San Pedro y San Pablo apóstoles(29 de junio)
Hechos 12,1-11
REFLEXIÓN
oraba insistentemente a Dios por él
Orar insistentemente no equivale a desconfiar de la intervención del Señor. Es una mudanza contra la propia desconfianza, para que no se apodere
de nuestra profundidad.
Mantiene despierta la esperanza. Nos ubica en el misterio de la libertad del Señor, y en la aceptación creciente de su amor salvífico, al que hemos sido llamados
a servir.
Orar con insistencia, como la viuda al juez injusto, como el desesperado a quien tiene la solución. Esa insistencia e intensidad en la oración es una de las manifestaciones de la comunidad fraterna operativa. Rompe su inercia, sus límites propios y confinados, y exterioriza solidaridad espiritual. El mayor bien está en expresar -los orantes- el amor transformador que caracteriza sus existencias.
se presentó el ángel
del Señor, y se iluminó
la celda
El ángel del Señor es el Señor que nos ilumina como ninguno. El ángel que se disfraza de luz intenta engañarnos como si fuera el Señor.
Nuestro itinerario
es caminar entre luces, unas del
Señor y otras de su imitador. Si caminamos
buscando el
bien, el amor, la justicia,
la fraternidad.
Ignacio de Loyola en sus ejercicios espirituales nos provee de criterios para ayudarnos a distinguir con ayuda del Espíritu la autenticidad de la iluminación del Señor.
Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel
era una visión y no realidad.
La intervención salvífica del Señor en nuestra historia puede ser de tal magnitud que la realidad que estamos acostumbrados a gestionar pierde sus límites y consistencia, y somos invitados a entrar en otra dimensión de las cosas, personas y acontecimientos.
Salmo responsorial: 33
REFLEXIÓN
Bendigo al Señor
en todo momento, / su alabanza está siempre en mi boca; / mi alma se gloría en el Señor: / que los humildes lo escuchen y se alegren
Los humildes son aquellos cuya actitud de fe los hace capaces de esperanza a pesar de la adversidad y vivir al límite de sus defensas.
Yo consulté al
Señor, y me respondió, / me libró de
todas mis ansias
La fe orante nos va calmando y serenando a su tiempo para darnos perspectivas alternas a las que nos llevan
a la desesperación. El sujeto orante se
va transformando en sujeto
creyente.
Un beneficio más que sicológico, una serenidad basada en su conducción, un abandono surgido del dejarse llevar.
2Timoteo 4,6-8.17-18
REFLEXIÓN
Yo estoy a punto
de ser sacrificado, y el momento de mi partida es inminente
El último momento de cualquier circunstancia mortal es propicio para recoger nuestras débiles y últimas
fuerzas en el esfuerzo de la
entrega de fe y esperanza, tal como Jesús
nos enseñó en el Huerto.
He combatido
bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe
Es el momento de sabernos fieles en el sentido de que hemos luchado por el reino de amor y justicia que inició
Jesús de Nazareth.
Y que deploramos no haber sido más íntegros.
Por lo que pedimos de su misericordia que nos perdone.
Mateo 16,13-19
REFLEXIÓN
Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que
Jeremías o uno de los profetas.
El sondeo muestra
diversidad de opiniones y expectativas. Es la mirada desde afuera y sin mayor compromiso.
"Tú eres el Mesías,
el Hijo de Dios vivo.
La confesión de Pedro es la expresión de un conocimiento diferente, formado al calor de la convivencia y el Espíritu.
Se nos insta a personalizar y trascender en la confesión que hagamos en nuestra existencia sobre Jesús
de Nazareth.
Porque muchos pueden decir, pero es importante que yo diga, que yo confiese, que rubrique con mi energía
vital mi adhesión
a Jesús.
Con una fuerza tal que deposite en ella el peso de lo absoluto, hasta donde un yo contingente es capaz.
Por lo tanto con una confesión contingente declaro mi adhesión a Jesús como un absoluto radical, un radical trascendente.
Esa fuerza, cuando se da en la existencia, es proclamada y bendita como inspirada por el amor del Espíritu
de Dios en nosotros.
porque eso
no te lo ha revelado nadie de carne y hueso,
sino mi Padre que está en el cielo
Más que una confesión dogmática y antes de ella es una confesión de fe, que se construye desde la vivencia humana de Pedro sobre su maestro.
Si la confesión dogmática de un credo aleja sus raíces de esta convicción vivencial, se convierte en una fórmula institucional equiparable a una ley que no salva.
sobre esta piedra
edificaré
En eso es líder Pedro: en la vivencia
y la convivencia de la fe,
que proclama en una confesión a Jesús como Hijo del Dios vivo.
Un verdadero Pedro es el que resiste
el embate de la discrepancia contra la fe, tal como es
expresada.
Puede no ser popular pero
cuenta con la fortaleza del Señor.
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