sábado, 14 de enero de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Sábado 1 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 4,12-16



REFLEXIÓN

La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble filo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón

Solo vivencia y experiencia existencial, sentido profundo diacrónico y caminar sincrónico, habla a la propia conciencia de la veracidad de este texto.

Quien hace la experiencia de Dios Padre de Jesucristo en su Palabra: textos, proclamación, circunstancias y acontecimientos, verifica en ello el mensaje de este texto-palabra de Hebreos.

Es la verificación vivida que convence el corazón de la existencia e intervención histórica del Señor, por su consistencia de cualidad pétrea, por su coherencia como un todo bien ensamblado, por su vitalidad para proyectar el sumo bien para los otros.

La palabra provoca un flujo de vida buena que germina y florece en un bienestar cualitativamente diferente, pero que toma en cuenta lo material.

Promociona una transformación constante que brota de lo más profundo, y no cesa de manar hasta el fin de los tiempos.

Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas

Hemos de ser sinceros con nosotros mismos y reconocer que la Palabra nos pone a reflexionar y examinarnos, y ante eso no cabe disimulo, desconocimiento, evitación.

Es más que vernos en el espejo, es más que el afrontamiento ante alguien a quien le reconozcamos competencia.

Se acerca en la semejanza a la confesión sacramental voluntaria, en la que desahogamos el corazón, aun avergonzado, y como el publicano, no osamos levantar la mirada del suelo.

Es el homenaje a la soberanía del Señor, único absoluto ante quien nos descubrimos, humillamos, y suspendemos nuestra autosuficiencia, en la esperanza del perdón que restaure nuestra dignidad.

Porque el Señor que nos envía su Palabra, lo hace en su Hijo y la dirige a sus hijos. Un Padre que no destruye cuando juzga sino que enaltece al que se humilla.

La pobreza y la humillación es un estado que el Señor acoge, con amor que regenera y encumbra.

Será el momento de la máxima transparencia, como la región donde el aire es más sutil. Pero no cae de improviso. Se va acercando hasta madurar definitivamente.

Los momentos del desenmascaramiento histórico, son preludios para el acto final. Un signo de este anhelo es el clamor general por la transparencia de la conducta pública. Que lastimosamente se deteriora, hasta convertirse en espectáculo, exclusivamente.

Mantengamos la confesión de la fe

La confesión sacramental es un recurso que mantiene viva la dimensión del perdón como regeneración si se vive con fe, y no cae en el desgaste de la rutina y la práctica mecánica.

Debería estar inserta y ser contextualizada en el perdón fraterno, con propósitos de la praxis solidaria e igualdad social, como una mostración del ágape mutuo que va restableciendo la koinonía, la comunión comunitaria, reflejo de la comunión divina.

No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades

La grandeza de la divinidad que Jesús reveló, se ubica en su kénosis, abajamiento que sirve al humano y al mundo en su salvación. Pero también y además en su perdón setenta veces siete. Es su ganancia por haberse encarnado y conocido de primera mano nuestra madera y realmente hasta dónde podemos llegar.

sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado

No nos cabe que alguien tan comprometido con el sumo bien, pueda perjudicar y hacer daño a alguien. Sería contradictorio. Y el absoluto de esta creencia consiste en asumir que su compromiso es esencial con el bien y para hacer bien.

Por eso Él no es ético, sino trans-ético. No le compete dilucidar un dilema bien-bien mejor, porque su intimidad encarna el sumo bien.

acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente

Ya lo sabemos: no se nos va a negar el perdón, pero ojo: debemos estar atentos a las exigencias de la reparación de las víctimas que haya sembrado nuestra iniquidad e injusticia.

Tú sabrás cuándo acerques tu eternidad a nuestro tiempo para madurarlo para tu intervención.

Salmo responsorial: 18



REFLEXIÓN

Que te agraden las palabras de mi boca, / y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón

Con esta esperanza podemos tranquilamente abrir nuestra profundidad capaz de bondad e iniquidad y ofrecer nuestro reconocimiento movidos por la Palabra para que el perdón nos haga más ligera la existencia en su paz.

