miércoles, 30 de noviembre de 2022

DOCTORES DE LA iGLESIA

 


Miércoles I

San Bernardo Sermón en el Adviento del Señor 5,1-3

Sabemos de una triple venida del Señor. Además de la primera y de la última, hay una venida intermedia. Aquéllas son visibles, pero ésta no. En la primera, el Señor se manifestó en la tierra y convivió con los hombres, cuando, como atestigua él mismo, lo vieron y lo odiaron. En la última, todos verán la salvación de Dios y mirarán al que traspasaron. La intermedia, en cambio, es oculta, y en ella sólo los elegidos ven al Señor en lo más íntimo de sí mismos, y así sus almas se salvan. De manera que, en la primera venida, el Señor vino en carne y debilidad; en esta segunda, en espíritu y poder; y, en la última, en gloria y majestad. Esta venida intermedia es como una senda por la que se pasa de la primera a la última: en la primera, Cristo fue nuestra redención; en la última, aparecerá como nuestra vida; en ésta, es nuestro descanso y nuestro consuelo. Y para que nadie piense que es pura invención lo que estamos diciendo de esta venida intermedia, oídle a él mismo: El que me ama – nos dice– guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él. He leído en otra parte: El que teme a Dios obrará el bien; pero pienso que se dice algo más del que ama, porque éste guardará su palabra…

REFLEXIÓN

Las venidas del Señor entre Encarnación y Juicio se dan en la historia común y corriente, cada vez que caminamos y avanzamos con su Palabra en lo profundo y entre los que la aceptan y por ella se guían. Nada de grandes solemnidades y espectáculos. En la sencillez de la existencia va viniendo el Señor y su salvación, su significado para nuestras vidas.

De las Homilías de san Juan Crisóstomo, obispo, sobre el evangelio de san Juan
(Homilía 19, 1: PG 59, 120-121)
 
HEMOS ENCONTRADO AL MESÍAS

 

Andrés, después de haber estado con Jesús y haber aprendido de él muchas cosas, no guardó para sí este tesoro, sino que se apresuró a acudir a su hermano, para hacerle participe de su dicha. Fijémonos en lo que dice a su hermano: «Hemos encontrado al Mesías» (traducido, quiere decir «Cristo»). ¿Te das cuenta cómo empieza, ya desde este momento, a enseñar lo que en breve tiempo había aprendido? Con ello demuestra la eficacia del Maestro, que tan convencidos los había dejado, y su propio interés y diligencia, manifestada ya desde el primer momento. Este mensaje, en efecto, es propio del alma que anhela ardientemente la llegada del Señor, que espera su venida del cielo, que se llena de gozo con su aparición y que se apresura a anunciar a los demás algo tan grande. Ésta es la prueba del verdadero y sincero amor fraternal, el mutuo intercambio de bienes espirituales.

 También es digna de notar la docilidad y prontitud de ánimo de Pedro. Al momento, sin dilación, acude a Jesús. Y lo presentó -dice- a Jesús. Pero no debemos extrañarnos de esta facilidad de Pedro, que acude sin previo examen. Lo más verosímil es que su hermano le explicara todas estas cosas con detalle; pero es que los evangelistas lo explican siempre todo de manera resumida, por razón de brevedad. Por lo demás, tampoco dice que hubiese creído al instante, sino: Y lo presentó a Jesús, para ponerlo en sus manos y para que fuese él quien le enseñase; pues estaba ahí en calidad de un discípulo más y a eso venía.

 En efecto, si Juan Bautista -cuando dijo: Es el Cordero, y: Bautiza con el Espíritu- dejó a Cristo la ulterior explicación de estas palabras, con mayor razón lo hizo Andrés, ya que él no se consideraba capaz de explicarlo todo, y por esto condujo a su hermano a la fuente de la luz, a la que éste acudió con prisa y alegría, sin perder un instante.


martes, 29 de noviembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Martes 1 de Adviento

Isaías 11,1-10



REFLEXIÓN

No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados

Nosotros solemos inclinarnos a un lado u otro por interés. Los pobres y desamparados son todos los que no logran inclinar la balanza a su favor, porque su interés no interesa ni aprovecha.

Nuestras sociedades funcionan sobretodo con una justicia interesada, influída: la apariencia de poder y riqueza, el rumor que condena antes de oir. Nos saturamos de prejuicios y sentenciamos.

No es un problema de la justicia como rama del poder, sino que alcanza a todo hombre y mujer, capaz de tomar decisión que afecte a otros persiguiendo sólo su interés.

