martes, 19 de octubre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

MARTES 29 DE TIEMPO ORDINARIO

Año Impar

Romanos 5,12.15b.17-19,20b-21



REFLEXIÓN

Por un solo hombre entró el pecado en el mundo

La responsabilidad humana atribuida por autores humanos debilita un poco la tesis de que la revelación es una mera proyección humana sobre una presunta divinidad.

En esto hay consistencia de las dos alianzas: la antigua y la nueva.

Ni siquiera en la simbólica y posiblemente mitológica serpiente se concentra toda la responsabilidad de un agente externo.

Otras fuentes mitológicas externas a los relatos bíblicos concentran la responsabilidad en la divinidad, a quienes las culturas perfilan a imagen y semejanza del hombre.

La revelación bíblica sería pues sino la única, una de las pocas que no deja de señalar al humano como co-responsable de su destino, más allá de las fuerzas ciegas que lo empequeñecen.

Las mitologías de otras latitudes propician una distorsión de la responsabilidad de los seres humanos, poniendo el énfasis en su calidad de víctima.

Esto paraliza, más que lo anterior, en el crecimiento y madurez humanos.

Y la muerte se propagó a todos los hombres porque todos pecaron

La muerte universal, un concepto que se alimenta de la muerte individual verificado una y otra vez en la historia, es la demostración del pecado universal, manantial de iniquidad en el corazón humano.

La antropología bíblica no plantea un buen salvaje y un pobre hombre corrompido por el entorno contaminante.

Es también un mensaje mantenido en las dos alianzas: de dentro proceden los malos deseos los cuales se pueden o no hacer.

Si en algo contribuyó la ciencia sicológica moderna a través de su investigación profunda, fue en mostrar la validez del pensamiento bíblico: el ser humano tiene malos deseos, que muchas veces reprime y le causan trastornos.

Pero el mensaje bíblico habla de resistir el mal deseo e insistir en la buena obra, como muestra de la obediencia de fe y para el logro de una salud superior.

Mucho más gracia a un solo hombre , Jesucristo, la benevolencia y el don de Dios desbordaron sobre todos.

En Jesús se muestra un desborde de la divinidad Paterna para la regeneración.

El Padre en Jesús, a su creación, la re-socializa, no la penaliza perpetuamente.

Incluso los males y pesares que nos afligen irían en ese sentido.

La mente del Señor es empoderarnos desde nuestra miseria, gratuita y generosamente, porque no es cómplice de nuestro daño, sino solo de nuestra salvación.

Cuanto mas ahora por un solo hombre Jesucristo, viviran y reinaran todos los que han recibido un derroche de gracia y el don de la salvación

En virtud de esta re-socialización y re-generación en todo reside ahora una potencialidad de mejorarlo todo.

Si nuestra voluntad accede, cambiamos nuestra situación individual y colectiva, personal y cultural.

El mensaje bíblico es una aliento para la postración que sucede al fracaso y una advertencia para la opresión de todo tipo de unos sobre otros.

Por la obediencia de uno todos se convertirán en justos

La solidaridad misteriosa en el pecado, por la que todos estamos en las mismas, funcionará como solidaridad para la justicia, automáticamente?

No parece. Si por entusiasmo retórico Pablo lo puede dar a entender, en el conjunto de la Nueva Alianza lo que se ofrece a todos es la regeneración-salvación.

Pero debe ser asumida personalmente y libremente.

Tal como desde la alianza antigua lo fueron diciendo los profetas y terminó exigiéndolo Jesús de Nazareth.

Salmo responsorial:39



REFLEXIÓN

No pides sacrificio expiatorio, entonces  te digo aquí estoy

La misión de Jesús trastoca el sentido del sacrificio de las religiones en general.

La entrega la simboliza por su dedicación hasta la última gota de sangre a favor de la causa del reinado del Padre.

Dios mío, lo quiero y lo llevo en mis entrañas

Las entrañas –de las que una madre es la experiencia humana emblemática- son el índice de sensibilidad moral más profunda.

Desde allí se restaura el orden contra el desorden y la injusticia, porque desde allí brota el clamor del oprimido en la injusticia.

