miércoles, 4 de agosto de 2021

BEATO CARLO

BEATO CARLO 



De la catequesis de san Juan María Vianney, presbítero

Consideradlo, hijos míos: el tesoro del hombre cris-
tiano no está en la tierra, sino en el cielo. Por esto nues-
tro pensamiento debe estar siempre orientado hacia allí
donde está nuestro tesoro.

El hombre tiene un hermoso deber y obligación: orar
y amar. Si oráis y amáis, habréis hallado la felicidad
en este mundo.

La oración no es otra cosa que la unión con Dios.
Todo aquel que tiene el corazón puro y unido a Dios
experimenta en sí mismo como una suavidad y dulzura
que lo embriaga, se siente como rodeado de una luz
admirable. En esta íntima unión, Dios y el alma son
como dos trozos de cera fundidos en uno solo, que ya
nadie puede separar. Es algo muy hermoso esta unión
de Dios con su pobre creatura; es una felicidad que
supera nuestra comprensión.

Nosotros nos habíamos hecho indignos de orar, pero
Dios, por su bondad, nos ha permitido hablar con él.
Nuestra oración es el incienso que más le agrada.

Hijos míos, vuestro corazón es pequeño, pero la ora-
ción lo dilata y lo hace capaz de amar a Dios. La oración
es una degustación anticipada del cielo, hace que una
parte del paraíso baje hasta nosotros. Nunca nos deja sin
dulzura; es como una miel que se derrama sobre el alma
y lo endulza todo. En la oración hecha debidamente, se
funden las penas como la nieve ante el sol.

Otro beneficio de la oración es que hace que el tiem-
po transcurra tan aprisa y con tanto deleite, que ni se
percibe su duración. Mirad: cuando era párroco en Bres-
se, en cierta ocasión, en que casi todos mis colegas ha-
bían caído enfermos, tuve que hacer largas caminatas,
durante las cuales oraba al buen Dios, y, creedme, que
el tiempo se me hacía corto.

Hay personas que se sumergen totalmente en la ora-
ción, como los peces en el agua, porque están totalmente
entregadas al buen Dios. Su corazón no está dividido.
¡Cuánto amo a estas almas generosas! San Francisco
de Asís y santa Coleta veían a nuestro Señor y hablaban
con él, del mismo modo que hablamos entre nosotros.

Nosotros, por el contrario, ¡cuántas veces venimos
a la iglesia sin saber lo que hemos de hacer o pedir!
Y, sin embargo, cuando vamos a casa de cualquier per-
sona, sabemos muy bien para qué vamos. Hay algunos
que incluso parece como si le dijeran al buen Dios: «Sólo
dos palabras, para deshacerme de ti...» Muchas veces
pienso que, cuando venimos a adorar al Señor, obten-
dríamos todo lo que le pedimos si se lo pidiéramos con
una fe muy viva y un corazón muy puro.

martes, 3 de agosto de 2021

PALABRA COMENTADA

 

MARTES 18 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Números 12,1-13



REFLEXIÓN

María y Aarón hablaron contra Moisés

"¿Ha hablado el Señor sólo a Moisés? ¿No nos ha hablado también a nosotros?"

Lucha por el poder. Insidias, conspiración, rebeldía.

Una autoridad, por santa que parezca e inspirada por Dios, puede ser cuestionada y desacreditada, según las ambiciones de poder, incluso de los más allegados, y hasta con motivos aparentemente honestos y buenos.

Moisés era el hombre más sufrido del mundo.

Los allegados y el pueblo lo presionaban, e incomprendían. Presiones constantes que llegan a doblegar a muchos.

A él le hablo cara a cara; en presencia y no adivinando contempla la figura del Señor.

Se acredita de parte de Dios la calidad de inspiración de Moisés, que no es como la del común, sino más directa y cercana.

Con ello la categoría de portavoz de Moisés se ubica entre las de mayor rango, si no la más grande.

Pero aun así depende de la credibilidad de los que la aceptan y guardan.

Tal es la política de inspiración y profecía por parte del Señor, siempre en canales de lenguaje humano.

Se puede entender de muchos, que han vivido con una convicción que sirve al mundo para su cambio y redención, cómo hacen su discurso con humildad y casi pidiendo perdón.

Porque son conscientes de la incredibilidad y el desprestigio que ronda en los que reciben el mensaje, así como la reacción contraria de fanatismo y falta de crítica.

Salmo responsorial: 50



REFLEXIÓN

limpia mi pecado

Pues yo reconozco mi culpa

Si no se reconoce el error y el desvío, no es posible regenerarlo.

Esta colaboración entre la sanación del Espíritu y nuestra debilidad, requiere de voluntad libre, de honestidad, sinceridad y de humildad para aceptar la propia realidad, y dejarse transformar.

contra ti, contra ti solo pequé

Su sanción debe llegar hasta la comprensión de cuán afectada queda la relación con el Señor con el pecado.

crea en mí un corazón puro, / renuévame por dentro con espíritu firme

Es preciso que se abra desde el fondo de nosotros mismos, como un don inédito y original en cada uno.

Mateo 14,22-36



REFLEXIÓN

Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaron a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo

Jesús protege a su discípulos y se purifica por la oración de la ambición de poder que puede contaminarlos, después de haber servido el hambre de la gente, con la multiplicación de los panes.

Da gracias porque el Padre ha estado con él en esa multiplicación. Se ubica en la correcta correlación de cooperación con el Señor.

Sabe estar solo en compañía del Padre. Le es suficiente su presencia.

Jesús va más allá de Moisés, porque encarna la ruah divina, su soplo e inspiración.

No obstante se ubica en su dimensión cuando ora, porque vive la incredibilidad y desconfianza del entorno respecto de él y su mensaje.

viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma

Una aparición fantasmagórica, alguien que camina en la oscuridad sobre las aguas. Mueve a miedo a hombres pescadores curtidos.

Son realidades que, para algunos son temerosas como mensajeros de dimensiones desconocidas, frente a las cuales se siente gran inseguridad.

Jesús les dijo enseguida: "¡Animo, soy yo, no tengáis miedo!

Sin embargo Jesús no se presenta como una realidad procedente de una dimensión misteriosa que mete miedo, sino que se manifiesta siempre como alguien que anima, pacifica, quita los miedos.

Así es en las apariciones de Resucitado. Viene para dar confianza y paz.

al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse

En qué momento nuestra fe es lo suficientemente fuerte para enfrentar los miedos? Si nos fijamos, Jesús lo sabe y lo muestra en su constante orar al Padre.

Siempre dudamos Señor. Nuestra fe es deleznable. Se agrieta con las dificultades que nos meten miedo.

El miedo es el enemigo de la confianza, pero alerta contra la temeridad.

"¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?"

La duda es para la fe una señal de su inmadurez y la necesidad de perfeccionarse.

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