BEATO CARLO
Amigo Carlo, ayudame a levantarme de
cualquier tropiezo y, siendo yo mismo/a
seguir a Jesús, sin ponerle condiciones
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Sacaste
una vid de Egipto, / expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste
La vid puede estar en cualquier suelo viable, buscando la mejor
cosecha.
Pastor
de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta
tu poder y ven a salvarnos
Porque el anhelo es un poder que salve a todos. No que salve a unos
a costa de otros.
Un dominio diferente y verdaderamente alternativo. Que no
signifique mera revancha, voltear la tortilla, para que la opresión se siga
perpetuando.
Es lo que nos inspira el
Espíritu que alentó este salmo: que vayamos al Pastor que escucha. Que creamos
que Él escucha. Que su silencio, su invisibilidad, su Misterio, no significan oídos
sordos.
ven a visitar tu viña, / la cepa que tu diestra plantó, / y que tú
hiciste vigorosa
Es algo que el no creyente ignora: que puede acercarse
confiado, más en las entrañas de misericordia del Señor, que su posible juicio
condenatorio. Es la postura de extrema dependencia, cuando uno no se tiene ni a
sí mismo y sólo cuenta con Él.
No sólo ahora en esta coyuntura crítica sino como unidad de
producción de lo bueno y lo malo, permítenos sanar y dar buenos frutos. Vigorosa
como la vida imparable que se manifiesta en diversidad y riqueza de formas
benéficas y provechosas. La vida es un menú desbordante y no raquítico, de la
mesa de la creación. Un ofrecimiento constante de energía y vitalidad, y de alternativas
que se muestran inéditas, hasta que son conocidas.
Celebra el Israel bíblico, con alabanza y gozo, la iniciativa del
Señor y su acompañamiento en el desarrollo de su realidad, no obstante que la
cosecha que se va manifestando, no sea la más copiosa y deba reconocer sus
desvíos.
al
hombre que tú fortaleciste.
Fortalecido resulta quien el Señor enseña día tras día su proyecto
y designio. Quien se nutre vivencialmente del sentido de la totalidad y
ensambla los detalles y factores para tener visiones de conjunto y comunión.
Somos los bautizados unos ungidos, configurados en el arquetipo que
es Jesús.