martes, 17 de agosto de 2021

PALABRA COMENTADA

 

MARTES 20 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Jueces 6,11-24ª



REFLEXIÓN

"Perdón, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto?

La pregunta que ronda frecuentemente el corazón creyente, y no tiene respuesta definitiva. Solo en actitudes de rebeldía o mayor aceptación.

Es un proceso de fe, que dará sus frutos, en la paciencia del tiempo.

El Señor se volvió a él y le dijo: "Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los madianitas. Yo te envío.

En ocasiones la respuesta decanta hacia un envío, una misión, que no parece acorde a nuestras fuerzas ni disposición.

Entonces hay que crecer ante el desafío, y decidirse a dar respuesta tal como somos, creyendo que el Señor nos acompaña.

"Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien habla conmigo.

La confirmación es parte de la misión: un signo de que andamos por el camino elegido por el Señor.

Es un diálogo más allá de las palabras, para ir aumentando la convicción y la entrega.

una llamarada que los consumió

Fuego como elemento aniquilador y transformador.

Es un encuentro que recuerda, pero en forma diferente, la reunión y misión de Moisés y YHWH.

"Señor de la Paz"

Los encuentros con el Señor son para conversión y compromiso, no para temer y acobardarse. Son oasis de paz en medio de la guerra.

Salmo responsorial: 84



REFLEXIÓN

"Dios anuncia la paz / a su pueblo y a sus amigos / y a los que se convierten de corazón."

Una paz histórica pero espiritual se va dando en elipsis del tiempo, concéntricas, semejantes y desemejantes.

El Señor da lo nuevo y lo antiguo en niveles diferentes, enseñándonos a crecer y dar respuestas más sinceras cada vez.

Son oportunidades para irse despojando de ropajes y máscaras con los que hemos cubierto inútilmente nuestra desnudez vulnerable, con la ilusión de alejar el frío y el dolor.

En el mito del pecado original el Señor reprocha a la primera pareja que se hayan cubierto su desnudez.

Lo que siguió en el adelante histórico fue el fracaso sucesivo de cubrirse, pretendiendo que no existía la desnudez ni se era vulnerable.

Mateo 19,23-30



REFLEXIÓN

difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos

Por su apego a las riquezas.

Se observa que individualmente o como sistema, la acumulación es signo de codicia, aun cuando haya muestras de solidaridad poco comprometida.

Porque aun en la buena obra se pueden colar el cálculo y el interés de acumular riquezas.

"Entonces, ¿quién puede salvarse?"

En alguna forma todos somos ricos, y estamos apegados a alguna forma de riqueza

Este espanto no tiene sentido si los discípulos no tuvieran idea de las riquezas, al menos como proyecto de vida. Quién no quiere riquezas?

Se muestran como el brillo que alumbra la oscuridad de las existencias y resuelve la infelicidad.

Entonces el espanto tiene que ser por el sentido de ricos que es el ideal de la mayoría de las personas que no tiene el tesoro en el reino.

El reino no tiene que ver con acumulación como programa de vida, sino con lo contrario.

La riqueza divide, la solidaridad fraterniza y une.

Si el reino es fraternidad y comunión, la codicia se constituye en un obstáculo insalvable e irredimible.

Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo."

Porque si dependiera de nosotros nos quedaríamos ricos, pero sin Dios.

Con esta fuerza queremos itinerar, con la convicción de que en el camino vamos con la suma de las posibilidades, si le creemos más que a nosotros mismos y nuestros apegos.

Es su don mover el corazón del apego a la acumulación de bienes, a la riqueza.

De ahí que aun en el pobre y mísero, a quien nos debe preocupar ayudar a salir de su pobreza, se puede dar la codicia.

Y por descuidar ese enfoque sobre el apego a la riqueza ciertos proyectos de desarrollo y crecimiento material que acompañan la evangelización terminan en fracaso, desunión, y mayor apego a lo material.

dijo Pedro: "Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?"

Entre los seguidores hay quienes se han despojado de lo material y ya no tienen la acumulación y la codicia como meta existencial, como logro de la vida.

Son espontáneos y honestos los discípulos de Jesús en ese momento porque no esconden su ambición de ser ricos en bienes materiales junto a Jesús.

cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel

Como toda realidad evangélica implica una transformación de lo corruptible.

El poder de los que lo han abandonado todo por el Señor se verá al final.

El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna

La dependencia del Señor, como la de Jesús de Nazareth, se manifiesta aquí y ahora y al final también.

La fraternidad de la comunidad, en vez de la división y egocentrismo de la sociedad sin Dios, es un bien que podemos disfrutar ya como realización anticipada del reino.

Es la prenda, el botón de muestra de lo que será en la plenitud.

No sólo dejar posesiones sino también personas. Dejar relaciones. Dejar apegos pecaminosos y desordenados.

Un despojo voluntario en el compartir engendra una fraternidad que multiplica con creces lo que se ha dejado.

El Señor no se deja vencer en generosidad.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1427595851992649732?s=20

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

Martes, XX semana
San Bernardo Homilías sobre las excelencias de la Virgen Madre 2,1-2.4



El único nacimiento digno de Dios era el procedente de la Virgen; asimismo, la dignidad de la Virgen demandaba que quien naciere de ella no fuere otro que el mismo Dios. Por esto, el Hacedor del hombre, al hacerse hombre, naciendo de la raza humana, tuvo que elegir, mejor dicho, que formar para sí, entre todas, una madre tal cual él sabía que había de serle conveniente y agradable. Quiso, pues, nacer de una virgen inmaculada, él, el inmaculado, que venía a limpiar las máculas de todos. Quiso que su madre fuese humilde, ya que él, manso y humilde de corazón, había de dar a todos el ejemplo necesario y saludable de estas virtudes. Y el mismo que ya antes había inspirado a la Virgen el propósito de la virginidad y la había enriquecido con el don de la humildad le otorgó también el don de la maternidad divina. De otro modo, ¿cómo el ángel hubiese podido saludarla después como llena de gracia, si hubiera habido en ella algo, por poco que fuese, que no poseyera por gracia? Así, pues, la que había de concebir y dar a luz al Santo de los santos recibió el don de la virginidad para que fuese santa en el cuerpo, el don de la humildad para que fuese santa en el espíritu. Así, engalanada con las joyas de estas virtudes, resplandeciente con la doble hermosura de su alma y de su cuerpo, conocida en los cielos por su belleza y atractivo, la Virgen regia atrajo sobre sí las miradas de los que allí habitan, hasta el punto de enamorar al mismo Rey y de hacer venir al mensajero celestial. Fue enviado el ángel, dice el Evangelio, a la Virgen. Virgen en su cuerpo, virgen en su alma, virgen por su decisión, virgen, finalmente, tal cual la describe el Apóstol, santa en el cuerpo y en el alma; no hallada recientemente y por casualidad, sino elegida desde la eternidad, predestinada y preparada por el Altísimo para él mismo, guardada por los ángeles, designada anticipadamente por los padres antiguos, prometida por los profetas.

REFLEXIÓN

La devoción Mariana es pieza insustituíble de la espiritualidad bíblica por el sentido de emparejamiento que subsana la primera pareja del mundo. El adorno de esta figura fundamental por una acumulación de adjetivos y conveniencias, es un ejercicio de amor que construye un perfil adecuado y proporcionado, para que la mujer se ubique en un rol protagónico de la empresa de salvación. Este ejercicio arraiga en el afecto de multitudes en todas las latitudes, especialmente hoy , que el rescate de la importancia de la participación de la mujer en las responsabilidades del mundo, es tenazmente propuesto y defendido.