Martes 4 de tiempo
ordinario
Año Impar
Hebreos 12,1-4
REFLEXIÓN
Una nube ingente de testigos nos rodea
Ignacio de Loyola en el inicio
de su conversión, de hombre desgarrado y vano
comenzó a gustar providencialmente la vida de algunos santos. Ella lo
motivó a incorporarse, asumiendo su cojera, para apreciar otros valores.
Quizá en la sofisticación de la
creencia no parezca propio fijarse en la vida de personas que se han entregado
en firme a una causa de Dios, porque están narradas en lenguaje antiguo o
porque no se tiene la estima por esos valores, cosa que hay que cultivar.
Pero bien mirado el ejemplo y
testimonio de una vida íntegra nos puede mover, confrontando la propia nuestra
y estimulando un deseo de valores espirituales.
Sin embargo el pueblo sencillo
es más sensible a estos testimonios y les llega con más facilidad el mensaje de
estos hermanos que se adelantaron en su entrega al reino.
corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos
los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que, renunciando al
gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia
Una
sencillez que nos ubica y enfoca en lo que realmente tenemos entre manos y está
en nuestra capacidad: la carrera que nos toca.
Es
posible que el martirio de sangre toque a nuestra puerta alguna vez. Pero lo
corriente es que el martirio se tenga que desarrollar en una vida común, con
gestos cotidianos y pequeños detalles de solidaridad fraterna.
Lo
importante es la motivación de seguimiento de Jesús y su reino, y la fidelidad,
quizá pequeña pero continua.
Es
la materia prima, la masa que preparamos, el edificio que construimos con
paciencia y humildad. No podemos decir que esta entrega no es posible, con la
ayuda de Dios.
Quizá
estamos mal educados y acostumbrados por los medios de comunicación a considerar
la espectacularidad y los titulares como el único medio de relevancia
sobresaliente.
Para
quién? No para el Señor que mira lo profundo.
Oblación
de mayor estima y momento, dice Ignacio de Loyola en sus ejercicios. Pedir
pobreza con Cristo pobre y humillaciones. Nada de lo que uno apetezca
corrientemente o voluntariamente. Nada de lo que el mundo actual occidental
justifique como calidad de vida. Aceptar o desear el sufrimiento es una
anormalidad, un desvío del destino humano. Y mucho menos hay que pensar en
resignación, que adormece el potencial escondido para cambiar la situación. No
estamos precisamente en el horizonte de comprensión que encuentre significativo
el sufrimiento que nos cae o el que ofrecemos.
Es
un choque de sabidurías, y Pablo lo dijo. Somos un escándalo y unos necios o
estúpidos por pensar y vivir la cruz a los ojos de todos: judíos y gentiles.
Y
los nietzches, freud, marx y demás no hacen sino remozar individual y
socialmente los señalamientos más antiguos.
En
el fondo y en la superficie se mantiene el interrogante: vale la pena sufrir
desde, en y con Jesús y su reino?
no os canséis ni perdáis el ánimo
Es
la función del Espíritu de Jesús: alentarnos constantemente a proseguir.
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra
el pecado
Efectivamente
Salmo responsorial: 21
REFLEXIÓN
hablarán del Señor a la generación futura, / contarán su
justicia al pueblo que ha de nacer: / todo lo que hizo el Señor
Es
lo que hicieron nuestros santos antecesores en la fe que recibimos. Una
incontable multitud de actores y testigos anónimos muchos de ellos, que han ido
señalando a otras generaciones cuál es la auténtica calidad de vida: la vida
nueva.
Lo recordarán y volverán al Señor
Siempre
es posible volver. Es la función de la memoria del Señor. Alentarnos a volver.
Marcos 5,21-43
REFLEXIÓN
Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo
"No temas; basta que tengas fe."
acercándose por detrás, entre la gente, le tocó el manto,
pensando que con sólo tocarle el vestido curaría
Dos personas que abordan la esperanza de
curación con estrategias diferentes y ambas recibidas por Jesús con
misericordia.
No podemos ni debemos repudiar alguna forma
de esperanza y su manifestación, porque quien las juzga y acepta es el Señor.
Es verdad que a nuestros ojos de modernos
ciertas manifestaciones son más síntomas de locura y superstición que de fe.
Pero no somos los jueces. Si acaso podemos
dar el servicio de depuración y maduración pero el que juzga y acepta es el
Señor.
Nuestro
respeto y benevolencia para con todos nos acarrea una mejor disposición para
encontrar el don del reino en todo.
¿Quién me ha tocado el manto?"
Quién
ha sabido cómo tocar mi manto? Sería más bien la pregunta.
Tantos
le tocaban, por estar apretujado de la gente, que sólo un toque particular le
hizo detenerse y preguntar.
La
mujer impura tuvo la actitud de búsqueda adecuada para obtener fuerza de Jesús.
Fuerza,
magnetismo, flujo de energía no sabemos qué.
Nos
tendríamos que preguntar con deseo de obtenerla, cómo se llega a esta
disposición de fe.
Saber
tocar, saber buscar, saber descargar la energía del Señor.
"Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y con
salud."
Jesús
de Nazaret es una Palabra que colabora con nosotros en formar esa fe que admite
a fondo que el Señor es Único, es Padre.
Tanto
la mujer con flujo de sangre como el jefe de la Sinagoga hicieron una
aproximación a Jesús con su fe, incluso con apariencia de superstición.
Pero
Jesús los involucró en un proceso de crecimiento de la fe hasta el límite de su
impotencia para confesar su fe esperanzada en el Único.
Es
como si le dijera: no te miro para regañarte ni echarte en cara, sino para
compartir la alegría contigo, porque has sabido como tocarme con fe.
Tú
si sabes obtener lo que necesitas.
Tu hija se ha muerto. ¿Para qué
molestar más al maestro?
El
hombre que había concebido tanta esperanza, con la noticia de la muerte de su
hija, debió experimentar una gran tristeza.
No temas; basta que tengas fe.
Por eso
Jesús lo sostuvo en esa tristeza y lo mantuvo en la espera. Como le diría a
Marta para alentarla a seguir creyendo, no obstante la muerte de Lázaro: Sigue
creyendo más aún.
https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1620383127867899904?s=20&t=HNyXpDEQJ127g-BYbdTCeg