Lunes 1 de
Cuaresma
Levítico 19,1-2.11-18
REFLEXIÓN
Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro
Dios, soy santo
קָדוֹשׁ=qadosh=santo,
puesto aparte, consagrado, sagrado, perfecto y libre de culpa
Se trata del proyecto para su pueblo, el del Señor: deben
llegar a ser como Él, Santo.
Deberán por lo tanto, comportarse en una forma digna de Él,
como Él.
Honradez y honestidad, amor a la verdad, justicia y
misericordia, es su perfil eterno y para el cual somos llamados.
Así el proyecto trata de un modo de ser, una identidad, una
ética.
La incongruencia, incoherencia,
con o sin culpa, es una marca de nuestra humanidad, que nos hace suspirar y
desfallecer por alguna realidad creíble, confiable, sólida, sin grietas,
imperfecciones, medias verdades, o simulaciones.
Echamos de menos más santidad en
nuestro Cosmos, porque aun lo que parece firme como la naturaleza y el
universo, también da visos de imperfección.
En el ADN del universo parece
inscrita la imperfección constitutiva que genera consecuencias perjudiciales.
La proclama de la Palabra es un
desafío al pueblo, aun no creyente. Se trata de perfección o muerte, como
consigna. Santidad o nada.
Y así vivimos matriculados en un proceso de ascensión, mal
que nos pese, a la sombra del llamado a la perfección o al perfecto.
No robaréis ni defraudaréis ni engañaréis a
ninguno de vuestro pueblo
La santidad debe expresarse como una conducta social bienhechora
y no perjudicial. Nada de “humano lobo para el humano”.
Nada se dice en esta asamblea, de los miembros menos
favorecidos, que quizás podrían ser dispensados de esa conducta para que a
través del engaño, el robo y la defraudación puedan sobrevivir.
Incluso entre los acogidos por Jesús, se hallan elementos que
han perjudicado como los publicanos: gente odiada que recogía el tributo de
ocupación de los romanos.
Incluso hay ladrones que lo acompañan en la hora de la
muerte. Qué ha cambiado de la expresión de santidad como conducta social a
Jesús? La conversión.
No al pecado: robo, fraude y engaño. Sí al pecador
arrepentido.
No explotarás a tu
prójimo ni lo expropiarás
Dañar a otro es ir en sentido contrario de la vocación humana
inscrita por el Señor: santidad.
Teme a tu Dios.
Todas estas sanas conductas que se abstienen de hacer daño al
vulnerable, al excluido, son solicitadas como muestra de que se teme al Señor.
Es un temor que indica una sabiduría de vida, de convivencia, de comunidad. No
es un temor de castigo. Nos da a entender que Dios es amor de convivencia y
está donde nos amamos unos a otros activamente, y nos abstenemos de dañarnos
No daréis sentencias injustas
Todavía las impartimos en cualquier cultura. En esto no hay
una cultura superior a otra, porque todas se han mostrado corruptibles.
En todas, aun en las del buen salvaje, se da la ausencia de
justicia en la aplicación de la justicia en nombre de la justicia.
No serás parcial ni por favorecer al pobre ni
por honrar al rico.
Algo así debemos tener en cuenta para administrar la opción
por los pobres.
No odiarás de corazón a tu hermano
Conflictos entre hermanos y desavenencias parecen
inevitables. Discrepar es un aspecto del proceso de búsqueda de la verdad y un
ejercicio de amor.
Pero si la discrepancia llega al odio de corazón, que puede
venir por el daño que se nos inflige, no queda más que convertirse por medio
del perdón al enemigo.
No te vengarás ni guardarás rencor a tus
parientes, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo
El rencor es el odio del corazón, y se sabe que existe por el
deseo de venganza, o al menos de compensación.
Sin embargo son algunos los que para librarse del odio en el
corazón y la venganza dicen: lo dejo en manos de Dios. Se trata de abrir la
puerta a un posible perdón, al que se ha hecho nuestro enemigo.
sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo
Una regla de oro para normar todas las relaciones
individuales y comunitarias.
Una clave para ser felices, porque la felicidad no es el fin
sino la consecuencia de la santidad, que es el fin.
La Palabra nos convoca pues a una ética de contracultura que
enfrenta a las que vive el mundo, para quien la felicidad se produce por el
placer y la justificación de los caminos que nos lleven al mismo.
Salmo responsorial: 18
REFLEXIÓN
La ley del Señor es
perfecta
Expresa un proyecto de perfección aunque la torcemos para la
iniquidad.
la norma del Señor
es límpida / y da luz a los ojos
La ética como norma de la conciencia no siempre coincide con
la norma legal, o la sabiduría de los pueblos, apoyada en la presión, la
sanción y la fuerza, pero incapaz de promover la santidad como fin.
De ahí nuestra frustración sin fin, constante, por el
incumplimiento generalizado de la norma de la norma legal, la insatisfacción
con la sanción y la represión.
Esa norma tiene que ser ayudada desde la norma ética de la
Palabra, para que el corazón se ponga al servicio de la justicia.
Si no hay una ética trascendente desde un absoluto personal,
ni la ética laica fundada en la sanción moral de una autoridad creíble,
funciona del todo.
llegue a tu presencia el meditar de mi
corazón,
Es lo que tú mismo nos inspiras con este reflexionar en tu
palabra.
Mateo 25,31-46
REFLEXIÓN
como un pastor separa las ovejas de las
cabras.
Funcionalmente se separan. No es deseable para un pastor
tener cabras y ovejas mezcladas.
Son cabritos, en diminutivo, como figura de los que creen
poco.
los justos le contestarán: "Señor,
¿cuándo te vimos
Sorpresa de recibir lo inimaginable que supera toda
expectativa, por actuar con solidaridad.
Tanto que se pregunta uno desde ahora: por qué no hice más?.
Porque saberlo ahora mueve a hacer más en solidaridad, por Jesús y por lo bueno
que en él nos espera.
Porque tuve hambre
y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis,
estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y
vinisteis a verme
Porque más importante, superior y perfecto es hacer bien al
necesitado, que preocuparse por no hacer daño.
Son dinámicas ambas de santidad y perfección, pero Jesús de
Nazaret expresa una dinámica proactiva, benéfica, de servicio de amor al
necesitado.
Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con
uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis
Hacerlo es cooperar con el proyecto ético y trascendente del
Padre de Jesús, como nos enseñó personalmente
La ignorancia de la identificación de Jesús con el necesitado
no impide que el Padre lo acoja como propio.
El seguimiento de Jesús y su ética puede ser sin conocerlo y
sólo al final se sabrá.
El proyecto ético del Padre y del Hijo para todos y todas se
centra en la necesidad del vulnerable, para empoderarlo y ascender hacia la
santidad, para que alcance así la felicidad anhelada.
El bien hecho al necesitado, la
solidaridad con el colectivo con carencias, es la concreción de la perfección
del Señor, en proceso.
El vínculo de Jesús con sus humildes hermanos semeja una
reencarnación.
Jesús
está siempre entre nosotros, como un memorial, en sus-nuestros- humildes
hermanos, formando un cuerpo, una colectividad, una sociedad de solidarios, en
el espacio tiempo, como prolepsis o anticipo del juicio final.
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