lunes, 19 de septiembre de 2022

DOCTORES DE LA IGLESIA


 

Lunes, XXV semana

San Agustín Sermón sobre los pastores 46,14-15

No recogéis a las descarriadas, ni buscáis a las perdidas. En este mundo andamos siempre entre las manos de los ladrones y los dientes de los lobos feroces y, a causa de estos peligros nuestros, os rogamos que oréis. Además, las ovejas son obstinadas. Cuando se extravían y las buscamos, nos dicen, para su error y perdición, que no tienen nada que ver con nosotros: «¿Para qué nos queréis? ¿Para qué nos buscáis?» Como si el hecho de que anden errantes y en peligro de perdición no fuera precisamente la causa de que vayamos tras de ellas y las busquemos. «Si ando errante –dicen–, si estoy perdida, ¿para qué me quieres? ¿Para qué me buscas?» Te quiero hacer volver precisamente porque andas extraviada; quiero encontrarte porque te has perdido. «¡Pero si yo quiero andar así, quiero así mi perdición!» ¿De veras así quieres extraviarte, así quieres perderte? Pues tanto menos lo quiero yo. Me atrevo a decirlo, estoy dispuesto a seguir siendo inoportuno. Oigo al Apóstol que dice: Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo. ¿A quiénes insistiré a tiempo, y a quiénes a destiempo? A tiempo, a los que quieren escuchar; a destiempo, a quienes no quieren.

REFLEXIÓN

La motivación para preocuparse por la oveja perdida, por los que se distancian y extravían, es de diferentes modos. Por sí mismas, para que capten la diferencia respecto a la ausencia que caracteriza sus vidas, ausencia de la experiencia de Dios. Por sí mismas en nombre de quién las llama y reina, porque no descansa en su amor, y los ministros no son más que enviados. Por las que no se extravían y permanecen juntas en el rebaño, para que su amor sea incluyente de quien no vive la unión que ellas. Por que esa unión no se vaya a perder, dado que las perdidas pueden tentar a hacer lo propio a quienes permanecen.

EJERCICIOS ESPIRITUALES

 


[175] TRES TIEMPOS PARA HACER SANA Y BUENA ELECCION EN CADA UNO DELLOS.

1º tiempo. El primer tiempo es quando Dios nuestro Señor así mueve y atrae la voluntad, que sin dubitar ni poder dubitar, la tal ánima devota sigue a lo que es mostrado; assí como San Pablo y San Matheo lo hicieron en seguir a Christo nuestro Señor.

[176] 2º tiempo. El segundo: quando se toma asaz claridad y cognoscimiento, por experiencia de consolationes y dessolaciones, y por experiencia de discreción de varios espíritus.

[177] 3º tiempo. El tercero tiempo es tranquilo, considerando primero para qué es nascido el hombre, es a saber, para alabar a Dios nuestro Señor y salvar su ánima, y esto deseando elije por medio una vida o estado dentro de los límites de la Iglesia, para que sea ayudado en servicio de su Señor y salvación de su ánima. Dixe tiempo tranquillo quando el ánima no es agitada de varios spíritus y usa de sus potencias naturales líbera y tranquilamente.

REFLEXIÓN

[175] [176] [177] En la época emotivista, políticamente globalizada y turbulenta que estamos viviendo, casi se puede decir que el primer tiempo es un don de Dios, que se ha de agradecer, pero más bien escaso. El segundo tiempo es el que más nos circunda con la famosa y recurrida sintomatología del estrés. Nuestra existencia es estresada, casi como nota antropológica. Por lo tanto, hay que emplear tiempo y recursos para aprender a medirse, en medio de la agitación. Y logrado eso pasar a un tiempo más sereno, donde priven las razones.

[178] Si en el primero o segundo tiempo no se hace elección, síguense cerca este tercero tiempo dos modos para hacerla.