra cultura. Más bien nuestro pan de cada día son los ejemplos de protagonismo y autoproclamación de méritos. 

Una cultura de fraternidad, empero se construye sobre actitudes de cooperación y solidaridad, que disminuyen el ego ávido y codicioso de fama propia.

Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: "Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad." 

Es posible que oremos por librarnos de un daño o perjuicio en nuestra vida. Pero el mismo pudiera ofrecernos la gracia de nuestro verdadero yo immerso en la acogida paterna del Señor.

Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo

Entonces nuestra súplica también ha de solicitar la gracia de conocer y experimentar en nuestra debilidad humillante la fuerza del Señor. No sólo pedirla, sino conocer como se da en nuestro sufrir concreto.

Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte

Así es nuestro gozo cristiano: una paradoja que se vive de fuerza en la debilidad, persecución y acoso,  y contento en la privación. 

Marcos 6,1-6



REFLEXIÓN

¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?" 

Porque Jesús de Nazareth vivió en carne propia la comidilla y el menosprecio que produce la envidia y los celos de la buena fama de un paisano.

Su autenticidad humana era tan original y genuina que compartió con nuestra raza hasta esa mezquindad frecuente por la cual reducimos la importancia de alguien para no escuchar su dignidad y su verdad.

Se trata de un recurso que utilizamos para no vernos comprometidos a realizar la palabra y el mensaje de cambio y conversión que nos podemos estar comunicando unos a otros.

"No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa."

No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos.

En el reino se trata de vivir una fraternidad en la que aprendemos unos de otros gozosamente. Nada tiene que ver con la sociedad de mercado, donde la competividad es la base de las relaciones.

 Y se extrañó de su falta de fe

Esperaba una mejor receptividad, y hasta tuvo quizá ilusión por la reacción positiva a su mensaje y aporte. Jesús vivió la frustración de arar en el mar.

Y recorría los pueblos de alrededor enseñando

Pero siguió adelante en su misión modelando para nosotros por si queremos seguirlo.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1411656819244781581?s=20

motivaciondehoy


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Domingo14 de tiempo ordinario

Ezequiel 2,2-5
Salmo responsorial: 122
2Corintios 12,7b-10
Marcos 6,1-6

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

DOMINGO, XIV



San Agustín Sermón 19,2-3 Yo reconozco mi culpa, dice el salmista.

Si yo la reconozco, dígnate tú perdonarla. No tengamos en modo alguno la presunción de que vivimos rectamente y sin pecado. Lo que atestigua a favor de nuestra vida es el reconocimiento de nuestras culpas. Los hombres sin remedio son aquellos que dejan de atender a sus propios pecados para fijarse en los de los demás. No buscan lo que hay que corregir, sino en qué pueden morder. Y, al no poderse excusar a sí mismos, están siempre dispuestos a acusar a los demás. No es así cómo nos enseña el salmo a orar y dar a Dios satisfacción, ya que dice: Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. El que así ora no atiende a los pecados ajenos, sino que se examina a sí mismo, y no de manera superficial, como quien palpa, sino profundizando en su interior. No se perdona a sí mismo, y por esto precisamente puede atreverse a pedir perdón. ¿Quieres aplacar a Dios? Conoce lo que has de hacer contigo mismo para que Dios te sea propicio.

REFLEXIÓN

No se avanza mucho en el mutuo entendimiento de personas , grupos o pueblos por esta falla congénita de ausencia de reconocimiento de la propia culpa, la autocrítica. Que también puede ser simulada y manipulada, pero así cualquier cosa. Sin este honesto reconocimiento, no hay forma de apaciguarnos, e iniciar la conversión de unos con otros.

Atiende a lo que dice el mismo salmo: Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Por tanto, ¿es que has de prescindir del sacrificio? ¿Significa esto que podrás aplacar a Dios sin ninguna oblación? ¿Que dice el salmo? Los sacrificios no te satisfacen: si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Pero continúa y verás que dice: Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. Dios rechaza los antiguos sacrificios, pero te enseña qué es lo que has de ofrecer. Nuestros padres ofrecían víctimas de sus rebaños, y éste era su sacrificio. Los sacrificios no te satisfacen, pero quieres otra clase de sacrificios. Si te ofreciera un holocausto –dice–, no lo querrías. Si no quieres, pues, holocaustos, ¿vas a quedar sin sacrificios? De ningún modo. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. Éste es el sacrificio que has de ofrecer. No busques en el rebaño, no prepares navíos para navegar hasta las más lejanas tierras a buscar perfumes. Busca en tu corazón la ofrenda grata a Dios. El corazón es lo que hay que quebrantar. 

REFLEXIÓN

El sacrificio del corazón quebrantado, no lleva a la desaparición sino a la vida. Es morir para vivir, en un sentido más profundo y amistoso con Dios. Porque compartimos como Dios su aversión por el daño.

Y no temas perder el corazón al quebrantarlo, pues dice también el salmo: Oh Dios, crea en mí un corazón puro. Para que sea creado este corazón puro hay que quebrantar antes el impuro. Sintamos disgusto de nosotros mismos cuando pecamos, ya que el pecado disgusta a Dios. Y, ya que no estamos libres de pecado, por lo menos asemejémonos a Dios en nuestro disgusto por lo que a él le disgusta. Así tu voluntad coincide en algo con la de Dios, en cuanto que te disgusta lo mismo que odia tu Hacedor.