lunes, 14 de febrero de 2022

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

LA SABIDURÍA COMO LA MADRE DEL CIELO SE OBTIENE EN LA ESCUCHA DE jESÚS

Lunes, VI semana

San Bernardo Sermón 15 sobre diversas materias

Trabajemos para tener el manjar que no se consume: trabajemos en la obra de nuestra salvación. Trabajemos en la viña del Señor, para hacernos merecedores del denario cotidiano. Trabajemos para obtener la sabiduría, ya que ella afirma: Los que trabajan para alcanzarme no pecarán. El campo es el mundo –nos dice aquel que es la Verdad–; cavemos en este campo; en él se halla escondido un tesoro que debemos desenterrar. Tal es la sabiduría, que ha de ser extraída de lo oculto. Todos la buscamos, todos la deseamos. Si queréis preguntar –dice la Escritura–, preguntad, convertíos, venid. ¿Te preguntas de dónde te has de convertir? Refrena tus deseos, hallamos también escrito. Pero, si en mis deseos no encuentro la sabiduría –dices–, ¿dónde la hallaré? Pues mi alma la desea con vehemencia, y no me contento con hallarla, si es que llego a hallarla, sino que echo en mi regazo una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. Y esto con razón. Porque, dichoso el que encuentra sabiduría, el que alcanza inteligencia. Búscala, pues, mientras puede ser encontrada; invócala, mientras está cerca. ¿Quieres saber cuán cerca está?

REFLEXIÓN

Indicios de sabiduría, la que siempre quiere más y queda con hambre. No la que harta y se vomita. Confesar la propia iniquidad es mantenerse en un sano realismo de su verdadero protagonismo y relieve, con la conciencia de que estamos inclinados al daño de otros. Confesar la acción de gracias, es compañera inseparable de la anterior, ya que por conocer nuestra tendencia al perjuicio ajeno, no cesamos de agradecer que busquemos hacer bien. Además la boca que edifica con una narrativa positiva que aporta esperanza, repara el daño causado o por causar, y muestra que su acción de gracias es honesto.

En efecto, por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Y además, lo primero que hace el justo al hablar es acusarse a si mismo: y así, lo que debe hacer en segundo lugar es ensalzar a Dios, y en tercer lugar (si a tanto llega la abundancia de su sabiduría) edificar al prójimo.

domingo, 13 de febrero de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Domingo 6 de tiempo ordinario

Jer 17,5-8



REFLEXIÓN

Maldito quien confía en el hombre, y en la carne busca su fuerza, apartando su corazón del Señor.

Una experiencia amarga, que debe hacerse antes que después en la vida, es la que se configura en la decepción específica de un ser humano sobre otro.

Se trata de una piedra para construir, no necesariamente de un derrumbe, aunque se siente como tal.

Cuando la carne débil es glorificada como un dios, produce un efecto subyugador que enamora y aliena. Despertar y mantener la lucidez frente a este deslumbramiento es una tarea tenaz, de mucha convicción.

En esa tarea contamos con el Espíritu que nos ilumina y despierta de la muerte, en la que nos vamos introduciendo.

La carne espiritual, como condensación de humanidad, del modo humano de ser y proceder, tiende a aliarse con la carne débil, esperando superar su congénita debilidad y volatilidad.

El anhelo de no ser debilidad y vulnerabilidad, la lleva a odiar su estirpe o apegarse desordenadamente.

La ascesis desencarnada, el odio fratricida, la lujuria y el erotismo pervertidos son géneros de ensayos de solución.

Pero para unos en poco tiempo, para otros hasta entrada la vejez, cuando la carne se amustia, una experiencia va precipitando su esencia hasta volverla una frustrada convicción: la carne no salva al anhelo profundo de supervivencia, al gemido de ser más, inscrito en sus tuétanos.

Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza. Será un árbol plantado junto al agua, que junto a la corriente echa raíces; cuando llegue el estío no lo sentirá, su hoja estará verde; en año de sequía no se inquieta, no deja de dar fruto

Cuando el corazón se preserva con la Palabra es posible esquivar esa fascinación y mantener distancia prudencial de cualquier adoración de la carne.

Se da una lucha que puede ser muy larga y durar toda la vida. Una crucifixión de la carne para que resplandezca finalmente con la vida que no se corrompe.

Desengañados de nosotros mismos, y anhelantes de solidez, arribamos como olas en la arena, a la fe en el Señor.

Nuestra ventaja es que Él lo sabe y su aceptación está ofrecida por su misericordia.

en año d e sequía no se inquieta, no deja de dar fruto

Los apegados al Señor son señales para tiempos de crisis, porque su lozanía y frescura anima a otros a seguir esperando, a confiar, a hacer la experiencia de confianza en el Señor, y así sentir la vida en la muerte.

