lunes, 13 de enero de 2025

PALABRA COMENTADA


 

Lunes 1 de tiempo ordinario

Hebreos 1,1-6




REFLEXIÓN

En distintas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetasAhora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo

Esta es la novedad según la Palabra y para la cual somos testigos de una definitiva buena nueva: ahora Dios habló por el Hijo, alguien que proviene de la intimidad de Dios.

Sí, hay para nosotros los cristianos un ser participado por fe, cualitativamente distinto: pertenecer a la última etapa de la Palabra. Hemos llegado al techo de lo que podemos crecer y esperar. Después no hay nada más y nada menos que la divinidad.

El autor de esta reflexión se dirige a un auditorio aún apegado a formas judaicas para asestar un golpe definitivo: no más mirar hacia atrás, hacia las sombras, porque estamos en el futuro, en la luz.

Difícil de creer con tanto espanto y tiniebla circundante, pero hemos de creer.

Se afirma una plenitud de Palabra en el Hijo. Parece que no se tiene por buena esa afirmación, en ciertos círculos exploratorios, que buscan otras profecías, fuera de la plenitud de Jesucristo.

Para muchos no parece suficiente su palabra, sino que hay que buscar en otras religiones algo más. No me refiero a los que buscan confirmar esa plenitud sino a los que la reemplazan.

Parece cosa buena para el diálogo interreligioso, interconfesional, ir más allá de Cristo. Sin embargo no es el camino que nos indica la Palabra en el Nuevo Testamento.

Él sostiene el universo con su palabra poderosa

Le da pleno sentido, acabada comprensión, aceptación del designio.

habiendo realizado la purificación de los pecados

Efectivamente ya no hay pecado…si no queremos.

Para que lo haya se requiere nuestra anuencia.

Todo es posible, aun vivir sin desviarnos, si queremos.

Para eso se puso el Hijo de nuestro lado y nos enseñó cómo se hace para vivir sin pecado.

Salmo responsorial: 96




REFLEXIÓN

El Señor reina, la tierra goza

Estamos entonces instalados ya en un reino del heredero de todo: el Hijo. Si queremos no tenemos pecado, ni nos distanciaremos de Él.

Por lo tanto podemos vivir el gozo de la justicia de Dios entre nosotros, como hermanos, si queremos.

Justicia y derecho sostienen su trono

Un orden, una economía en el que reinan las bienaventuranzas. Es el reino de Dios. Ciertamente no es un reino “espiritual” como sinónimo de alienación de la verdad histórica, pero es transhistórico y transignificado: da a entender con luces y mociones, regiones profundas de relaciones nuevas, justas, amorosas, fraternales.

Marcos 1,14-20




REFLEXIÓN

"Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio."

Un mensaje que pretende ubicarnos ya, de una vez por todas en un dominio:el reino de Dios.

Por supuesto, si queremos. Por eso la necesidad de convertirse y creer. Nada de eso se puede procesar sin nuestra anuencia.

Y cómo queremos? Utilizando la tipología ignaciana de los ejercicios espirituales:como primer, segundo o tercer binario?

En esta tipología cabemos y caemos todos los que existimos, y a quienes conocemos. Vemos personas, y hasta lo somos por tiempo, que nada que ver con el reino de Dios, mientras nos ocupamos de otras cosas. Un olvido de esa dimensión que nos lleva hasta la posibilidad de grandes crímenes y ofensas.

Vemos también otros y hasta lo somos, cómplices de la componenda y la corrupción, queriendo el reino a ratos, pero frenándose cuando se es afectado en los más caros intereses.

Pero para nuestra esperanza y reforzamiento vemos, y hasta ocasionalmente lo somos, a quienes se desgastan por el amor solidario y el Señor es la constante en el sentido de su vida corriente. Gente de bien en mejor subiendo.

Gracias a Dios tenemos hermanos así que nos jalan a mayor entrega.

Mensaje sencillo de realización de algo deseado y anhelado desde antiguo: un nuevo modo y orden de realidad. Pero es una invitación a la co-responsabilidad, a la conversión. Un nuevo pacto.

