martes, 28 de febrero de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Martes 1 de Cuaresma

Isaías 55,10-11



REFLEXIÓN

así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo

Amén. Así será, así tenemos esperanza que sea.

Aunque no aparezcan los cambios favorables del designio del Señor en el corto tiempo, y aun en el prolongado.

Nos sostenemos los creyentes, nos colgamos de esta certidumbre, que también se opaca o aparece radiante.

Así es nuestro norte, el rumbo al que apunta nuestra navegación: hacia la Palabra cumplida o por cumplirse.

Una Palabra eficaz que logra lo que se propuso en su designio.

Pero una Palabra mediada que va por etapas y madura a su tiempo: lluvia que empapa, fecunda, germina, da semilla y pan.

Una Palabra que acompaña las etapas asegurando su eficacia y su maduración.

La fe en la Palabra nos provee de un ser en la realidad multiforme del mundo, de la vida, de la existencia, del Espíritu.

Se puede hablar de una paradoja: instalarse en la dinámica del Espíritu mediante una fe activa, alerta, abierta, flexible, esperanzada y amorosa.

Impresiona el alcance de la Palabra, por la abundancia de consecuencias benéficas y saludables que desata, saneando la corriente contaminante de la injusticia.

La palabra que siempre da fruto. No es ociosa. No para de laborar, no para de hablar, comunicar, interpelar, denunciar.

El habla humana en su diversidad, muestra la riqueza de esa constelación de significantes y significados.

En ello hay unidad de fondo, entre los propósitos humanos, los pueblos y sus culturas y el designio.

Salmo responsorial: 33



REFLEXIÓN

me libró de todas mis ansias

Las ansias o ansiedades, son esa tensión sorda que subyace en nuestra existencia y que no siempre logramos vivenciar y especificar.

Es el indicio de nuestra condición humana frágil y necesitada-nefesh- que requiere ser vigorizada y potenciada con frecuencia, porque si no desfallece en el andar por la senda de la vida.

lo salva de sus angustias

Profesionales de la salud física y mental señalan el estrés como una concausa que es importante en la génesis de la enfermedad y la infelicidad.

Casi no se dice nada de la fe en la Palabra eficaz en su peculiar dinámica de maduración, como contribución a un estilo de vida que aporta serenidad, gozo, comprensión, tolerancia y amor, como antioxidantes frente a la corrosión de la tensión y ansiedad contemporáneas.

Contempladlo, y quedaréis radiantes

Lo vemos si contemplamos. Con fe abrimos el corazón y nuestra profundidad más venerable y digna, a los signos de su presencia y actuar en favor nuestro.

Hoy se da una resistencia a contemplar por exceso de suspicacia. Es un comienzo de milenio crispado de recelo, inconforme, inquieto, ansioso.

Toda la ideología de la sospecha y la conspiración se ha concentrado y precipitado ahora.

Nos enturbia la contemplación del designio.

Como el sol que se nos pega a la piel y nos tuesta. Su calor y brillo se nos pegan. Así la gloria y el favor del Padre pule nuestra existencia y atrae a otros a su alabanza.

Mateo 6,7-15




REFLEXIÓN

como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso

No se puede asegurar que eso haya dicho Jesús literalmente, porque puede ser cosecha del evangelista, que a su vez recoge el prejuicio cultural del judaísmo de entonces sobre los no judíos.

Como los llamados gentiles eran gente de muchos dioses y se fraccionaban en varias deidades, tal como tenemos todavía hoy en entre algunos pueblos, multiplicaban sus ruegos entre varios intercesores.

Aun hoy en nuestra religiosidad popular vemos creyentes que se multiplican entre diferentes advocaciones buscando la más propicia y pertinente para la ocasión.

Sin embargo la fe judía en su monoteísmo puro había simplificado el trámite de las rogativas, porque sólo tenía al Santo de los Santos para invocar.

Pero Jesús en medio de la cultura aporta su propia experiencia de relación con el Dios único. Es su Padre a quien podemos llamar nuestro.

pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis.

Jesús de Nazareth es una persona que expresa su vivencia del Padre a cada paso.

Vive instalado en una dinámica: su confianza ciega en su Padre.

Y así nos comunica una divinidad que antes que nada se dispuso a escucharnos. Antes que salga nuestra palabra hacia Él, ya nos entregó la suya, dando a entender que nos está escuchando.

Sabernos escuchados aun antes de que clamemos nos elimina el estrés, la ansiedad gentilicia frente a una divinidad sorda.

Moisés reveló un Dios en el éxodo que escuchó el clamor del pueblo.

Jesús nos revela un Padre que antes de clamar nosotros, ya escuchó.

