miércoles, 10 de noviembre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

MIÉRCOLES 32 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Sabiduría 6,1-11



REFLEXIÓN

Escuchad, reyes, y entended; aprendedlo, gobernantes

prestad atención, los que domináis los pueblos y alardeáis de multitud de súbditos

el poder os viene del Señor, y el mando, del Altísimo:

Este reconocimiento del poder como prestación de lo alto se puede confesar como creencia y acción de gracias.

Pero no tiene espacio en la concepción del estado laicista, de moda hoy como fruto de la visión secularista del mundo, de la cultura consumista y la globalización economicista.

Se levantan voces de protesta, orquestada y amplificadas por los medios que denuncian medidas neoliberales, corrupción en las finanzas públicas y privadas, capital sin arraigo ni compromiso solidario.

Pueden ser los signos de la oferta de un nuevo orden, aún lejano y sin configurar.

Sin embargo, tampoco en estos movimientos se da una confesión sobre la autoridad como don del Señor, y más bien se pueden identificar tendencias de una lucha de poder para servirse de él.

Lo irónico es que también en los estados teocráticos de diferentes signos, el poder aliena tanto, que sus detentores, aunque den gracias y reconozcan el don, no logran servir en vez de dominar.

La responsabilidad de la ausencia o debilitamiento de esa creencia tiene asidero parcialmente en las religiones organizadas, quienes han ejercido frecuentemente el poder como dominación y no como servicio.

Así a la tentación de opresión que late en la raza humana se suma la falta de testimonio eficaz de quienes han hecho mal uso del poder, en nombre de una creencia o ideología con apariencia de santa.

a los encumbrados se les juzga implacablemente.

No siempre, ni suficientemente en este mundo, lo cual es una realidad frustrante, que clama justicia y una vida más, para que se den cuentas y se afronte la responsabilidad.

A los más humildes se les compadece y perdona

Las víctimas de algún tipo de poder opresivo son dignas de compasión y tolerancia en sus debilidades y faltas. Incluso en sus réplicas de prepotencia, según su grado de sensibilidad y conciencia.

En alguna forma todos formamos parte de alguna cadena de opresión que nos da un porcentaje de victimización.

Pero hacer de esta pre-condición un derecho o licencia para hacer daño es reprobable.

Quién sabrá entonces administrar tal justicia proporcionada a la responsabilidad? Entendemos cotidianamente que nosotros no vemos esa justicia por ningún lado, sino meros atisbos, esbozos y ensayos.

Salmo responsorial: 81



REFLEXIÓN

"Proteged al desvalido y al huérfano, / haced justicia al humilde y al necesitado, / defended al pobre y al indigente, / sacándolos de las manos del culpable."

No se los debe sacar sin que la víctima aprenda a reconocer en sí mismo el mecanismo que lo llevará a replicar en otros el daño sufrido.

Como víctimas de una u otra suerte hemos de aprender que en el reino la justicia no es un derecho que se presta a la exigencia de activistas, insaciables en su venganza, sino un don que nos transforma en pacificadores que conviven en fraternidad.

Lucas 17,11-19



REFLEXIÓN

"Jesús, maestro, ten compasión de nosotros."

Por su actividad: hechos y palabras, Jesús era llamado en muchas formas.

Pero renuente a llamarse con algún título preferencial, excepto el que aparece en el texto que habla de la confesión de Pedro.

"Id a presentaros a los sacerdotes".

De qué le hubiera servido a los leprosos estar sanos por la intervención sanadora de Jesús, sin la declaratoria de sanidad por parte de los funcionarios que los reintegraba a la convivencia social?

Un poco debiéramos reflexionar sobre este modo de actuar como un paradigma social: lo que se intenta curar y reversar es la enfermedad, el daño, el pecado, no el orden capaz de reconocer la sanación. Se trata de restituir la autonomía de la creación.

La agitación social también requiere ser discernida a fin de determinar su sentido final: lo que aporta es destrucción o sanación de la convivencia?

Como nos enseña Ignacio de Loyola en las reglas de discernimiento de espíritus, la consolación, en cuanto soplo del Espíritu, es un proceso que ha de ser vigilado en el principio, medio y fin, para certificar que ha desembocado en una verdadera transformación y no la ha desviado el enemigo por el camino.

Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias

La prioridad, alabada por Jesús al leproso curado, estuvo en volverse a agradecer antes que llegar al sacerdote que declaraba limpio, con lo cual se reintegraría a la sociedad.