El anuncio de Jesús es sobre un reino que está cerca, próximo, a la mano. Como el/la vulnerable que se me aproxima, se me hace cercano/a en su dolor para tocar mis entrañas de misericordia, que se aguan si accedo a convertirme

"Venid conmigo y os haré pescadores de hombres."

Jesús da a entender un reino en convivencia cooperadora. Donde el líder que es él, gusta de formar equipo y comparte responsabilidades.

Un estilo de vida que podemos extender a nuestra familia, trabajo, estudio, amistades. Donde da gusto estar y juntos nos animamos a luchar.

Acto seguido llamó a la colaboración.

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Lunes 1 de tiempo ordinario

Hebreos 1,1-6

Salmo responsorial: 96

Marcos 1,14-20

SAN CARLO DE JESÚS ACUTIS DE ASIS



 


De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios

(Cap. 59, 2--60, 4; 61, 3: Funk 1, 135-141)

 

EL VERBO DE DIOS FUENTE DE SABIDURÍA CELESTIAL

 

No cesamos de pedir y de rogar para que el Artífice de todas las cosas conserve íntegro en todo el mundo el número de sus elegidos, por mediación de su amado siervo Jesucristo, por quien nos llamó de las tinieblas a la luz, de la ignorancia al conocimiento de la gloria de su nombre. Haz que esperemos en tu nombre, tú que eres el origen de todo lo creado; abre los ojos de nuestro corazón, para que te conozcamos a ti, el solo altísimo en las alturas, el santo que reposa entre los santos; que terminas con la soberbia de los insolentes, que deshaces los planes de las naciones, que ensalzas a los humildes y humillas a los soberbios, que das la pobreza y la riqueza, que das la muerte, la salvación y la vida, el solo bienhechor de los espíritus y Dios de toda carne; tú que sondeas los abismos, que ves todas nuestras acciones, que eres ayuda de los que están en peligro, que eres salvador de los desesperados, que has creado todo ser viviente y velas sobre ellos; tú que multiplicas las naciones sobre la tierra y eliges de entre ellas a los que te aman por Jesucristo, tu Hijo amado, por quien nos has instruido, santificado y honrado.

Te pedimos, Señor, que seas nuestra ayuda y defensa. Libra a aquellos de entre nosotros que se hallan en tribulación, compadécete de los humildes, levanta a los caídos, socorre a los necesitados, cura a los enfermos, haz volver a los miembros de tu pueblo que se han desviado; da alimento a los que padecen hambre, libertad a nuestros cautivos, fortaleza a los débiles, consuelo a los pusilánimes; que todos los pueblos de la tierra sepan que tú eres Dios y no hay otro, y que Jesucristo es tu siervo, y que nosotros somos tu pueblo, el rebaño que tú guías.

Tú has dado a conocer la ordenación perenne del mundo, por medio de las fuerzas que obran en él; tú, Señor, pusiste los cimientos de la tierra, tú eres fiel por todas las generaciones, justo en tus juicios, admirable por tu fuerza y magnificencia, sabio en la creación y providente en el gobierno de las cosas creadas, bueno en estos dones visibles y fiel para los que en ti confían, benigno y misericordioso; perdona nuestras iniquidades e injusticias, nuestros pecados y delitos.

No tomes en cuenta todos los pecados de tus siervos y siervas, antes purifícanos en tu verdad y asegura nuestros pasos, para que caminemos en la piedad, la justicia y la rectitud de corazón, y hagamos lo que es bueno y aceptable ante ti y ante los que nos gobiernan.

Más aún, Señor, ilumina tu rostro sobre nosotros, para que gocemos del bienestar en la paz, para que seamos protegidos con tu mano poderosa, y tu brazo extendido nos libre de todo pecado y de todos los que nos aborrecen sin motivo.

Da la concordia y la paz a nosotros y a todos los habitantes del mundo, como la diste a nuestros padres, que piadosamente te invocaron con fe y con verdad. A ti, el único que puedes concedernos estos bienes y muchos más, te ofrecemos nuestra alabanza por Jesucristo, pontífice y abogado de nuestras almas, por quien sea a ti la gloria y la majestad, ahora y por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.