Porque igual: en el enfoque de la no-existencia de ti, ni te escucharíamos ni podríamos hablarte. Tú palabra es el medio para hacerlo.

Marcos 2,13-17



REFLEXIÓN

Jesús salió de nuevo a la orilla del lago

En el pequeño entorno en el que se desenvolvía Jesús, ni siquiera parecido a la gran cantidad de kilómetros que caminarán sus apóstoles.

Nunca una proporción tan pequeña produjo un impacto tan grande que llega hasta nosotros hoy.

Da que pensar lo lejos que llega el Señor desde nuestra insignificancia.

la gente acudía a él, y les enseñaba

Jesús está siempre disponible a recibir, atender y enseñar. Hay mucha simplicidad y falta de solemnidad, por contraste, en su modo de interactuar con todos.

Los fariseos eran los más letrados de su tiempo de modo que tenían prestigio y popularidad por su ciencia, ejerciendo un gran influjo en la gente.

Sin embargo se ve que Jesús tenía un algo más o un diferencial que le hacía congregar en torno a sí multitudes.

Cómo no levantar celos, resquemores, envidias así no hubieran motivos políticos en el acecho de escribas y fariseos.

Nosotros podemos hacer la prueba: vivamos dedicados y consagrados a una misión solidaria y experimentaremos la agitación del anti-reino en forma de conspiraciones, rumores, envidias, recelos, malos entendidos y prejuicios.

Porque el buen obrar siempre levantará una  oposición que lo intenta silenciar.

Jesús procede como un profesional terapeuta integral: explica y procede con la técnica. Pero se asegura de ser entendido, o al menos abrir horizontes de comprensión. No funciona como hechicero que oculta sus mañas, ni como brujo, que opera con un halo de tenebroso misterio. Su misterio o enigma es para abrir a la comprensión y la inteligibilidad. Habla a humanos que pueden comprender, si quieren. Y no se desvincula de lo que puede salir de esa comprensión: más bien insiste en que hay que sacar conclusiones para la vida.

vio a Leví, el de Alfeo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme."

Jesús mira y rescata un potencial para el reino que para otros pasa desapercibido.

Con eso cumple a la perfección el modo de actuar del Padre que no hace acepción de personas.

En este relato vocacional tenemos una selección que se fija en una persona desprestigiada, despreciada por la población, y posiblemente bajo sospecha, sobre su honradez con el dinero. Un cobrador de impuestos era un colaboracionista que podía hacer fortuna, como comisión del cobro.

Qué diríamos hoy de una elección de un candidato moralmente indigno? Qué dirían los reclutadores de seminarios y comunidades religiosas, si hoy se criba al máximo para que no se cuele gente con malas recomendaciones, como pasa con los homosexuales? Una campaña que se ha radicalizado, porque ellos son el chivo expiatorio de los pedófilos, en la Iglesia?

Algunos letrados fariseos, al ver que comía con recaudadores y otra gente de mala fama, les dijeron a los discípulos: "¡De modo que come con recaudadores y pecadores!"

Comer era una acto de aceptación íntimo de un huésped, quien al participar de la mesa de su anfitrión, gozaba de una inmunidad como la de un santuario. Estaba protegido!

Jesús sembraba signos de contradicción y provocaba escándalo en las etiquetas de los grupos que definían quién era santo y justo, y quién no.

Hoy vivimos una época de rebeldía frente a los convencionalismos que dividen. Parece un influjo del mensaje de la buena nueva evangélica, que promueve un Reino de hermanos. Sólo que no hagamos de la capa un sayo, pretextando la justicia de la equidad e igualdad, si mantenemos la propia iniquidad.

Casta inferior, vitandos de la sociedad ejemplar: enfermos de VIH, gente de bajo los puentes, antisociales de diferente tipo, mujeres fáciles y embarazadas solteras. Todo aquél que represente un desafío porque requiere algo de solidaridad. Lo despreciable del mundo, como dijo Pablo, ha sido elegido. Para Gloria de Dios. Porque esos huesos se recubrirán con carne y espíritu.

