Martes 7 de Pascua
Hechos
20,17-27
REFLEXIÓN
he servido al
Señor con toda humildad, en las penas y pruebas que me han procurado las
maquinaciones de los judíos.
La humildad podría estar en la conciencia, entre la
complejidad de motivaciones de la conducta y el esfuerzo intencional por la buena
fe, para que el impulso principal sea el más puro, sin rastro de egoísmo.
Las maquinaciones pueden considerarse las
interpretaciones y críticas que caen sobre
una conducta y sobre su verdadera intención, dando por resultado el
rechazo, menosprecio, envidia u hostilidad.
Pablo se
califica como esclavo del Señor. Alguien que no tiene su propio señorío sino
que otro lo ejerce. No se pertenece a sí mismo. Vive para predicar y fundar
comunidades de cristianos. No se despega ellos porque sigue su evolución.
Su
entrega le vale maquinaciones, oposiciones, malevolencias, conspiraciones, que
se deshacen por la fuerza del Espíritu que lo lleva y acompaña.
Insistiendo
a judíos y griegos a que se conviertan y crean en nuestros Señor Jesús
El título de Jesús es el producto de la glorificación
y exaltación de las comunidades en sus aproximadamente 50 años de caminar.
Un título imperial, con el que se reconoce al
emperador romano, y una traducción del innombrable entre los judíos.
Una proclamación de fe, sobre la soberanía del
Padre en su hijo Jesús, por encima de la teocracia hebrea y el dominio romano.
Algo peligroso y arriesgado de pronunciar para
cualquiera que osara minimizar esos sendos liderazgos mundanos y afirmara el
único dominio de Jesús.
Nosotros en algunas latitudes recibimos un credo,
unas advocaciones, unos títulos gestados con valor y sangre de persecución, sin
prestarles la debida consideración y acción de gracias.
Lo que nuestros labios cómodamente y aun de mala
manera pronuncian, son los títulos de identidad de una comunidad creyente,
perdida ya en la historia distante, defendida con martirio de sangre.
Quizás más bien otros cristianos de otras regiones,
viviendo en minoría, están experimentando ese riesgo de siquiera confesar al
Señor Jesús, en medio de creencias hostiles.
forzado por el
Espíritu.
Las circunstancias de vida fuerzan un rumbo y a los ojos
de la fe y el esfuerzo por el reino de Dios que es a favor de los pobres, los
accidentes históricos son como las pulsiones del Espíritu, a las que hay que
prestar atención y docilidad, aunque contraríen el egoísmo.
Si la actitud fundamental es esa docilidad, en
medio de la tensión y los conflictos de la cotidianeidad, ha de producirse la
paz del Espíritu, que es el que conduce. Esa serenidad dominante es la señal de
que nuestra disposición es de buena fe.
No sé lo que me
espera allí, sólo sé que el Espíritu Santo, de ciudad en ciudad, me asegura que
me aguardan cárceles y luchas. Pero a mí no me importa la vida; lo que me
importa es completar mi carrera, y
cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio,
que es la gracia de Dios.
Penetrar en el sentido de misión que muestra el
discurso que Lucas pone en la persona de Pablo, va más allá del individuo,
precisamente porque ya no es solo de Pablo sino de la comunidad, que se lo
apropia.
Todos estamos llamados y destinados a desarrollar
una carrera, que entraña mucho más que el ideal profesional de nuestro tiempo.
Porque se trata de la carrera de la vida con sentido y en plenitud.
No es lo mismo creer
cuando no hay riesgo, que cuándo significa peligro para la libertad o la vida. Tantos
cristianos hoy en algunas latitudes sufren persecución de gobiernos no
creyentes o de otras confesiones. Sin embargo la tendencia a la tolerancia
minimiza su sufrimiento y hasta los culpabiliza de extremismo. Así la oposición
viene desde los mismos creyentes también. Hermanos que son más comprensivos con
los de fuera que con los de la misma fe
no soy
responsable de la suerte de nadie
Las personas son responsables de su propia suerte.
Lo que no quiere decir que me desentienda de los
demás y procure servirlos, sobre todo los más débiles.
Pero en definitiva la decisión del propio destino o
construcción de la vida es personal, porque se sustenta en la libertad y
dignidad propias.
Incluso personas en cautiverio y sentenciados a
muerte desde su libertad y dignidad, no arrebatadas y en sus últimas fuerzas,
pueden construir un sentido trascendente.
En este rumbo Jesús crucificado es nuestra escuela
de dignidad y libertad para asumir el propio destino, y su exaltación es la
confirmación de que es el camino correcto, y único con salida.
Salmo
responsorial: 67
REFLEXIÓN
y tu rebaño habitó en la tierra / que tu bondad, oh Dios,
preparó para los pobres.