Un extremo es la garrulería: hablar intensamente para obtener algo. Otro es la confianza, que deja en su conocimiento nuestra necesidad.

"Padre nuestro del cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras ofensas, pues nosotros hemos perdonado a los que nos han ofendido, no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno

Esta es nuestra sustancia de fe, donada por la Palabra del Señor, la cual no necesita comentario, sino contemplación.

Porque nos sorprende con su escucha, nos dirigimos a él apoyados en las actitudes de Jesús, que nos hace saber en el Padrenuestro.

Que se den estas constantes en nuestra oración y la prelación que se muestra, es suficiente. Lo que pasa de ahí es ansia, desconfianza, mal espíritu, incluso en algo bueno.

Porque si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre del cielo os perdonará a vosotros. Pero si no perdonáis a los demás, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras culpas

Eso sí es nuestro. Una clave para que se mantenga la familia sana. Porque no hay exclusividad individual sobre el Padre, ni debe haber envidia y celotipia con el hermano.

Y así, si no perdono al hermano, el Padre no me perdona. Porque la unidad la hace el ágape entre Padre y hermanos.

Ningún hermano merece odio, separación, estigma, venganza, explotación en esta hermandad universal.

Hay que reconocer con honestidad, que a la vista de tanta desunión humana, no hemos aprendido el Padre Nuestro.

Aprendemos también en Jesús que no sólo es cuestión de clamar, sino también de expandir este reino nuevo perdonando, fraternizando, amando.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1630537166664220673?s=20

BEATO CARLO


 
Del Tratado de san Cipriano, obispo y mártir, Sobre la oración del Señor
(Cap. 1-3: CSEL 3, 267-268)
 
QUIEN NOS DIO LA VIDA NOS ENSEÑÓ TAMBIÉN A ORAR

 

Los preceptos evangélicos, hermanos muy amados, no son sino enseñanzas divinas, fundamentos para edificar la esperanza, medios para consolidar la fe, alimento para inflamar el corazón, guía para indicar el camino, amparo para obtener la salvación; ellos, instruyendo las mentes dóciles de los creyentes en la tierra, los conducen a la vida eterna.

 Ya por los profetas, sus siervos, Dios quiso hablar y hacerse oír de muchas maneras; pero mucho más es lo que nos dice el Hijo, lo que la Palabra de Dios, que estuvo en los profetas, atestigua ahora con su propia voz, pues ya no manda preparar el camino para el que ha de venir, sino que viene él mismo, nos abre y muestra el camino, a fin de que, los que antes errábamos ciegos y a tientas en las tinieblas de la muerte, iluminados ahora por la luz de la gracia, sigamos la senda de la vida, bajo la tutela y dirección de Dios.

 A más de otras enseñanzas y preceptos divinos, con los cuales encaminó a su pueblo a la salvación, Cristo nos enseñó también la forma de orar, él mismo nos inculcó y enseñó las cosas que hemos de pedir. Quien nos dio la vida nos enseñó también a orar, con aquella misma benignidad con que se dignó dar y conferir los demás dones, para que, al hablar ante el Padre con la misma oración que el Hijo enseñó, más fácilmente seamos escuchados.

 El Señor había ya predicho que se acercaba la hora en que los verdaderos adoradores adorarían al Padre en espíritu y en verdad; y cumplió lo que antes había prometido, de manera que nosotros, que por su santificación hemos recibido el espíritu y la verdad, también por su enseñanza podamos adorar en verdad y en espíritu.

 ¿Pues qué otra oración en espíritu puede haber fuera de la que nos fue dada por Cristo, el mismo que nos envió el Espíritu Santo? ¿Qué otra plegaria puede haber que sea en verdad ante el Padre, sino la pronunciada por boca del Hijo, que es la misma verdad? Hasta tal punto, que orar de manera distinta de la que él nos enseñó no sólo es ignorancia, sino también culpa, ya que él mismo dijo: Anuláis el mandamiento de Dios por seguir vuestras tradiciones.

 Oremos, pues, hermanos muy amados, tal como Dios, nuestro maestro, nos enseñó. A Dios le resulta familiar y aceptable la oración, cuando oramos con la que es suya, cuando llega a sus oídos la oración del mismo Cristo.

 Reconozca el Padre las palabras del Hijo, cuando hacemos oración; el mismo que habita en nuestro interior esté también en nuestra voz y, puesto que es abogado de nuestros pecados ante el Padre, pronunciemos las palabras de este abogado nuestro cuando nosotros, pecadores, pidamos por nuestros delitos.

 Pues, si dice que cuanto pidamos al Padre en su nombre nos lo concederá, ¿con cuánta mayor eficacia no obtendremos lo que pedimos en el nombre de Cristo, si lo pedimos con su propia oración?