domingo, 24 de abril de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Domingo 2 de Pascua C

Hechos de los apóstoles 5, 12-16



REFLEXIÓN

Los apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo

Estamos en tiempos de especialización y también en tiempos de expectativas de cambio social.

Son ejes que configuran en parte el panorama actual, y ayudan a destacar realidades pero a oscurecer otras.

Así los apóstoles de la comunidad inicial como Jesús realizaban signos y prodigios.

Prodigios es la parte que admira y sorprende de los gestos de un sanador ambulante. Pero en la perspectiva evangélica, sobre todo joánica, son signos para la fe.

Porque las maravillas que se realicen están ordenadas para suscitar la fe o para confirmarla, mantenerla, aumentarla.

Con los apóstoles no podía ser diferente a Jesús, quien dependía de la fe para realizar signos y prodigios.

Además se hacían en medio del pueblo. Naturalmente éste satisface la ciencia sociológica en un sentido natural, pero va más allá, porque se trata del pueblo creyente, del pueblo de Dios.

Aquí es dónde un agente sociológico de cambio se puede quedar corto respecto de un apóstol que evangeliza el pueblo de Dios.

La gente sacaba los enfermos a la calle, y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos, cayera sobre alguno

Y no habría gente oportunista que buscaba estos apóstoles por la curación que se decía realizaban, sin comprometer su fe? Por supuesto que sí.

Porque la fe como don del Señor no es un vínculo automatizado al prodigio mientras éste no sea un signo.

Porque el signo es un gesto que invita a una libre adhesión, a la que se concede el don de la fe.

Pero muchos, hemos de suponer, quedaron curados pero su vida no se transformó en el sentido de la fe, porque esta inició pero no creció. Como la semilla que cae en diferentes terrenos.

Hoy sigue teniendo lugar la búsqueda afanosa de curación y provecho para la existencia. Y muchos van donde sea para lograrlo. Hay personas que sincréticamente pueden estar en diferentes iglesias para ver cuál le resulta mejor.

El asunto no es sólo recibir beneficio y bendición, sino cambiar y convertirse para la Palabra de vida por una conversión sincera.

Salmo responsorial: 117



REFLEXIÓN

La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente. Éste es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo

El gozo surge cuando concienciamos con responsabilidad a Jesús de Nazaret crucificado y glorificado como Aquél sin el cual la vida no tiene sentido pleno.

Tal nivel es un don del Padre. En su libertad el don de Jesús puede ser un proceso a lo largo de la existencia física como un instante en el que se decide todo.

Estos tipos de intervención gratuita divina están mostrados en la historia de la comunidad creyente.

Apocalipsis 1, 9-11a. 12-13. 17-19



REFLEXIÓN

"Lo que veas escríbelo en un libro, y envíaselo a las siete Iglesias de Asia."

No todos tenemos el carisma de oir voces y escribir libros, en sanidad mental.

Pero los creyentes de Jesús comparten una urgencia por la extensión del reino del Padre. Y nuestra responsabilidad es discernir los cómos y cuándos para ejecutar esa responsabilidad.

"No temas: Yo soy el primero y el Último, yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo.

Un encuentro con Jesús, aunque no ocurra con tal magnificencia de imágenes, conlleva una pacificación. Destierra el temor.

Juan 20, 19-31



REFLEXIÓN

estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos

Se trata de la situación inicial que transformará la Palabra viva.

Jesús repitió: "Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo."

La Palabra ofrece paz y envío. Los evangelizadores replican su experiencia de fe a imagen y semejanza de su maestro.

exhaló su aliento sobre ellos

"Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos."

El círculo íntimo de Jesús como si fuera una nueva creación, recibe del glorificado el Espíritu del Padre.

Aloja entre nosotros, mediante este gesto, un don impensado: perdonar y retener pecados.

Un carisma renovador para la comunidad creyente pero con apertura al mundo entero.

Ha de ser exclusivamente practicado como lo ha ido mostrando la historia por sólo un grupo de jerarquía? Así lo defiende este grupo.

Pero es saludable reconocer que se trata de un don para la comunidad creyente de Jesús de Nazareth muerto y resucitado.

