sábado, 16 de octubre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

SÁBADO 28 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Romanos 4,13.16-18



REFLEXIÓN

Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: "Te hago padre de muchos pueblos."

Parece decir por tanto, que en el supuesto de que Abraham fuera la cuna de una cultura, antes de ella se dio la fe a una promesa gratuita.

La observancia de la ley en una cultura es un acto segundo, que no remonta sino que sucede a la fe.

Como fe conecta con la promesa gratuita dondequiera se dé la fe de Abraham.

La exclusividad de la descendencia legal no tiene fundamento para cerrar el paso a la promesa gratuita correspondida por una fe como la de Abraham.

Todo ser humano puede ser hijo de Abraham si accede a la promesa por esa calidad de fe.

Cómo es la fe de Abraham, llave para toda la humanidad?

Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: "Así será tu descendencia."

El encuentro con Dios permite a Abraham el acceso a una fe cuya calidad consiste en esperar contra toda esperanza.

Esta es la fe que practica el justo de Habacuc: el justo por fe vivirá.

En Abraham esa fe se manifestó en creer y esperar numerosa descendencia a pesar de sus escasas posibilidades individuales.

La fe de Abraham consiste, ya como vida plena en Jesús de Nazareth, en desconcentrar la esperanza única en las probabilidades propias y transferirla, en creciente énfasis, a las posibilidades que laten en Dios.

A esta luz es comprensible con asaz claridad la expresión en boca de Jesús en cuanto a que para Dios no hay nada imposible.

La negación de la imposibilidad como atributo de Dios es la clave de la fe al estilo de Abraham, y está disponible para todo pueblo, raza o nación.

Salmo responsorial: 104



REFLEXIÓN

Se acuerda de su alianza eternamente, / de la palabra dada, por mil generaciones;

El sistema de la palabra empeñada, una sola, clara, transparente, firme es el sistema de una persona cuyo principal analogado es el Señor.

Ser persona es tener y mantener la palabra dada sin oscurecerla para siempre.

Ella es la trascendencia y la totalmente otra palabra, que contrasta y relativiza toda otra palabra de cualquiera.

Relativiza todo otro sistema que no se funda en la palabra que requiere y justifica una fe esperanzada.

Lucas 12,8-12



REFLEXIÓN

Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará.

el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir

Como en todo lo demás la comunidad seguidora de Jesús lo tiene como modelo que los inspira en el seguimiento.

Y así capta desde la fe pascual que el don otorgado por Jesús, pero vivido por él, es la obediencia al Espíritu, y dejarse enseñar por Él.

Es imperdonable desacreditar la acción del Espíritu de Dios. Nada lo justifica.

En esto consiste una existencia que aprende puntualmente, en cada coyuntura.

Y volverse contra esta enseñanza es una blasfemia (lenguaje difamatorio) que por si mismo excluye del influjo del Espíritu.

Un lenguaje que expresa falta de fe en su enseñanza.

no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir

Lo propio es creer y esperar que interviene y seguirá anteviniendo el Espíritu Santo en nuestra defensa decisiva.

Confiar en la intervención oportuna, esperar su auxilio pertinente, es la fe que nos transmite la tradición de la Palabra desde los relatos de Abraham.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1449341358708244481?s=20

BEATO CARLO



 De la Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, del
Concilio Vaticano segundo
(Núms. 40. 45)

YO SOY EL ALFA Y LA OMEGA, EL PRIMERO Y EL ÚLTIMO

La compenetración de la ciudad terrestre con la ciudad celeste sólo es perceptible por la
fe: más aún, es el misterio permanente de la historia humana, que, hasta el día de la
plena revelación de la gloria de los hijos de Dios, seguirá perturbada por el pecado.
La Iglesia, persiguiendo la finalidad salvífica que es propia de ella, no sólo comunica al
hombre la participación en la vida divina, sino que también difunde, de alguna manera,

sobre el mundo entero la luz que irradia esta vida divina, principalmente sanando y
elevando la dignidad de la persona humana, afianzando la cohesión de la sociedad y
procurando a la actividad cotidiana del hombre un sentido más profundo, al impregnarla
de una significación más elevada. Así la Iglesia, por cada uno de sus miembros y por toda
su comunidad, cree poder contribuir ampliamente a humanizar cada vez más la familia
humana y toda su historia.
Tanto si ayuda al mundo como si recibe ayuda de él, la Iglesia no tiene más que una
sola finalidad: que venga el reino de Dios y que se establezca la salvación de todo el
género humano. Por otra parte, todo el bien que el pueblo de Dios, durante su
peregrinación terrena, puede procurar a la familia humana procede del hecho de que la
Iglesia es el sacramento universal de la salvación, manifestando y actualizando, al mismo
tiempo, el misterio del amor de Dios hacia el hombre.
Pues el Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, se encarnó, a fin de salvar, siendo él
mismo hombre perfecto, a todos los hombres y para hacer que todas las cosas tuviesen a
él por cabeza. El Señor es el término de la historia humana, el punto hacia el cual
convergen los deseos de la historia y de la civilización, el centro del género humano, elgozo de todos los corazones y la plena satisfacción de todos sus deseos. Él es aquel a
quien el Padre resucitó de entre los muertos, ensalzó e hizo sentar a su derecha,
constituyéndolo juez de los vivos y de los muertos. Vivificados y congregados en su
Espíritu, peregrinamos hacia la consumación de la historia humana, que corresponde
plenamente a su designio de amor: Recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la
tierra.
El mismo Señor ha dicho: Mira, llego en seguida y traigo conmigo mi salario, para pagar
a cada uno su propio trabajo. Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio
y el fin.