viernes, 30 de agosto de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA


Viernes 21ª de tiempo ordinario

1CORINTIOS 1, 17-25

 


COMENTARIO

no con sabiduría de palabras, para no hacer ineficaz la cruz de Cristo

Es Jesús el que salva: su vida, sus palabras, su pasión, muerte y resurrección. Todo su misterio de Palabra encarnada.

Anunciarlo más que bautizarlo como sentido de misión era para Pablo su prioridad. Bautizar era mantenerse al tanto de una comunidad permanentemente, preparar a los que iban a ser bautizados.

Pablo siente que debe rápidamente anunciar a Jesús hasta el fin del mundo para acelerar la venida del reino. Un sentido de urgencia apostólico, que no da tregua ni descanso, como el Maestro que no tenía donde reclinar la cabeza.

Y así muchos que han mordido el sabor del evangelio y no pueden dejar de propagarlo como un bien común.

El mensaje de la cruz es necedad para los que están en vías de perdición; pero para los que están en vías de salvación-para nosotros- es fuerza de Dios

Hay que contar con esto: el mundo carece de sentidos para entender que la fuerza del Señor no es prepotencia.

Las diferentes ciencias que diganostican la realidad que somos y en la que nos movemos se ufanan de la causas que van descubriendo, siempre más. Su orgullo es su conocimiento y técnica.

quiso Dios valerse de la necedad de la predicación, para salvar a los creyentes

Aun el predicador del evangelio puede hacerlo al estilo prepotente de la sabiduría y ciencia del mundo pero sin la fuerza del Señor. 

Mucho habría que preguntarse por qué los predicadores oficiales de las diversas iglesias parecen mostrar poca fuerza de Dios, visto que el mundo sigue albergando al anti-reino.

los judíos exigen signos, los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles

El creyente en Jesús de Nazaret, está llamado a la contra-cultura: una especie de anormalidad viviente porque le toca ir contra corriente en toda cultura humana que se construya. Porque la cultura humana si bien es producto de la libertad posible humana, también es una sabiduría que pretende competir con la del Señor.

Los judíos que se mencionan y los gentiles son los auditorios en tiempos de Pablo, a quienes anunciaba y confrontaba.

Pero son los paradigmas de toda cultura que se invente: busca signos para poder creer, busca sabiduría para poder entender, pero se escandaliza de que la ignominia de la cruz pueda proceder de Dios, y pueda enseñarse como sabiduría.

Una enfermedad, una injusticia, una situación de pobreza y miseria son para el mundo señales de desgracia y fracaso.

Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres; y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres

Se requiere la  iluminación por el Espíritu del sentido de fuerza de Dios que conlleva toda cruz para ir contra cultura, en paz.

SALMO RESPONSORIAL: 32



COMENTARIO

el plan del Señor subsiste por siempre, / los proyectos de su corazón, de edad en edad.

El designio del Señor provee una estabilidad que no puede otorgar el mundo a su realidad no obstante su técnica.

Esta convicción sólo puede llegar a serlo cuando es probada, saboreada, hecha sabiduría de la cruz.

MATEO 25, 1-13




COMENTARIO

"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis"

La prudencia puede adquirise como una sabiduría humana, que consiste en la capacidad de preveer consecuencias de ciertas causas, para evitarlas o asumirlas.

La necedad de la cruz no puede confundirse con la ausencia de prudencia, sino con atribuir ciertas consecuencias a ciertas causas y despreciarlas o escandalizarse.

Como atribuir la pobreza de un pobre a causas que nos lleven al escándalo o desprecio y no hacer nada por solidarizarnos. Eso es desconocimiento de la sabiduría de la cruz. Porque el pobre es un clamor del Señor, independientemente de las causas que lo condujeron a ese estado.

Y así podemos ir repasando diferentes situaciones humanas individuales y colectivas, que claman nuestra compasión y solidaridad. Si entendiéramos todos la sabiduría de la cruz, el reino aceleraría su instalación perfecta entre nosotros.

Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora

Hay que saber velar. No ir a buscar aceite para la lámpara cuando puede venir el esposo. Sino llevar suficiente aceite para  que dure hasta que llegue. 

