martes, 20 de octubre de 2020

PALABRA COMENTADA

 

Martes 29 de tiempo ordinario

Efesios 2, 12-22

 12recuerden que en ese tiempo ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía (comunidad) de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza y sin Dios en el mundo. 13Pero ahora en Cristo Jesús, ustedes, que en otro tiempo estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo. 14Porque El mismo es nuestra paz, y de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15poniendo fin a la enemistad en Su carne, la Ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en El mismo de los dos un nuevo hombre, estableciendo así la paz, 16y para reconciliar con Dios a los dos en un cuerpo por medio de la cruz, habiendo dado muerte en ella a la enemistad. 17Y VINO Y ANUNCIO PAZ A USTEDES QUE ESTABAN LEJOS, Y PAZ A LOS QUE ESTABAN CERCA. 18Porque por medio de Cristo los unos y los otros tenemos nuestra entrada al Padre en un mismo Espíritu.
19Así pues, ustedes ya no son extraños ni extranjeros, sino que son conciudadanos de los santos y son de la familia de Dios. 20Están edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular, 21en quien todo el edificio, bien ajustado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor. 22En Cristo también ustedes son juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.



COMENTARIO

la sangre de Cristo, estáis cerca los que antes estabais lejos

No es popular entre algunos teólogos y tendencias religiosas actuales considerar importante la sangre histórica para la redención. Ni la de Jesús de Nazareth ni la de nadie.

Para descalificar su presencia en la Palabra y en la herencia de la fe se acude a la voluntad del Padre, que no nos quiere dañar y a quien no se le alcanza mediante sacrificios de sangre. Eso sería desvirtuar el sentido de la misma Palabra sobre la identidad del Señor. Porque Él es amor.

Se trata de un recurso argumentativo que opone en conflicto un texto contra otro para anularlos y como resultante descalificar la Palabra como revelación verdadera.

Sin embargo la misma Palabra nos enseña la lectura íntegra y plena de la revelación que procesualmente se va encarnando hasta consolidarse en el hombre Jesús de Nazaret.

Este hombre que se mantiene por su Espíritu de resurrección alentando su mensaje total hasta el final de los tiempos.

Conviene además contextualizar el sentido de la sangre en la cultura bíblica, como ofrenda de la vida, hasta sus últimas consecuencias. Y como testimonio de realidad histórica de esa misma entrega, sin simulación o falsedad.

La sangre derramada por Jesús de Nazareth será así su testimonio de amor hasta vaciar sus venas y el realismo de su testimonio, en contra de cualquier invención redaccional, mitológica o simbólica.

Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio

Asumirlo como único revelador total es ingresar en un estilo de vida tolerante y pacífico, que sabe de la Palabra plena, total, sin conflictos.

Los conflictos provienen de los intereses de las partes que atentan contra la unidad del mensaje.

sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios

La paz y la tolerancia de todos hacia todos no es una concesión sino el reconocimiento del derecho de todos a ser familia de Dios. Un derecho otorgado por la sangre histórica de Jesús de Nazaret. Sólo esa sangre es necesaria. Y no debiera correr ninguna más.

Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

El sentido de Iglesia viene dado por este proceso de integración. Proceso histórico, conflictivo y doloroso. Pero afrontable con paz y tolerancia, en la conciencia de que todos somos familia de Dios, el Padre de Jesús.

Las iglesias particulares no tienen sentido sino en la medida que hacen de la paz y tolerancia la fe común. Hasta llegar a la Iglesia total.

Salmo responsorial: 84



COMENTARIO

Voy a escuchar lo que dice el Señor: / "Dios anuncia la paz / a su pueblo y a sus amigos.

El que quiera escuchar que escuche. El que escucha es porque quiere escuchar.

Lucas 12, 35-38

35"Estén siempre preparados y mantengan las lámparas encendidas, 36y sean semejantes a hombres que esperan a su señor que regresa de las bodas, para abrirle tan pronto como llegue y llame. 37"Dichosos aquellos siervos a quienes el señor, al venir, halle velando; en verdad les digo que se ceñirá para servir , y los sentará a la mesa, y acercándose, les servirá. 38"Y ya sea que venga en la segunda vigilia (9 p.m. a medianoche), o aun en la tercera (medianoche a 3 a.m.), y los halla así, dichosos son aquellos siervos.




