sábado, 2 de octubre de 2021

BEATO CARLO

 

Del libro de san Gregorio de Nisa, obispo, sobre la conducta cristiana

(PG 46, 295-298) 

COMBATE BIEN EL COMBATE DE LA FE

El que es de Cristo es una criatura nueva; lo antiguo ha pasado. Sabemos que se llama
nueva criatura a la inhabitación del Espíritu Santo en el corazón puro y sin mancha, libre
de toda culpa, de toda maldad y de todo pecado. Pues, cuando la voluntad detesta el
pecado y se entrega, según sus posibilidades, a la prosecución de las virtudes, viviendo la
misma vida del Espíritu, acoge en sí la gracia y queda totalmente renovada y restaurada.
Por ello, se dice: Quitad la levadura vieja para ser una masa nueva; y también aquello
otro: Celebremos la Pascua, no con levadura vieja sino con los panes ázimos de la
sinceridad y la verdad. Todo esto concuerda muy bien con lo que hemos dicho más arriba
sobre la nueva criatura.
Ahora bien, el enemigo de nuestra alma tiende muchas trampas ante nuestros pasos, y
la naturaleza humana es, de por sí, demasiado débil para conseguir la victoria sobre este
enemigo. Por ello, el Apóstol quiere que nos revistamos con armas celestiales: Abrochaos
el cinturón de la verdad, por coraza poneos la justicia —dice—, bien calzados para estar
dispuestos a anunciar el Evangelio de la paz. ¿Te das cuenta de cuántos son los
instrumentos de salvación indicados por el Apóstol? Todos ellos nos ayudan a caminar por
una única senda y nos conducen a una sola meta. Con ellos se avanza fácilmente por
aquel camino de vida que lleva al perfecto cumplimiento de los preceptos divinos. El
mismo Apóstol dice también en otro lugar: Corramos en la carrera que nos toca, sin
retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús.
Por ello, es necesario que quien desprecia las grandezas de este mundo y renuncia a su
gloria vana renuncie también a su propia vida. Renunciar a la propia vida significa no
buscar nunca la propia voluntad, sino la voluntad de Dios y hacer del querer divino la
norma única de la propia conducta; significa también renunciar al deseo de poseer
cualquier cosa que no sea necesaria o común. Quien así obra se encontrará más libre y
dispuesto para hacer lo que le manden los superiores, realizándolo prontamente con
alegría y con esperanza, como corresponde a un servidor de Cristo, redimido para el bien
de sus hermanos. Esto es precisamente lo que desea también el Señor, cuando dice: El
que quiera ser grande y primero entre vosotros, que sea el último y esclavo de todos.
Esta servicialidad hacia los hombres debe ser ciertamente gratuita, y el que se consagra
a ella debe sentirse sometido a todos y servir a los hermanos como si fuera deudor de
cada uno de ellos. En efecto, es conveniente que quienes están al frente de sus hermanos
se esfuercen más que los demás en trabajar por el bien ajeno, se muestren más sumisos
que los súbditos y, a la manera de un siervo, gasten su vida en bien de los demás,
pensando que los hermanos son en realidad como un tesoro que pertenece a Dios y que
Dios ha colocado bajo su cuidado.
Por ello, los superiores deben cuidar de los hermanos como si se tratara de unos tiernos
niños a quienes los propios padres han puesto en manos de unos educadores. Si de esta
manera vivís, llenos de afecto los unos para con los otros, si los súbditos cumplís con
alegría los decretos y mandatos, y los maestros os entregáis con interés al
perfeccionamiento de los hermanos, si procuráis teneros mutuamente el debido respeto,
vuestra vida, ya en este mundo, será semejante a la de los ángeles en el cielo.


viernes, 1 de octubre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

VIERNES 26 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Baruc 1,15-22



REFLEXIÓN

Confesemos que el Señor, nuestro Dios, es justo

No obstante yo no entienda lo que nos acontece.

porque pecamos contra el Señor no haciéndole caso, desobedecimos al Señor, nuestro Dios, no siguiendo los mandatos que el Señor nos había dado

El desvío de su voluntad y designio, a eso llamamos pecado y a nuestra disposición constante a desviarnos llamamos iniquidad y pecar en el corazón.

Un desafío para nuestra existencia consiste en conciliar voluntades y dejarnos transformar en colaboradores suyos.

Desde el día en que el Señor sacó a nuestros padres de Egipto hasta hoy, no hemos hecho caso al Señor, nuestro Dios, hemos rehusado obedecerle.

Porque el reconocimiento de su intervención no baja al corazón ni nos convierte automática y radicalmente, como muestra Jesús en su quehacer.

No nos convencemos que Él es, y nos preferimos en nuestra sabiduría, que llega a ser tontería.

Por eso, nos persiguen ahora las desgracias y la maldición con que el Señor conminó a Moisés, su siervo, cuando sacó a nuestros padres de Egipto para darnos una tierra que mana leche y miel

En nuestra postración la insidia del acusador persiste, porque busca convencernos del castigo por parte del Señor, cuando somos nosotros y es su seducción la que nos han puesto la zancadilla para caer.

todos seguimos nuestros malos deseos, sirviendo a dioses ajenos y haciendo lo que el Señor, nuestro, Dios reprueba.

El mundo ,sus dioses y su sabiduría nos deslumbran e hipnotizados quemamos nuestras alas en su fuego.

Salmo responsorial: 78



REFLEXIÓN

Echaron los cadáveres de tus siervos / en pasto a las aves del cielo, / y la carne de tus fieles / a las fieras de la tierra.

Disponer de los restos y darles cierta honra, en memoria de su dignidad en vida, por poca cosa que hayan parecido ser, se convierte en un bien para los vivos que lo realizan.

No se acaba de tener consuelo sin dar a los muertos su sepultura.

Qué será entonces llegar al extremo de quedar abandonados, como signos de la destrucción y la sevicia del odio criminal?

que tu compasión nos alcance pronto, / pues estamos agotados

por el honor de tu nombre

En el Padrenuestro oramos “santificado sea tu nombre”.

Parece una petición insignificante para nuestro sentido de la relevancia, tal como se presenta, centrada en la gloria del Señor.

Pero es eminentemente salvífica: el nombre es el prestigio del Padre, que se muestra en su intervención favorable y salvífica.

Lucas 10,13-16



REFLEXIÓN

Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza

Los signos constantes a nuestro alrededor también son para la conversión.

Nos representa una responsabilidad dar cuenta de los signos que se nos ofrecieron y dejamos de convertirnos.

Tendrás en cuenta lo torpes que somos la mayoría para sensibilizarnos a tu reino?

Cuando en nuestra existencia se muestra una conversión, conocemos que la Palabra se ha escuchado

Milagros entendidos como señales para la conversión, los tenemos muchos todos los días.

No se puede decir que tengamos mucha conversión en correspondencia, porque escuchamos poco la Palabra.

Escuchar la Palabra-nos lo enseña Job- es quedarnos sin más que decir en nuestra defensa, y asumir con gozo el designio del Padre.

Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado

La cadena de envío se ha debilitado por la erosión de la credibilidad en los enviados.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1443898318447316992?s=20