viernes, 20 de enero de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 2 de tiempo ordinario

Año Impar

Hebreos 8,6-13



REFLEXIÓN

si la primera alianza hubiera sido perfecta, no tendría objeto la segunda

Lo cierto es que algunos persisten en la primera y no son pocos.

Tampoco los que estamos inscritos en la segunda nos quedamos tranquilos con su perfección, porque en este momento parece proclamada y vivenciada, pero no suficientemente operativa y consistente.

no como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto.

Ellos fueron infieles a mi alianza, y  yo me desentendí de ellos

Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en sus corazones;

Esta internalización es el fruto del Espíritu de Jesús muerto y resucitado.

Porque en la antigua se dieron justos, y también infidelidades. En la nueva no dejan de darse infidelidades.

Sólo queda un justo cuyo espíritu está a disposición de los corazones creyentes.

Y son muchos los testigos que acreditan ese justo en sus propias vidas y dan fe de que la alianza se puede vivir y cumplir.

Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: "¡Conoce al Señor!", porque todos me conocerán, del menor al mayor

Entonces todo aquel que viva en este espíritu, no tendrá que hacer prosélitos, porque se habrá democratizado el conocimiento de Dios.

Qué es de la Iglesia en un espacio de nueva alianza democratizada? Un signo que promueve pero no atrapa, ni posee con acumulación de cuño capitalista.

Salmo responsorial: 84



REFLEXIÓN

Muéstranos, Señor, tu misericordia

Continúa mostrando Señor tu misericordia.

La salvación está ya cerca de sus fieles

Qué tan cerca? Es un cerca escatológico. Un tempo especial que contraria y no se asimila a nuestro tiempo cronológico.

Marcos 3,13-19



REFLEXIÓN

Jesús subió a la montaña, llamó a los que quiso, y se fueron con él

Jesús es comparado con Moisés, que subió a la montaña del pacto. El texto subraya que su llamado es por iniciativa propia, por soberanía. No es un derecho, no es un arrebato de poder, no se pertenece por una revolución, ni por una protesta. Es un don, que habla de la libertad del donante. No es exigible, como parece sugerir la corriente del pluralismo religioso, cuando va más allá de la libertad de conciencia y de fe.

A doce los hizo sus compañeros

Una amistad de caminantes, que comparten el caminar, para comunicar una buena nueva del reino de Dios. Son un nuevo Israel, un nuevo Pueblo. Se muestra una intención de proyección futura, llámese o no institución eclesial.

Con más sentido de trabajo en equipo, que un protagonismo solitario.

Un nuevo comienzo, un nuevo Moisés y un nuevo pueblo, representado en 12 hombres-tribus.

para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios

Abriendo paso a una nueva realidad de libertad de la opresión maligna, ejercida por diversos agentes.

En la decepción de la acción guerrera, militar, sanguinaria, por la violencia de las armas confluyen en una liberación de otro tipo, con mayor énfasis trascendente y transformante.

Así constituyó el grupo de los Doce:

De ellos unos son caracterizados por alguna función o pronunciamiento: Pedro, hijos del Trueno, traidor.

Otros no se les caracteriza y poco sabemos de ellos.

En el nuevo pueblo peregrino todos son importantes, pero no todos son visibles.

El don puede ser pisoteado. La elección malversada. Y contarse un traidor entre los elegidos. Hay quienes trabajan y viven por oportunidad no por conciencia. Hay quienes empiezan por conciencia y terminan en oportunidad, porque les cansa estar entre perdedores. O más bien son ganadores? Ganadores de vida nueva, del Reino, de fraternidad, de conciencia transparente, enriquecidos en valores trascendentes.

Son enfoques y visiones contrapuestas que no pueden hacer las paces.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1616397354709524480?s=20&t=3U5vCEuCHB9CbWR3lhHK1w

BEATO CARLO



 De los Capítulos de Diadoco de Foticé, obispo, Sobre la perfección espiritual
(Capítulos 12. 13. 14: PG 65, 1171-1172)
 
HAY QUE AMAR SOLAMENTE A DIOS

 

El que se ama a sí mismo no puede amar a Dios; en cambio, el que, movido por la superior excelencia de las riquezas del amor a Dios, deja de amarse a sí mismo ama a Dios. Y como consecuencia ya no busca nunca su propia gloria, sino más bien la gloria de Dios. El que se ama a sí mismo busca su propia gloria, pero el que ama a Dios desea la gloria de su Hacedor.

En efecto, es propio del alma que siente el amor a Dios buscar siempre y en todas sus obras la gloria de Dios y deleitarse en su propia sumisión a él, ya que la gloria conviene a la magnificencia de Dios; al hombre, en cambio, le conviene la humildad, la cual nos hace entrar a formar parte de la familia de Dios. Si de tal modo obramos, poniendo nuestra alegría en la gloria del Señor, no nos cansaremos de repetir, a ejemplo de Juan Bautista: Es preciso que él crezca y que yo disminuya.

 Sé de cierta persona que, aunque se lamentaba de no amar a Dios como ella hubiera querido, sin embargo lo amaba de tal manera que el mayor deseo de su alma consistía en que Dios fuera glorificado en ella y que ella fuese tenida en nada. El que así piensa no se deja impresionar por las palabras de alabanza, pues sabe lo que es en realidad; al contrario, por su gran amor a la humildad, no piensa en su propia dignidad, aunque fuese el caso que sirviese a Dios en calidad de sacerdote; su deseo de amar a Dios hace que se vaya olvidando poco a poco de su dignidad y que extinga en las profundidades de su amor a Dios, por el espíritu de humildad, la jactancia que su dignidad pudiese ocasionar, de modo que llega a considerarse siempre a sí mismo como un siervo inútil, sin pensar para nada en su dignidad, por su amor a la humildad. Lo mismo debemos hacer también nosotros, rehuyendo todo honor y toda gloria, movidos por la superior excelencia de las riquezas del amor a Dios, que nos ha amado de verdad.

 Dios conoce a los que lo aman sinceramente, porque cada cual lo ama según la capacidad de amor que hay en su interior. Por tanto, el que así obra desea con ardor que la luz de este conocimiento divino penetre hasta lo más íntimo de su ser, llegando a olvidarse de sí mismo, transformado todo él por el amor.

 El que es así transformado vive y no vive; pues, mientras vive en su cuerpo, el amor lo mantiene en un continuo peregrinar hacia Dios; su corazón, encendido en el ardiente fuego del amor, está unido a Dios por la llama del deseo y su amor a Dios le hace olvidarse completamente del amor a sí mismo, pues, como dice el Apóstol, si nos hemos portado como faltos de juicio, ha sido por Dios; si ahora somos razonables, es por vuestro bien.