Esta prioridad aparece por diferentes partes en los evangelios: la prioridad del Reino, la prioridad de los pecadores arrepentidos, la prioridad de la misericordia sobre los sacrificios del templo, la prioridad del ser humano sobre el sábado. La prioridad del Señor sobre el Estado benefactor, porque éste lo es como don y tarea, no como atributo absoluto e indiscutible.

Este era un samaritano

Lucas escoge un símbolo de heterodoxia para los judíos y así dar a entender lo bien que viene agradecer la sanación, que está al alcance de todos.

Una lección para nosotros sobre quiénes, de verdad, advierten el paso del Señor en su vida y lo agradecen.

No son necesariamente los publicitados paradigmas de perfección y ortodoxia.

Una viejita que enciende una vela en la capilla semioscura de una iglesia, pero no asiste a la misa dominical, por cuidar a su hijo postrado, alaba y da gracias al Señor quizá más sinceramente, que los que cumplen tenaz pero rutinariamente el precepto.

¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?" Y le dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado

Alguien que no es del círculo íntimo nos enseña más que los de dentro del círculo íntimo de Jesús.

A pesar de ir con fe suficiente para ser curados, no completaron el proceso con acción de gracias, para una salvación completa, que consiste en el reconocimiento de Jesús de Nazareth en nombre de su Padre.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1458397736890425345?s=20

BEATO CARLO

EN LA ÉPOCA EN QUE SU DESARROLLO HUMANO SE ABRÍA AL GOZO DE LOS SENTIDOS SUPO CONVIVIR CON EL GOZO DEL ESPÍRITU

 De la homilía de un autor del siglo segundo
(Caps. 10, 1-12,1; 13, 1: Funk 1, 157-159)

PERSEVEREMOS EN LA ESPERANZA

Hermanos míos, hagamos la voluntad del Padre que nos ha llamado y esforcémonos
por vivir ejercitando la virtud con el mayor celo; huyamos del vicio, como del primero de
nuestros males, y rechacemos la impiedad, a fin de que el mal no nos alcance. Porque, si
nos esforzamos en obrar el bien, lograremos la paz. La razón por la que algunos hombres
no alcanzan la paz es porque se dejan llevar por temores humanos y posponen las
promesas futuras a los gozos presentes. Obran así porque ignoran cuán grandes
tormentos están reservados a quienes se entregan a los placeres de este mundo y cuán
grande es la felicidad que nos está preparada en la vida eterna. Y, si ellos fueran los

únicos que hicieran esto, sería aún tolerable; pero el caso es que no cesan de pervertir a
las almas inocentes con sus doctrinas depravadas, sin darse cuenta que de esta forma
incurren en una doble condenación: la suya propia y la de quienes los escuchan.
Nosotros, por tanto, sirvamos a Dios con un corazón puro, y así seremos justos;
porque, si no servimos a Dios y desconfiamos de sus promesas, entonces seremos
desgraciados. Se dice, en efecto, en los profetas: Desdichados los de ánimo doble, los que
dudan en su corazón, los que dicen: "Todo esto hace tiempo que lo hemos oído, ya fue
dicho en tiempo de nuestros padres; hemos esperado, día tras día, y nada de ello se ha
realizado." ¡Oh insensatos! Comparaos con un árbol; tomad, por ejemplo, una vid: primero
se le cae la hoja, luego salen los brotes, después puede contemplarse la uva verde,
finalmente aparece la uva ya madura. Así también mi pueblo: primero sufre inquietudes y
tribulaciones, pero luego alcanzará la felicidad.
Por tanto, hermanos míos, no seamos de ánima doble, antes bien perseveremos en la
esperanza, a fin de recibir nuestro galardón, porque es fiel aquel que ha prometido dar a
cada uno según sus obras. Si practicamos, pues, la justicia ante Dios, entraremos en el
reino de los cielos y recibiremos aquellas promesas que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el
hombre puede pensar.
Estemos, pues, en todo momento en expectación del reino de Dios, viviendo en la
caridad y en la justicia, pues desconocemos el día de la venida del Señor. Por tanto,
hermanos, hagamos penitencia y obremos el bien, pues vivimos rodeados de insensatez y
de maldad. Purifiquémonos de nuestros antiguos pecados y busquemos nuestra salvación
arrepintiéndonos de nuestras faltas en lo más profundo de nuestro ser. No adulemos a los
hombres ni busquemos agradar solamente a los nuestros; procuremos, por el contrario,
edificar con nuestra vida a los que no son cristianos, evitando así que el nombre de Dios
sea blasfemado por nuestra causa