Puesto que hay que velar, hay que hacerlo como las vírgenes prudentes.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1299320587827978240?s=20




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Viernes 21ª de tiempo ordinario

1CORINTIOS 1, 17-25

SALMO RESPONSORIAL: 32

MATEO 25, 1-13

SAN CAARLO ACUTIS DE ASIS



Comienza de la carta de San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, a los Tralianos
(Caps 1, 1-3; 2; 4,1-2; 6,1; 7, 1-8, 1: Funk 1, 203-209)
Os quiero prevenir como a hijos míos amadísimos

Ignacio, por sobrenombre Teóforo, es decir, Portador de Dios, a la amada de Dios, Padre de Jesucristo, la Iglesia santa que habita en Trales del Asia, digna de Dios y escogida, que goza de paz, tanto en el cuerpo como en el espíritu, a causa de la pasión de Jesucristo, el que nos da una esperanza de resucitar como él; mi mejor saludo apostólico y mis mejores deseos de que viváis en la alegría.

Sé que tenéis sentimientos irreprochables e inconmovibles, a pesar de vuestros sufrimientos, y ello no sólo por vuestro esfuerzo, sino también por vuestro buen natural: así me lo ha manifestado vuestro obispo Polibio, quien, por voluntad de Dios y de Jesucristo, ha venido a Esmirna y se ha congratulado conmigo, que estoy encadenado por Cristo Jesús; en él me ha sido dado contemplar a toda vuestra comunidad y por él he recibido una prueba de cómo vuestro amor para conmigo es según Dios, y he dado gracias al Señor, pues de verdad he conocido que, como ya me habían contado, sois auténticos imitadores de Dios.

En efecto, al vivir sometidos a vuestro obispo como si se tratara del mismo Jesucristo, sois, a mis ojos, como quien anda no según la carne, sino según Cristo Jesús, que por nosotros murió a fin de que, creyendo en su muerte, escapéis de la muerte. Es necesario, por tanto, que, como ya lo venís practicando, no hagáis nada sin el obispo; someteos también a los presbíteros como a los apóstoles de Jesucristo, nuestra esperanza, para que de esta forma nuestra vida esté unida a la de él.

También es preciso que los diáconos, como ministros que son de los misterios de Jesucristo, procuren, con todo interés, hacerse gratos a todos, pues no son ministros de los manjares y de las bebidas, sino de la Iglesia de Dios. Es, por tanto, necesario que eviten, como si se tratara de fuego, toda falta que pudiera echárseles en cara.

De manera semejante, que todos reverencien a los diáconos como a Jesucristo, al obispo como si fuera la imagen del Padre, y a los presbíteros como si fueran el senado de Dios y el colegio apostólico. Sin ellos no existe la Iglesia. Creo que estáis bien persuadidos de todo esto. En vuestro obispo, a quien recibí y a quien tengo aún a mi lado, contemplo como una imagen de vuestra caridad; su misma manera de vivir es una magnífica lección, y su mansedumbre una fuerza.

Mis pensamientos en Dios son muy elevados, pero me pongo a raya a mí mismo, no sea que perezca por mi vanagloria. Pues ahora sobre todo tengo motivos para temer y me es necesario no prestar oído a quienes podrían tentarme de orgullo. Porque cuantos me alaban, en realidad, me dañan. Es cierto que deseo sufrir el martirio, pero ignoro si soy digno de él. Mi impaciencia, en efecto, quizá pasa desapercibida a muchos, pero en cambio a mí me da gran guerra. Por ello, necesito adquirir una gran mansedumbre, pues ella desbaratará al príncipe de este mundo.

Os exhorto, no yo, sino la caridad de Jesucristo, a que uséis solamente el alimento cristiano y a que os abstengáis de toda hierba extraña a vosotros, es decir, de toda herejía.

Esto lo realizaréis si os alejáis del orgullo y permanecéis íntimamente unidos a nuestro Dios, Jesucristo, y a vuestro obispo, sin apartaros de las enseñanzas de los apóstoles. El que está en el interior del santuario es puro, pero el que está fuera no es puro: quiero decir con ello que el que actúa a espaldas del obispo y de los presbíteros y diáconos no es puro ni tiene limpia su conciencia.

No os escribo esto porque me haya enterado que tales cosas se den entre vosotros, sino porque os quiero prevenir como a hijos míos amadísimos.