No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar.

Se trata de la visión mesiánica, el fin del designio del Señor, su impronta: una sociedad solidaria que emerge finalmente de una sociedad inicua.

Es el fin del largo proceso según nuestra medida de tiempo de la conversión social, estructural y personal.

Un faro de luz en los arrecifes y riscos para advertir a los navíos. Una luz al final del túnel para avisar a los que vienen caminando en penumbra. Una visión que comunica energía a las fuerzas y decisiones, dándoles un norte y un punto de convergencia.

Tiempos de paz, época de paz, era de paz, paz definitiva.

Se mira en derredor y cualquier espacio parece tomado por la guerra, de cualquier tipo: intereses en guerra, vicios en guerra, relaciones en guerra, pueblos en guerra, un mismo país en guerra, políticos en guerra, iglesias en guerra.

No parece que nada ni nadie puede anunciar la paz, si acaso balbucearla.

Por eso se siente tan necesario celebrar la esperanza de paz. Una paz tan extensa y tan profunda, que logre que un león se vuelva vegetariano, como sugiere la Palabra.

Y así los que asumen que tienen fe en Jesús de Nazareth, a quien vemos como vástago de Jesé, según el profeta, tienen una responsabilidad: hacer la paz.

Hagamos la paz a todo nivel en el que nos veamos involucrados: familia, trabajo, relaciones sociales.

Demos a entender que la paz es posible, aun fragmentariamente, para que simbolicemos Aquel día.

Salmo responsorial: 71



REFLEXIÓN

para que rija a tu pueblo con justicia, / a tus humildes con rectitud

El fondo bueno y anhelado de la historia. El mecanismo que vive descompuesto y anhelamos perfeccionar: justicia y derecho.

En jueces, fiscales, abogados, pero sobretodo y también en todos nosotros, que en todo nivel y a toda hora con nuestras decisiones que afectan a los demás, administramos justicia en nombre de la conciencia y su libertad.

Él librará al pobre que clamaba, / al afligido que no tenía protector; / él se apiadará del pobre y del indigente, / y salvará la vida de los pobres

Los creyentes en Jesús de Nazareth hacen la paz a su estilo: con justicia a los pobres.

El estilo de las sociedades a todo nivel es la paz por negociación. Lo cual significa que cada uno cede lo conveniente hasta llegar a un pacto final.

El estilo de Jesús es la conversión, que lleva a la renuncia por el reino. La conversión supera el cálculo de la negociación.

La negociación pretende dejar los adversarios en pie, sin perder cara.

La conversión es un ejercicio de abajamiento, como Jesús que se abajó para dar vida.

Lucas 10,21-24



REFLEXIÓN

lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: "Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla”

La alegría de Jesús vino de su Padre como un don. Es alegría al modo del Espíritu Santo.

Ignacio de Loyola menciona la consolación sin causa precedente: un gozo que llega sin saber la causa precisa. El bienestar de la vida misma, gozosa y espléndida en su mostración, aun superando dolores, enfermedades, frustraciones y limitaciones. El gozo de lo más hacia lo más.

Se pudiera pensar que todo gozo y alegía es causado por nuestro cerebro o inconsciente, de modo aun recóndito.

Pero se trata de recibirlo en acción de gracias y conversión. Porque el gozo de Jesús es propio del sencillo, cuando se ha despojado de cualquier apego de cualquier clase  y se entrega generosamente al reino.

Entonces sobreviene la paz más allá de los delirios ecologistas.

La alegría que viene del Espíritu como un don de Dios, que ilumina el sentido de la existencia y potencia la vivencia para acceder a la visión del fin, que está en proceso.

Una contemplación del designio del Señor da paso a un gozo de su prestigio y gloria, quien realiza sus promesas.

Mucha gente sencilla con enfoque sociológico muestra este gozo y visión agradecidos.

No se agota en esa categoría el don de Dios, abierto a todo hombre y mujer de buena voluntad.

Es la novedad que aporta la encarnación de la Palabra: su mensaje del fin por fin ancló entre nosotros y se propuso no volverse a ir.

nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar

La revelación del Padre es responsable de la identificación del Hijo, y la que lo da a conocer a otros, como Pedro Cefas que hizo el descubrimiento en su momento, para sostener esa identificación mientras el Hijo vuelve.

"¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron."

Lo que no quiere decir que no esté disponible para nosotros si el Señor lo otorga.

Es la petición que insta San Ignacio en los ejercicios, en la segunda semana: que el Padre dé a conocer a su Hijo, para seguirlo con mayor entrega.

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