COMENTARIO

 

"Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas;

Hay que estar dispuestos a salir a cualquier hora, aun de noche, que sin alumbrado eléctrico debe ser de una negrura enorme, pero estrellada, como en un pueblito remoto.

vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame.

Si alguien debe vivir en fiesta es Jesús ya resucitado y glorificado.

Sin embargo volverá y hay que esperar pacientemente y en alerta, sin dormirse, ni descuidarse.

La vela de las iglesias por su fe se da en la paz y tolerancia, mantenidas como aporte a la unidad de todas las partes en conflicto, hasta que la comprensión del mensaje de la Palabra sea total, íntegra, plena.

Es una vela constante en medio de los pueblos, comunidades, colectivos y familias.

Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: os seguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y les irá sirviendo. Y si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.

Algo que nos recuerda Juan en el cap 13 cuando el lavatorio de pies.

Este Señor ahora glorificado no se ha olvidado, como muchos otros cuando está en gloria y esplendor, sino que aún tiene la actitud de servir a sus servidores fieles que los esperan.

No se olvida de los suyos ni del trabajo realizado.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1318520277727367168?s=20

DOCTORES DE LA IGLESIA

 

San Agustín Carta a Proba 130,11,21-12,22

A nosotros, cuando oramos, nos son necesarias las palabras: ellas nos amonestan y nos descubren lo que debemos pedir; pero lejos de nosotros el pensar que las palabras de nuestra oración sirvan para mostrar a Dios lo que necesitamos o para forzarlo a concedérnoslo. Por tanto, al decir: Santificado sea tu nombre, nos amonestamos a nosotros mismos para que deseemos que deseemos que el nombre del Señor, que siempre es santo en sí mismo, sea también tenido como santo por los hombres, es decir, que no sea nunca despreciado por ellos; lo cual, ciertamente, redunda en bien de los mismos hombres y no en bien de Dios. Y, cuando añadimos: Venga a nosotros tu reino, lo que pedimos es que crezca nuestro deseo de que este reino llegue a nosotros y de que nosotros podamos reinar en él, pues el reino de Dios vendrá ciertamente, lo queramos o no. Cuando decimos: Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, pedimos que el Señor nos otorgue la virtud de la obediencia, para que así cumplamos su voluntad como la cumplen sus ángeles en el cielo. Cuando decimos: El pan nuestro de cada día dánosle hoy, con el hoy queremos significar el tiempo presente, para el cual, al pedir el alimento principal, pedimos ya lo suficiente, pues con la palabra pan significamos todo cuanto necesitamos, incluso el sacramento de los fieles, el cual nos es necesario en esta vida temporal, aunque no sea para alimentarla, sino para conseguir la vida eterna. Cuando decimos: Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, nos obligamos a pensar tanto en lo que pedimos como en lo que debemos hacer, no sea que seamos indignos de alcanzar aquello por lo que oramos. Cuando decimos: No nos dejes caer en la tentación, nos exhortamos a pedir la ayuda de Dios, no sea que, privados de ella, nos sobrevenga la tentación y consintamos ante la seducción o cedamos ante la aflicción. Cuando decimos: Líbranos del mal, recapacitamos que aún no estamos en aquel sumo bien en donde no será posible que nos sobrevenga mal alguno. Y estas últimas palabras de la oración dominical abarcan tanto, que el cristiano, sea cual fuere la tribulación en que se encuentre, tiene en esta petición su modo de gemir, su manera de llorar, las palabras con que empezar su oración, la reflexión en la cual meditar y las expresiones con que terminar dicha oración.


COMENTARIO

El Padrenuestro es nuestra oración guía, y toda otra debe contrastarse con ella para verificar el sello del Espíritu Santo, quien mueve nuestras personas a comunicarse con Él. El enfoque nunca podrá ser darle algo al Señor, quien nos la dio para nuestro provecho. Sino más bien que nos urge a poner en funcionamiento los deseos en esta oración contenidos. Y tampoco es un momento en el que valga algo lo que hicimos o hacemos, como méritos que nos ganan su indulgencia, sino verificando cuán lejos estamos de hacer esos deseos peticiones una realidad en nuestras vidas y la de nuestros hermanos