Hoy
tantos por amenazas y daños contra su vida y propiedades, huyen a pasar
penurias. Son desplazados que se convierten en migrantes refugiados. Imagen de
la pobreza y miseria sobrevenidas por el odio y la venganza que alimenta la
suspicacia y la división. Hermanos que excluyen a hermanos del sustento digno,
la vida en armonía familiar y los arrojan a las tinieblas de la precariedad.
Muchos son creyentes y
otros no tanto, pero son seres humanos, hijos de Dios, hermanos en Cristo, que
tienen derecho a la vida y la dignidad.
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación
Sólo la
fe en un Señor tan cercano como para llevar nuestra carga nos da fuerza y
esperanza de superar tantos límites, y luchar para que otra vida sea posible.
el Señor Dios nos hace escapar de
la muerte
La importancia de los pobres, revelada por la
Palabra como su predilección, es también la revelación del modo de ser del
Señor y la clave de su intervención en nosotros.
El amor a los pobres muestra la calidad del amor de
Dios, generoso hasta el extremo sin aguardar recompensa.
Muestra la calidad y sentido del existir de Dios
revirtiendo la tendencia a la opresión y la injusticia que se ha colado en su
creación, que es buena.
Muestra el designio de su voluntad como un proyecto
que concita la buena voluntad de todo aquel inconforme con la injusticia de la
desigualdad y la violencia que la mantiene como si fuera el verdadero orden.
Juan
17,1-11ª
REFLEXIÓN
De la
vida eterna a los que le confiaste
Jesús es pues nuestro donante fundamental de vida,
por encargo del Padre.
Una estrategia de la inteligencia y bondad del
Padre para ultimar su proyecto de vida eterna.
Tememos la palabra eterna por el concepto
inculturado e ideologizado que nos lo transmite. Es como sinónimo de
congelación, de preservación aséptica, de lejanía y distancia, incluso de
indiferencia y escapismo de las realidades que verdaderamente nos afectan como
seres humanos.
La fe también es deconstrucción de la erosión de
los términos y palabras, para volverlas a alinear con la revelación de la
Palabra en palabras humanas.
Y vida eterna solo la captamos por el contraste con
la vida efímera aunque se sienta plena, corriente.
Nosotros incansablemente ideamos, imaginamos,
diseñamos un constructo de vida plena, para sentir que le estamos atinando a lo
fundamental de nuestra existencia como personas y como pueblos.
A todo ese esfuerzo hay que decirle y persuadirle
que todavía hay más en cuanto a la consecución de una plenitud.
La exhortación de la Palabra a través del tiempo
está dirigida a mejorar nuestra capacidad de plenitud, a superar nuestras
realidades plenas, a esperar mucho más y mejor, más allá de lo imaginable.
Ésta es la vida
eterna: que te conozcan a ti, único
Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo
Todavía seguimos debatiendo en las diferentes
culturas cuál es la metodología más apta para el conocimiento, el aprendizaje,
la comprensión, la sabiduría.
La Palabra en Jesús de Nazareth glorificado nos lo
ofrece con sencillez: la vida eterna se basa en el conocimiento del Dios
verdadero y del mismo Jesús.
A medida que vivimos esforzadamente con
autenticidad vamos entendiendo qué es verdaderamente conocer.
Y concluímos que sólo puede darse un conocimiento
válido si abarca todos los aspectos que se articulan en la existencia humana.
En el
acontecer de su servicio Jesús conoció a su Padre y con su Espíritu inspiró
vida a sus creyentes.
Conocer
a Jesús para compartir su vida es también la petición intensa que pone Ignacio
de Loyola en la segunda semana de los ejercicios espirituales.
Un conocimiento que irá
viniendo en el tiempo, en las circunstancias de la vida.
Y ellos
han guardado tu palabra
En la plenitud de los tiempos se ha escenificado
una realidad inédita: los hombres y mujeres guardan la Palabra.
Jesús entre los suyos, es una Palabra aceptada y
convivida entre hermanos.
La koinonía o comunión vivida en la divinidad ha
saltado por encima de su contención divina y se comparte ahora entre hermanos.
Y la predilección de la Palabra por los pobres
muestra otro rasgo de revelación: los que nada o poco tienen, son llamados a
una comunión de iguales, a un convivio de ágape.
En esa realidad novedosa el Señor se muestra
saciando una profunda hambre y sed en la fraternidad de ágape.
Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti,
porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han
recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú
me has enviado
Nos queda
en este itinerario asimilar que Jesús es un revelador del Padre para plegarnos
completamente en unión a ellos.
Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo,
mientras yo voy a ti
La
experiencia que hacemos del mundo nos desgarra. Pero muchas veces no aprendemos
a conocerlo. Es su don entender el mundo y desgarrarnos de él para entregarnos
sin reserva al reino.
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