martes, 26 de agosto de 2025

PALABRA COMENTADA






























Martes 21 Año Impar




 



1Tesalonicenses 2,1-8


REFLEXIÓN

tuvimos valor -apoyados en nuestro Dios- para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición

 

Como Benedicto XVI en su reciente visita a España con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud.

 

Aunque se tenga reparos en el despliegue que tales visitas comprometen, no se puede negar que el Papa ha afrontado situaciones de repudio en sus visitas manteniendo el mensaje y la actitud de serenidad, afabilidad y firmeza.

 

Es un testimonio que ayuda a visibilizar la valentía que

 

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requiere la proclamación del mensaje y del Señor Jesús.

 

Dios nos ha aprobado y nos ha confiado el Evangelio, y así lo predicamos, no para contentar a los hombres

 

Tal proclamación requiere una experiencia de fe consistente y coherente, que es la que impulsa un testimonio convencido

 

os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos

 

La paternidad del Señor que transmite el evangelio es también maternidad, para ir más allá del esquema creado hombre-mujer, que ya no existe en Cristo.


 


Salmo responsorial: 138

 




REFLEXIÓN







de lejos penetras mis pensamientos; / distingues mi camino y mi descanso


Como Jesús con Natanael. Cuando vamos con nuestras motivaciones desordenadas, ambiguas y confusas, él viene con su mirada profunda, que escruta la verdad de nosotros.



 


Mateo 23,23-26






REFLEXIÒN




fariseos hipócritas


Cuando esto se escribió, después de la destrucción del Templo por

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los romanos, los fariseos eran los líderes del resto de los judíos.

 

Pero no se hubiera podido decir esto por propia cuenta de los evangelistas, y poner en boca de Jesús, si en alguna forma ya los fariseos no tendieran al formalismo hipócrita, que se conformaba con lo exterior.

 

Frente a eso Jesús insiste que es desde dentro, en la fragua del corazón, donde hay que esforzarse para cambiar y así cumplir lo que dice la ley.

 

pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad!

 

Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello

 

Qué clase de compromiso es el nuestro de cara a la buena nueva de Jesús: pagar el diezmo y ya está, o mantenerse abierto y prójimo del necesitado en justicia, compasión y sinceridad?

 

Lo que tampoco nos exime del diezmo con espíritu de justicia, compasión y sinceridad.

 

 

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Ignacio describió la acomodación del compromiso a nuestra facilidad y comodidad como de una clase de hombres llamados segundo binario o segundo grupo de hombres.

 

En esta clasificación caemos constantemente muchos a toda hora porque mantenerse en la estrecha senda que lleva a la vida pide cargar la cruz.

 

Nos enorgullecemos por el cumplimiento de lo más cómodo y fácil.

 

Y no echamos ojo a lo que nos requiere una crucifixión de

 

de actitudes injustas.

 

limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno

 

Algo de eso parece cuadrar a la obsesión mediática actual por los escándalos de todo tipo. No se oculta que es el mercado buscando ventas, y cualquier cosa parece buena para aumentar las ventas.

 

filtráis el mosquito y os tragáis el camello!

 

 

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Como los burócratas que ponen trabas por nimiedades y facilitan todo por amiguismo y tráfico de influencias.

 

Se podría pensar que sobre esto trata la corrupción tan censurada en nuestros días: por fomentar perjuicios graves con apariencia de legalidad.

 

limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera

 

La conversión a la que nos urge el evangelio constantemente, no es una reforma ligera de apariencias y cambios de superficie.

 

Sino una profunda re-ingeniería, una mudanza completa, una disposición radical a la revisión y el cambio en conciencia, creciente.


https://x.com/motivaciondehoy 260825


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Martes 21 Año Impar





1Tesalonicenses 2,1-8


Salmo responsorial: 138

 

Mateo 23,23-26

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASIS


 

De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo

(Homilía 2 Sobre el diablo tentador, 6: PG 49, 263-264)

 

CINCO CAMINOS DE PENITENCIA

 

¿Queréis que os recuerde los diversos caminos de penitencia? Hay ciertamente muchos, distintos y diferentes, y todos ellos conducen al cielo.


El primer camino de penitencia consiste en la acusación de los pecados: Confiesa primero tus pecados y serás justificado. Por eso dice el profeta: Propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Condena, pues, tú mismo aquello en lo que pecaste, y esta confesión te obtendrá el perdón ante el Señor, pues quien condena aquello en lo que faltó con más dificultad volverá a cometerlo; haz que tu conciencia esté siempre despierta y sea como tu acusador doméstico y así no tendrás quien te acuse ante el tribunal de Dios.


Éste es un primer y óptimo camino de penitencia; hay también otro, no inferior al primero, que consiste en perdonar las ofensas que hemos recibido de nuestros enemigos, de tal forma que, poniendo a raya nuestra ira, olvidemos las faltas de nuestros hermanos; obrando así, obtendremos que Dios perdone aquellas deudas que ante él hemos contraído; he aquí, pues, un segundo modo de expiar nuestras culpas. Porque si vosotros perdonáis al prójimo sus faltas -dice el Señor-, también os perdonará las vuestras vuestro Padre celestial.

¿Quieres conocer un tercer camino de penitencia? Lo tienes en la oración ferviente y continuada, que brota de lo íntimo del corazón.

Si deseas que te hable aún de un cuarto camino, te diré que lo tienes en la limosna: ella posee una grande y extraordinaria virtualidad.

También si eres humilde y obras con modestia, en este proceder encontrarás, no menos que en cuanto hemos dicho hasta aquí, un modo de destruir el pecado: De ello tienes un ejemplo en aquel publicano, que, si bien no pudo recordar ante Dios su buena conducta, en lugar de buenas obras presentó su humildad y se vio descargado del gran peso de sus muchos pecados.


Te he recordado, pues, cinco caminos de penitencia: primero, la acusación de los pecados; segundo, el perdonar las ofensas de nuestro prójimo; tercero, la oración; cuarto, la limosna; y quinto, la humildad.

No te quedes, por tanto, ocioso, antes procura caminar cada día por la senda de estos caminos: ello, en efecto, resulta fácil y no te puedes excusar aduciendo tu pobreza, pues aunque vivieres en gran penuria podrías deponer tu ira y mostrarte humilde, podrías orar asiduamente y confesar tus pecados; la pobreza no es obstáculo para dedicarte a estas prácticas. Pero, ¿qué estoy diciendo? La pobreza no impide de ninguna manera el andar por aquel camino de penitencia que consiste en seguir el mandato del Señor, distribuyendo los propios bienes -hablo de la limosna-, pues esto lo realizó incluso aquella viuda pobre que dio sus dos pequeñas monedas.

Ya que has aprendido con estas palabras a sanar tus heridas, decídete a usar de estas medicinas y así, recuperada ya tu salud, podrás acercarte confiado a la mesa santa y salir con gran gloria al encuentro del Señor, rey de la gloria, y alcanzar los bienes eternos por la gracia, la misericordia y la benignidad de nuestro Señor Jesucristo.