Por lo tanto existen junto al trámite jerárquico otros medios comunitarios de practicar el perdón de los pecados o de retenerlos.

 

Porque para los creyentes el perdón de los pecados va a la raíz de la iniquidad enquistada en este mundo, y sin este perdón no hay cambio posible.

no seas incrédulo, sino creyente

Jesús le dijo: "¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto."

El relato evangélico nos sugiere la dificultad de algunos de la comunidad para convertirse al gozo pascual de Jesús glorificado.

Es un testimonio valioso porque nos ayuda a entender que la velocidad de los procesos de cambio y conversión de la fe son diversos, y nos toca comprenderlos, tolerarlos y acompañarlos.

Pero que debemos contar con la atención y el amor de Jesús en este proceso hasta que llegue a su maduración.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1518194671503261696?s=20&t=YXmn621NtJozVlJEwYRBlw

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


San Agustín Sermón en la octava de Pascua 8,1,4

Me dirijo a vosotros, niños recién nacidos, párvulos en Cristo, nueva prole de la Iglesia, gracia del Padre, fecundidad de la Madre, retoño santo, muchedumbre renovada, flor de nuestro honor y fruto de nuestro trabajo, mi gozo y mi corona, todos los que perseveráis firmes en el Señor. Me dirijo a vosotros con las palabras del Apóstol: vestíos del Señor Jesucristo, y que el cuidado de vuestro cuerpo no fomente los malos deseos, para que os revistáis de la vida que se os ha comunicado en el sacramento. Los que os habéis incorporado a Cristo por el bautismo, os habéis revestido de Cristo. Ya no hay distinción entre judíos y gentiles, esclavos y libres, hombres y mujeres, porque todos sois uno en Cristo Jesús. En esto consiste la fuerza del sacramento: en que es el sacramento de la vida nueva, que empieza ahora con la remisión de todos los pecados pasados y que llegara a su plenitud con la resurrección de los muertos. Por el bautismo fuisteis sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue despertado de entre los muertos, así también andéis vosotros en una vida nueva.

REFLEXIÓN

En esa situación nos deja el bautismo: limpios, iniciados y en ruta a la resurrección, cuando aparecerá la vida nueva que nos ha sido donada. De ahí que negarla a los infantes, para los de fe, es negarle la vida nueva que como simiente se va desarrollando en nosotros, por el bautismo recibido.

Pues ahora, mientras vivís en vuestro cuerpo mortal, desterrados lejos del Señor, camináis por la fe; pero tenéis un camino seguro que es Cristo Jesús en cuanto hombre, el cual es al mismo tiempo el término al que tendéis, quien por nosotros ha querido hacerse hombre. Él ha reservado una inmensa dulzura para los que le temen y la manifestará y dará con toda plenitud a los que esperan en él, una vez que hayamos recibido la realidad de lo que ahora poseemos sólo en esperanza. Hoy se cumplen los ocho días de vuestro renacimiento: y hoy se completa en vosotros el sello de la fe, que entre los antiguos padres se llevaba a cabo en la circuncisión de la carne a los ocho días del nacimiento carnal. Por eso mismo, el Señor al despojarse con su resurrección de la carne mortal y hacer surgir un cuerpo, no ciertamente distinto, pero sí inmortal, consagró con su resurrección el domingo, que es el tercer día después de su pasión y el octavo contado a partir del sábado; y, al mismo tiempo, el primero. Por esto, también vosotros, ya que habéis resucitado con Cristo – aunque todavía no de hecho, pero sí ya esperanza cierta, porque habéis recibido el sacramento de ello y las arras del Espíritu–, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis juntamente con él, en gloria.

REFLEXIÓN

No será pues extraño que los suspiros frecuentes que exhalamos en nuestra existencia por diversos motivos sean los anhelos del terruño de vida nueva que bulle en nosotros, creciendo y robusteciéndose. Por eso hay un fondo que es mezcla de melancolía y gozo en nuestro suspiro. Es el Espíritu del Crucificado Glorificado que no cesa de gemir por la Gloria definitiva.