lunes, 20 de septiembre de 2021

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Confío ciegamente que el beato va a interceder y que Dios nos va a ayudar

Lunes, XXV semana

San Agustín Sermón sobre los pastores 46,14-15

No recogéis a las descarriadas, ni buscáis a las perdidas. En este mundo andamos siempre entre las manos de los ladrones y los dientes de los lobos feroces y, a causa de estos peligros nuestros, os rogamos que oréis. Además, las ovejas son obstinadas. Cuando se extravían y las buscamos, nos dicen, para su error y perdición, que no tienen nada que ver con nosotros: «¿Para qué nos queréis? ¿Para qué nos buscáis?» Como si el hecho de que anden errantes y en peligro de perdición no fuera precisamente la causa de que vayamos tras de ellas y las busquemos. «Si ando errante –dicen–, si estoy perdida, ¿para qué me quieres? ¿Para qué me buscas?» Te quiero hacer volver precisamente porque andas extraviada; quiero encontrarte porque te has perdido. «¡Pero si yo quiero andar así, quiero así mi perdición!» ¿De veras así quieres extraviarte, así quieres perderte? Pues tanto menos lo quiero yo. Me atrevo a decirlo, estoy dispuesto a seguir siendo inoportuno. Oigo al Apóstol que dice: Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo. ¿A quiénes insistiré a tiempo, y a quiénes a destiempo? A tiempo, a los que quieren escuchar; a destiempo, a quienes no quieren.

REFLEXIÓN

La motivación para preocuparse por la oveja perdida, por los que se distancian y extravían, es de diferentes modos. Por sí mismas, para que capten la diferencia respecto a la ausencia que caracteriza sus vidas, ausencia de la experiencia de Dios. Por sí mismas en nombre de quién las llama y reina, porque no descansa en su amor, y los ministros no son más que enviados. Por las que no se extravían y permanecen juntas en el rebaño, para que su amor sea incluyente de quien no vive la unión que ellas. Por que esa unión no se vaya a perder, dado que las perdidas pueden tentar a hacer lo propio a quienes permanecen.

domingo, 19 de septiembre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Domingo 25 de tiempo ordinario

Sabiduría 2, 12. 17-20



REFLEXIÓN

veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida

Morir es el último acto de la vida de una persona. Del creyente se espera un desenlace de creyente, como último testimonio. Incluye la propia esperanza del que muere para derrotar su propia tristeza y la tentación de atribuirla a culpa y pecado.

Ver la propia muerte como parte del designio de la Palabra es un don del Espíritu que inspira la misma. Y es posible ver en algunos casos la aceptación serena del fin y el gozo por el encuentro cara a cara.

El portento de la intervención de Dios a favor de Jesús fue después de muerto. Es posible que aun la muerte del justo parezca ingnominiosa y su justificación tardía

lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él

Jesús de Nazareth como cabeza de columna refuerza en nosotros el seguimiento con nuestro aporte histórico. En su momento seremos lo que en Él hayamos logrado ser.

Salmo responsorial: 53



REFLEXIÓN

Oh Dios, escucha mi súplica

Jesús experimentó el silencio de Dios y la postergación a su súplica. Entretanto asumió la muerte como su voluntad y se plegó.

el Señor sostiene mi vida

La vida como don del Padre entraña considerar ese don presente en el desarrollo de la misma hasta su culminación histórica.

Ignacio de Loyola en la contemplación para alcanzar amor recomienda detenerse en la dinámica presencia del Creador animando, sensando en toda la creación, como sostén del propio don creado. Alcanzar amor implica llegar hasta el mismo Padre dando gracias, pero también llenarse del ágape fraternal que permite compartir la vida apoyándola, respetándola, expandiéndola.

La muerte es parte de esta etapa de vida y es parte del don que nos llama a encontrar así su amor.

Santiago 3, 16-4, 3



REFLEXIÓN

Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.

Porque más que justicia y paz, debe ser paz y justicia. Muchas luchas y batallas por la justicia no se hacen con paz, sino con envidias y divisiones.

No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones

Cuando la petición no es atendida cabe la posibilidad de que no sea pura, y o debe purificarse, o debemos abrirnos a la voluntad mayor de Dios, que es lo mejor de nosotros mismos como personas y como pueblo.

Incluso los colectivos si son de Dios deben hacer el examen de sus pasiones para que su petición sea bien hecha y reciba respuesta.

Marcos 9, 30-37



REFLEXIÓN

Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle

De dónde sale la indisposición al cambio? Del miedo que surge, por el apego que nos tenemos a nosotros mismos, en nuestro pensar, sentir y actuar.

Los ejercicios ignacianos no son una varita mágica para atraernos sin nosotros el don del Señor. Son ejercicios para quitar de nosotros lo que impide ese don. Se trata de cultivar una actitud de confrontación y desafío contra el apego que contamina nuestro corazón y se propaga en nuestra existencia.

por el camino habían discutido quién era el más importante

Entretenidos como estaban en sus ambiciones de poder no hacían suficiente espacio para la instrucción de Jesús. Anulaban su mensaje para el cambio.

El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado

Será porque el niño no deja de creer y esperar de su padre?

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