Lucas 12,35-38



REFLEXIÓN

Tened ceñida las cintura y encendidas las lámparas

Hay que estar dispuesto a salir a cualquier hora aun de noche, que sin alumbrado eléctrico debe ser de una negrura enorme, pero estrellada, como en un pueblito remoto.

vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame

Si alguien debe vivir en fiesta es Jesús ya resucitado y glorificado.

Sin embargo volverá y hay que esperar pacientemente y en alerta, sin dormirse, ni descuidarse.

La vela de las iglesias por su fe se da en la paz y tolerancia, mantenidas como aporte a la unidad de todas las partes en conflicto, hasta que la comprensión del mensaje de la Palabra sea total, íntegra, plena.

Es una vela constante en medio de los pueblos, comunidades, colectivos y familias.

Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: os seguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y les irá sirviendo. Y si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos.

Algo que nos recuerda Juan en el cap. 13 cuando el lavatorio de pies.

Este Señor ahora glorificado no se ha olvidado, como muchos otros cuando está en gloria y esplendor, sino que aún tiene la actitud de servir a sus servidores fieles que los esperan.

No se olvida de los suyos ni del trabajo realizado.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1450427392061759489?s=20

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


HACER SOLO LO QUE AGRADA A DIOS

San Agustín Carta a Proba 130,11,21-12,22

A nosotros, cuando oramos, nos son necesarias las palabras: ellas nos amonestan y nos descubren lo que debemos pedir; pero lejos de nosotros el pensar que las palabras de nuestra oración sirvan para mostrar a Dios lo que necesitamos o para forzarlo a concedérnoslo. Por tanto, al decir: Santificado sea tu nombre, nos amonestamos a nosotros mismos para que deseemos que deseemos que el nombre del Señor, que siempre es santo en sí mismo, sea también tenido como santo por los hombres, es decir, que no sea nunca despreciado por ellos; lo cual, ciertamente, redunda en bien de los mismos hombres y no en bien de Dios. Y, cuando añadimos: Venga a nosotros tu reino, lo que pedimos es que crezca nuestro deseo de que este reino llegue a nosotros y de que nosotros podamos reinar en él, pues el reino de Dios vendrá ciertamente, lo queramos o no. Cuando decimos: Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo, pedimos que el Señor nos otorgue la virtud de la obediencia, para que así cumplamos su voluntad como la cumplen sus ángeles en el cielo. Cuando decimos: El pan nuestro de cada día dánosle hoy, con el hoy queremos significar el tiempo presente, para el cual, al pedir el alimento principal, pedimos ya lo suficiente, pues con la palabra pan significamos todo cuanto necesitamos, incluso el sacramento de los fieles, el cual nos es necesario en esta vida temporal, aunque no sea para alimentarla, sino para conseguir la vida eterna. Cuando decimos: Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, nos obligamos a pensar tanto en lo que pedimos como en lo que debemos hacer, no sea que seamos indignos de alcanzar aquello por lo que oramos. Cuando decimos: No nos dejes caer en la tentación, nos exhortamos a pedir la ayuda de Dios, no sea que, privados de ella, nos sobrevenga la tentación y consintamos ante la seducción o cedamos ante la aflicción. Cuando decimos: Líbranos del mal, recapacitamos que aún no estamos en aquel sumo bien en donde no será posible que nos sobrevenga mal alguno. Y estas últimas palabras de la oración dominical abarcan tanto, que el cristiano, sea cual fuere la tribulación en que se encuentre, tiene en esta petición su modo de gemir, su manera de llorar, las palabras con que empezar su oración, la reflexión en la cual meditar y las expresiones con que terminar dicha oración.

REFLEXIÓN

El Padrenuestro es nuestra oración guía, y toda otra debe contrastarse con ella para verificar el sello del Espíritu Santo, quien mueve nuestras personas a comunicarse con Él. El enfoque nunca podrá ser darle algo al Señor, quien nos la dio para nuestro provecho. Sino más bien que nos urge a poner en funcionamiento los deseos en esta oración contenidos. Y tampoco es un momento en el que valga algo lo que hicimos o hacemos, como méritos que nos ganan su indulgencia, sino verificando cuán lejos estamos de hacer esos deseos peticiones una realidad en nuestras vidas y la de nuestros hermanos.