domingo, 28 de enero de 2024

PALABRA COMENTADA

Domingo 4 de tiempo ordinario

Deuteronomio 18,15-20

   

        

REFLEXIÓN

Moisés

Es el líder israelita que engrandece sobre cualquier otro la memoria histórica colectiva.

Es para judíos y cristianos, aunque superado por Jesús de Nazaret para éstos, la voz del Dios único e irrepresentable.

Al hacerlo la cultura hebrea emplea esta realidad sutil, ahora por escrito: la voz, para representar al inombrable e invisible.

Por qué elige la voz esta cultura? Para la fe bíblica no es una elección humana sino divina. La voz es aliento: ruah, materia sutil que no se ve pero comunica, y es signo de vida por la respiración.

Así la densidad simbólica de la autorevelación del Dios Omnipotente está garantizada en esta polivalencia: comunicar la vida.

Es una comunicación vital, superior por la realidad que comunica al sexo, que también comunica vida natural: carne y sangre, carne y deseo.

suscitaré un profeta de entre sus hermanos

Se apartó este colectivo semita de la dependencia embrujada por los fenómenos naturales. Prefiere la voz humana como representación de su Dios. Y un humano seguirá siendo voz de Dios, como Jesús

el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado

Con esto entramos en la ambigüedad de la voz humana, que por más que truene, no mete el miedo de un volcán o una tempestad.

Pero cómo saber cuando es auténtica voz de Dios?

Ingresamos así en la espiritualidad del discernimiento, en un proceso de conocimiento teológico, que debe depurar las voces.

No es lo mismo un profeta que un equizofrénico. Y el pueblo ha caído tantas veces en manos de éste creyendo que era aquél.

Salmo responsorial: 94




REFLEXIÓN

Porque él es nuestro Dios, / y nosotros su pueblo

Nos pertenecemos mutuamente. Por eso la comunicación va abriéndose históricamente al amor, no al miedo ni al terror.

Ojalá escuchéis hoy su voz:

De esto se trata todo: escuchar la voz, obedecer, por amor, no por temor.

1Corintios 7,32-35




REFLEXIÓN

induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.

Escuchar involucra despreocupación. No irresponsabilidad. La responsabilidad surge del amor. La preocupación es un efecto del apego excesivo.

Marcos 1,21-28




REFLEXIÓN

tenía un espíritu inmundo

Mas allá del folklore y sus creencias mágicas, nos preguntamos por la existencia de fuerzas opuestas a nosotros, a nuestros sueños, a nuestra realización, a nuestro proyecto. Por qué me pongo a mí mismo estorbos para avanzar? O es alguien distinto a mí?

Lo que sea, el evangelio como buena nueva de la autoridad de Jesús de Nazaret, nos anima a una fe que supera la creencia en cualquier fuerza, y el miedo también.

"Cállate y sal de él."

Si no escuchamos la voz del Señor es probable que nuestro espacio de conciencia se llene de voces que alientan apegos, obsesiones y espejismos.

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Deuteronomio 18,15-20

La voz autorizada por empeño del mismo Dios y a peticiòn de su pueblo es a travès de un humano. Creemos màs lo humano, aunque peque de antropomòrfico, que lo celestial desencarnado.

Salmo responsorial: 94

Endurecer el corazòn sin escuchar la voz, es equivalente de  preferir otras veces, aun engañosas como las demonìacas

1Corintios 7,32-35

A quien hemos de contentar es al Señor, escuchando su voz definitiva, sin divisiones

Marcos 1,21-28

Decirle a Jesùs Santo de Dios es mucho y màs en boca del demonio, una autoridad reconocida aùn por los creyentes, porque es capaz de distorsionar todo el sentido del bien de la creaciòn. Asì la autoridad de Jesùs, en la comunidad creyente se memorializaba como indiscutible y propia, sin dependendia alguna de otro poder, a no ser el del mismisimo Dios. Porque la comunidad creyente siempre està tentada de oir otras voces, incluso demonìacas.

BEATO CARLO

 BEATO CARLO


El Papa Francisco se refirió este domingo a Carlo Acutis,  joven que fue declarado beato este 10 de octubre en Asís.  Era un muchacho de quince años, enamorado de la Eucaristía, recordó el Papa Francisco a los fieles reunidos en la plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus.

“No se instaló en una cómoda inmovilidad, sino que comprendió las necesidades de su tiempo, porque en los más débiles veía el rostro de Cristo. Su testimonio indica a los jóvenes de hoy que la verdadera felicidad se encuentra poniendo a Dios primero y sirviéndole en los hermanos, especialmente en los últimos. ¡Un aplauso para el nuevo joven beato!”, dijo el Santo Padre.

De la carta de san Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Esmirniotas
(Cap. 1—4, 1: Funk 1, 235-237)


CRISTO NOS HA LLAMADO A SU REINO Y GLORIA

Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a la Iglesia de Dios Padre y del amado Jesucristo establecida en Esmirna de Asia, la que ha alcanzado toda clase de dones por la misericordia de Dios, la que está colmada de fe y de caridad y a la cual no falta gracia alguna, la que es amadísima de Dios y portadora de santidad: mi más cordial saludo en espíritu irreprochable y en la palabra de Dios.
Doy gracias a Jesucristo Dios,
por haberos otorgado tan gran sabiduría; he podido ver, en efecto, cómo os mantenéis estables e inconmovibles en vuestra fe, como si estuvierais clavados en cuerpo y alma a la cruz del Señor Jesucristo, y cómo os mantenéis firmes en la caridad por la sangre de Cristo, creyendo con fe plena y firme en nuestro Señor, el cual procede verdaderamente de la descendencia de David según la carne, es Hijo de Dios por la voluntad y el poder del mismo Dios, nació verdaderamente de la Virgen, fue bautizado por Juan para cumplir de esta manera la voluntad de Dios; finalmente, su cuerpo fue verdaderamente crucificado bajo el poder de Poncio Pilato y del tetrarca Herodes (y de su divina y bienaventurada pasión somos fruto nosotros), para, mediante su resurrección, elevar su estandarte para siempre en favor de sus santos y fieles, tanto judíos como gentiles, reunidos todos en el único cuerpo de su Iglesia.
Todo esto lo sufrió por nosotros, para que alcanzáramos la salvación; y sufrió verdaderamente, como también se resucitó a sí mismo verdaderamente.
Yo sé que después de su resurrección tuvo un cuerpo verdadero, como sigue aún teniéndolo. Por esto, cuando se apareció a Pedro y a sus compañeros, les dijo: Tocadme y palpadme, y ved que no soy un ser fantasmal e incorpóreo. Y al punto lo tocaron y creyeron, adhiriéndose a la realidad de su carne y de su espíritu. Esta fe les hizo capaces de despreciar y vencer la misma muerte. Después de su resurrección,
el Señor comió y bebió con ellos como cualquier otro hombre de carne y hueso, aunque espiritualmente estaba unido al Padre.
Quiero insistir acerca de estas cosas, queridos hermanos, aunque ya sé que las creéis.