Nada más falso y enfermo que el corazón: ¿quién lo entenderá? Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones

Parece concurrir con el diagnóstico del emotivismo en nuestro tiempo.

Hay que profundizar más en la facultad que más estabilidad da al hombre: la razón.

Sin embargo hay que aceptar que también ella se enferma y contradice gravemente los intereses del corazón.

Ver con los ojos del corazón parece desde la literatura antigua una sabiduría popular que es sinónimo de acierto.

Pero parece que la palabra del Señor pone en cuestión esta sabiduría. Podríamos decir que en forma radical, no hay nada que no esté enfermo en el ser humano, hombre o mujer.

Se trata de una profecía sabia, que más que denunciar, alienta y persuade a un cambio de carril. Entender la veleidad del corazón y cuán enfermo puede ser persuade al desapego.

Por sus apegos y desapegos ciegos, miopes, estrábicos, astigmáticos, deformantes.

Nos hace caer una y otra vez. Es lábil al engaño del seductor. Es contradictorio e incongruente en sus filias y fobias.

Yo, el Señor, penetro el corazón, sondeo las entrañas, para dar al hombre según su conducta, según el fruto de sus acciones

Es nuestra última esperanza: alguien que nos ame tanto, más allá de nosotros mismos, que salve lo salvable porque sabe mirar nuestra hondura.

Sal 1



REFLEXIÓN

Dichoso el hombre / que no sigue el consejo de los impíos, / ni entra por la senda de los pecadores, / ni se sienta en la reunión de los cínicos

 La dicha de la bienaventuranza que acompaña el seguimiento del Espíritu, mientras peregrinamos, se parece poco al éxtasis emocional, que acompaña las conductas carnales. Gustar más de una que de otra es un desafío que todos afrontamos, para procesar mediante discernimiento espiritual, las contingencias de la existencia humana.

Ignacio de Loyola en sus ejercicios espirituales, mediante las reglas de discernimiento de espíritus, pretende enseñar a degustar el Espíritu, para aceptar sus toques y seguirlo. No se oculta que este seguimiento, según momentos y niveles, entraña una lucha, que no se reduce a la esfera individual, porque la decisión de compromiso con el Espíritu atraviesa colectividades.

La paz-bienestar anhelada no es ganarse la lotería, sino algo de otro orden. Por eso el hombre y mujer de paz tienen una red social sana, constructiva del bien.

Tenemos que recurrir a esta nuestra novedad del reino en nosotros, para hacer frente al cinismo de quienes han deprimido su fe y esperanza. Nuestro diálogo con la desesperanza de muchos es como convencer al suicida que no vale la pena terminar por sí mismo con su vida. Quien comparte con el criminal, tiene el riesgo de ser ganado para su maldad y no al contrario. Se requiere una misión para acompañarlos y servir al Señor, en el logro de su conversión.

Se trata de la burla o la réplica tenaz, donde sostener descaradamente lo contrario a lo que se ha tenido por verdad, sin ninguna consideración o respeto por lo que otros han creído, se presenta como una hazaña de autoafirmación. Una consecuencia de la crítica nietzscheana al pensamiento occidental. Impacta con el sufrimiento a quienes de corazón guardan ciertas verdades y están comprometidos con ellas, como si fueran sus padres o hijos, o hasta su propia identidad.

Algo de lo que Jesús pudo sentir en la pasión y crucifixión, según relata el evangelio, cuando experimentó las burlas de sus verdugos y de otros, incitándolo a poner en duda la autenticidad de las realidades por las que daba la vida.

su gozo es la ley del Señor, / y medita su ley día y noche

El gozo del encuentro con su Palabra, crea y recrea una afectuosa adhesión al mensaje, como un goteo que transforma la roca en arena. Considerar la Palabra asiduamente, conforma un sentido para la existencia que place, centra y serena. Es una nutrición permanente en robustecer la contemplación para alcanzar amor.

Ignacio espera del ejercitante al final de los ejercicios, que la experiencia intensa del gozo de la Palabra, a la que ha sido expuesto, desemboque en una contemplación para alcanzar amor durante su vida ordinaria.

Y si el amor como dice Ignacio allí mismo, se debe poner más en las obras que en las palabras, el contemplativo de la Palabra lo será en la acción vital, construyendo el dominio de una fraternidad.

Ley como palabra, más que una norma. Un Alguien que revela un orden y una misión disponibles al espíritu humano, para una construcción colaborativa.