Porque la envidia del buen obrar no descansa hasta encontrar una supuesta criminalidad o falta que desacredite la bondad.

Nuestro tiempo excedido en la dimensión mediática se nutre constantemente de escándalos, entre los cuales destacan las supuestas malas acciones de personas que se dedican al bien obrar.

El resultado ha sido la desconfianza de todo el que se dedique a la buena obra, porque se ve como refugio de criminales, hipócritas y depredadores.

La mentalidad de sospecha, la teoría de la conspiración, nos hace en este momento más meritorio hacer el bien

No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores

Es mejor afiliarse a esta categoría si queremos participar del don de Dios. Como cuando le dijo a Pedro, quien no se dejaba lavar los pies: Si no te dejas, no tendrás parte conmigo.

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BEATO CARLO



 De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios
(Cap. 31-33: Funk 1, 99-103)
 
POR LA FE DIOS JUSTIFICÓ A TODOS DESDE EL PRINCIPIO

 

Procuremos hacernos dignos de la bendición divina y veamos cuáles son los caminos que nos conducen a ella. Consideremos aquellas cosas que sucedieron en el principio. ¿Cómo obtuvo nuestro padre Abraham la bendición? ¿No fue acaso porque practicó la justicia y la verdad por medio de la fe? Isaac, sabiendo lo que le esperaba, se ofreció confiada y voluntariamente al sacrificio. Jacob, en el tiempo de su desgracia, marchó de su tierra, a causa de su hermano, y llegó a casa de Labán, poniéndose a su servicio; y se le dio el cetro de las doce tribus de Israel.

 El que considere con cuidado cada uno de estos casos comprenderá la magnitud de los dones concedidos por Dios. De Jacob, en efecto, descienden todos los sacerdotes y levitas que servían en el altar de Dios; de él desciende Jesús, según la carne; de él, a través de la tribu de Judá, descienden reyes, príncipes y jefes. Y en cuanto a las demás tribus de él procedentes, no es poco su honor, ya que el Señor había prometido: Multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo. Vemos, pues, cómo todos éstos alcanzaron gloria y grandeza no por sí mismos ni por sus obras ni por sus buenas acciones, sino por el beneplácito divino. También nosotros, llamados por su beneplácito en Cristo Jesús, somos justificados no por nosotros mismos ni por nuestra sabiduría o inteligencia ni por nuestra piedad ni por las obras que hayamos practicado con santidad de corazón, sino por la fe, por la cual Dios todopoderoso justificó a todos desde el principio; a él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

 ¿Qué haremos, pues, hermanos? ¿Cesaremos en nuestras buenas obras y dejaremos de lado la caridad? No permita Dios tal cosa en nosotros, antes bien, con diligencia y fervor de espíritu, apresurémonos a practicar toda clase de obras buenas. El mismo Hacedor y Señor de todas las cosas se alegra por sus obras. El, en efecto, con su máximo y supremo poder, estableció los cielos y los embelleció con su sabiduría inconmensurable; él fue también quien separó la tierra firme del agua que la cubría por completo, y la afianzó sobre el cimiento inamovible de su propia voluntad; él, con sólo una orden de su voluntad, dio el ser a los animales que pueblan la tierra; él también, con su poder, encerró en el mar a los animales que en él habitan, después de haber hecho uno y otros.

 Además de todo esto, con sus manos sagradas y puras, plasmó al más excelente de todos los seres vivos y al más elevado por la dignidad de su inteligencia, el hombre, en el que dejó la impronta de su imagen. Así, en efecto, dice Dios: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.» Y creó Dios al hombre; hombre y mujer los creó. Y, habiendo concluido todas sus obras, las halló buenas y las bendijo diciendo: Creced y multiplicaos. Démonos cuenta, por tanto, de que todos los justos estuvieron colmados de buenas obras, y de que el mismo Señor se complació en sus obras. Teniendo semejante modelo, entreguémonos con diligencia al cumplimiento de su voluntad, pongamos todo nuestro esfuerzo en practicar el bien.