viernes, 23 de agosto de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 20 de tiempo ordinario

Año Par

Ezequiel 37, 1-14



REFLEXIÓN

Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y lo hago.

Aspiramos a tener el sabor del Señor, Aquél que dice y hace. 

Es posible desde la opción fundamental tratar de ponernos en la actitud de renuncia total, pero en los hechos más bien irnos apegando otra vez, y las veces que hayamos propuesto volver a la renuncia total, por debilidad o amor fácil, no lo mantenemos.

¿Estaremos siendo fieles al Señor, o burlando su voluntad? Es  sabiduría o capricho?

Una vez gustamos la sabiduría del Señor, nos viene casi sin darnos cuenta una sensibilidad espiritual para sentir su paso, sus señales, su voluntad. Se da con frecuencia al sorprendernos con sus maravillas salvadoras en las coyunturas históricas que lo necesitamos.

Salmo responsorial: 106



REFLEXIÓN

Pero gritaron al Señor en su angustia, / y los arrancó de la tribulación

La angustia va consistiendo en un miedo a vivir con menos, y al límite, y llegar a faltarle al compromiso con nuestra familia.

Es como una agonía.

Mateo 22,34-40



REFLEXIÓN

""Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser." Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo."

Se trata de un primer mandamiento y uno segundo, pero semejantes, es decir, de igual rango. 

En qué? En amar: agapao. Amor de preferencia, que implica a la persona. No es amor sólo de afecto como Fileo.

Así amar a Dios por sí mismo, amar al prójimo por sí mismos, porque son dignos de amor, y no excusas ni propaganda para amarlos. 

Ambos ágapes se relacionan estrechamente como vasos comunicantes. Si crece uno, crece el otro. Si merma uno, merma el otro.

Somos una familia y amarnos unos a otros, en ágape, entraña que hay amor para todos y cada uno.

Este es el núcleo duro de la ley, los profetas y Jesús de Nazareth.

De la palabra revelada y encarnada de Dios.

Su mandato, su voluntad, su beneplácito, su gloria.

Si respecto a cualquier prójimo se procediera con un bien obrar intencional, deberíamos aplicar el discernimiento espiritual de segunda semana, de los ejercicios espirituales ignacianos, para personas que van haciendo la lucha por ser mejores.

Quizás más que pecar se pretende hacer bien las cosas. Pero, viene el enemigo y se mezcla.

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Viernes 20 de tiempo ordinario

Año Par

Ezequiel 37, 1-14

Salmo responsorial: 106

Mateo 22,34-40

SAN CARLO ACUTIS DE ASIS

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


VIERNES, XX

De los Escritos de santa Rosa de Lima, virgen

(Al médico Castillo: edición L. Getino, La patrona de América, Madrid 1928, pp. 54-55)

Conozcamos el amor de Cristo, que excede todo conocimiento

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El Salvador levantó la voz y dijo, con incomparable majestad:

«¡Conozcan todos que la gracia sigue a la tribulación. Sepan que sin el peso de las aflicciones no se llega al colmo de la gracia. Comprendan que, conforme al acrecentamiento de los trabajos, se aumenta juntamente la medida de los carismas. Que nadie se engañe: ésta es la única verdadera escala del paraíso, y fuera de la cruz no hay camino por donde se pueda subir al cielo!»

Oídas estas palabras, me sobrevino un ímpetu poderoso de ponerme en medio de la plaza para gritar con grandes clamores, diciendo a todas las personas, de cualquier edad, sexo, estado y condición que fuesen:

«Oíd, pueblo; oíd, todo género de gentes: de parte de Cristo y con palabras tomadas de su misma boca, yo os aviso: Que no se adquiere gracia sin padecer aflicciones; hay necesidad de trabajos y más trabajos, para conseguir la participación íntima de la divina naturaleza, la gloria de los hijos de Dios y la perfecta hermosura del alma.»

Este mismo estímulo me impulsaba impetuosamente a predicar la hermosura de la divina gracia, me angustiaba y me hacía sudar y anhelar. Me parecía que ya no podía el alma detenerse en la cárcel del cuerpo, sino que se había de romper la prisión y, libre y sola, con más agilidad, se había de ir por el mundo, dando voces:

«¡Oh, si conociesen los mortales qué gran cosa es la gracia, qué hermosa, qué noble, qué preciosa, cuántas riquezas esconde en sí, cuántos tesoros, cuántos júbilos y delicias! Sin duda emplearían toda su diligencia, afanes y desvelos en buscar penas y aflicciones; andarían todos por el mundo en busca de molestias, enfermedades y tormentos, en vez de aventuras, por conseguir el tesoro inestimable de la gracia. Ésta es la mercancía y logro último de la constancia en el sufrimiento. Nadie se quejaría de la cruz ni de los trabajos que le caen en suerte, si conociera las balanzas donde se pesan para repartirlos entre los hombres