 Será como un árbol / plantado al borde de la acequia: / da fruto en su sazón / y no se marchitan sus hojas; / y cuanto emprende tiene buen fin

Es una imagen que habremos vivenciado por algún tiempo, pero sin una gracia especial no se puede mantener, porque el maligno nos rodea constantemente, y en lo bueno y positivo intenta y logra introducirse.

 Es una bienaventuranza que se muestra más bien en la capacidad de transformar todo en bien, no obstante que aparezca como mal o infortunio. La persona de paz, que se enfila en su vida a proceder como el mismo Señor, tiene una actitud que todo lo transforma en bien. Una lozanía persistente y arraigada se manifiesta en su existencia y sus obras.

 El buen fin no es porque acaba bien, solamente, sino porque se mueve en dirección a todo lo que es bueno.

Un estilo de vida dirigido a hacer el bien, como una flecha se ensaña en el blanco. Evitar esos círculos que deprimen, es un recurso para mantener la juventud del corazón y el primer amor intacto: el amor de la conversión.

Sin embargo el Espíritu puede impulsar el testimonio de la verdad aun en medio de tales, para desarmar desde dentro el padre de la mentira. Con la madurez del tiempo muchas cosas llegan a la perfección posible, dadas sus circunstancias.

Una perfección asimétrica y proporcional, como las diferentes clases de tierra y talentos que expone el evangelio, como Palabra de Jesús de Nazareth. pero el camino de los impíos acaba mal Esta sabiduría quedó impugnada por la realidad de Jesús y su muerte.

Porque también el camino de los píos puede acabar mal. La esperanza fundada en Jesús, es su resurrección, como don de amor del Padre. el Señor protege el camino de los justos No es un proteger clamoroso sino paradójico. A los ojos de otros parecerá lo contrario.

I Cor 15, 12. 12-20



REFLEXIÓN

Si anunciamos que Cristo resucitó de entre los muertos

Un anuncio no debe ser solo una proclamación oral sino también vivencial, existencial, experiencial.

Desde los mártires recibimos la muestra de un anuncio radical, con el ofrecimiento de la propia vida.

Pero también desde los confesores, que gastan la existencia en la dedicación a lo valores del evangelio, con intensidad y coherencia aun con debilidad. Con opción fundamental que significa una persistencia que viene desde el Espíritu, para mantenerse en la lucha y en el caminar, no obstante nuestras constantes deficiencias.

Es aquí donde se hace comprensible lo que es pecar contra el Espíritu: derrotarse definitivamente. Como el binario del talento que lo soterró por miedo al amo.

Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo ha resucitado;

si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados

La energía de la resurrección de Jesús en nosotros es como el fenómeno de la resiliencia: desde la postración se abre paso la superación.

No sólo carece de sentido, que es como una cosmovisión, un ordenamiento irrebasable. Sino que carece de verdad, la que se constituye como roca que resiste los embates.

resultamos unos embusteros, porque en nuestro testimonio le atribuimos falsamente haber resucitado a Cristo

Ser mentirosos hoy, desde un punto de vista mediático y político, tiene mucho relieve y suscita gran escándalo, a veces fariseo porque está más atento al espectáculo que a la esencia del suceso.

seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo se han perdido

En el disco duro del universo creado, sin posibilidad de trascender.

Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados.

Aunque con motivos espúreos he optado por ser un bobo, aunque a veces me sale el vivo. Esa opción implica creer que más vale el bien que la maldad y para eso la resurrección es un consuelo, una fortaleza, una tabla de salvación en un mar de iniquidad, violencia, traición, en el que yo también me encuentro implicado y en complicidad no pocas veces.

Gastados en un estilo de vida contracorriente

Lucas 6,17.20-26



REFLEXIÓN

Bajó Jesús del monte con los Doce

Un nuevo Moisés con un nuevo Israel.

Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios

Despojados de la ambición, de la avaricia y la acumulación de bienes de cualquier tipo, entienden cuál y cómo es el reinar de Dios.

La dinámica de su dominio está en el compartir.

Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados

Porque la palabra que sale de la boca de Dios será la que los sacie.

Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis

Hay promesa y esperanza que tras el dolor vendrá la alegría. Tras la desolación la consolación.

Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre-

Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo

Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas

Lo que acarrea vivir en contracultura de la idolatría circundante. Lo que acarrea vivir la palabra y significarla en un estilo de vida.

Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre. ¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis. ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas."

Los ayes o lamentaciones, al estilo profético, no son maldiciones, sino dolor, como el de Jesús cuando llora sobre Jerusalén, porque el estilo de vida idólatra no cesa ni cesará, y el camino de vida para muchos se perderá.

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