domingo, 24 de octubre de 2021

PALABRA COMENTADA

 

Domingo 30 de tiempo ordinario

Jeremías 31, 7-9



REFLEXION

Seré un padre para Israel,/ Efraín será mi primogénito

El escenario histórico al que se dirige la Palabra por su enviado el profeta Jeremías trata de una población maltratada por la guerra y la invasión, la cual produce un exilio trágico: cientos de empobrecidos, desvalidos, vencidos, en peligro de muerte.

Muchos ya no regresarán a su patria porque fallecerán antes.

Una realidad deprimente que sigue sucediendo en diversas latitudes en diferentes épocas, porque los seres humanos no dejamos de oprimirnos unos a otros cuando tenemos fuerza, poder y ambición.

La Palabra recoge esta cosecha de nuestro egoísmo y la transfigura en esperanza y futuro, aportando una perspectiva de liberación de esas secuelas horrorosas, con señales de bienestar, sanación y recuperación.

El hijo herido vuelve a obtener la primogenitura: los derechos del hijo mayor y el que hará las veces del padre de familia.

Podemos leer una promesa para nosotros los que experimentamos una etapa de opresión por algún motivo, en cuanto se nos dará tratamiento de hijos amados nuevamente.

Salmo responsorial: 125



REFLEXION

 

Al ir, iba llorando, / llevando la semilla: / al volver, vuelve cantando, / trayendo sus gavillas

La Palabra nos empodera para alabar a quien cambia nuestra suerte por un destino mejor.

Vivimos en una época reticente a nombrar al Señor como autor profundo y salvador de los infortunios humanos personales y colectivos. Porque estamos extasiados con nuestro conocimientos de las múltiples causas a las que llamamos autónomas del despliegue de la realidad.

Se trata de un abuso de la ciencia que oculta y desconoce la presencia que mueve todo.

Hebreos 5, 1-6



REFLEXION

 

por los pecados

Aun en representantes religiosos se oye que no hay pecado, actualmente. Según eso no se desprende del acto libre humano ningún mal moral, ni daño espiritual.

Varias causas nos han llevado a este conocimiento que es un desconocimiento: la ciencia sicológica que atribuye las decisiones aún las morales a un factor sicológico. Y así las económicas, sociológicas, históricas y demás. Cada una desde su especialidad disminuyen la responsabilidad moral de la persona y de los pueblos, en cierta forma porque se ha desvancido entre tanto determinismo causal la libertad moral.

En consecuencia somos seres post-morales, estamos más allá del bien y del mal y el daño que hagamos hemos de pagarlo con penas sicológicas, económicas, sociales y demás, pero no se ve cómo se pueda pagar la pena moral.

A menos que se tenga que admitir una dimensión espiritual en la que se ventile un juicio propio a la moralidad y el daño espiritual.

Lo cierto de todo esto es que si no damos paso en nuestra existencia colectiva a un intercesor que se ofrece como sacrificio por nuestros pecados o nuestra potencialidad de daño espiritual, difícilmente se darán conversiones de conducta, de raíz, desde dentro, desde lo profundo de la persona.

Y así toda paz, toda reconciliación,todo intento de un orden justo estará siempre amenzado y periclitante.

sino aquel que le dijo: "Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy", o, como dice otro pasaje de la Escritura: "Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec

Porque nuestro intercesor elegido por el Señor nos abre a un estilo de vida moralmente benigno, a contravía del pecado, en el que la justicia y la paz brota desde lo profundo, en el núcleo de la libertad.

Donde no pueden llegar ni la causalidad sicológica, ni la económica, ni la sociológica, ni las demás.

Marcos 10, 46-52



REFLEXION

 

Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí." Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: "Hijo de David, ten compasión de mí."

Nuestra necesidad nos hace clamar más allá de las fuerzas que quieren inhibirnos? O desisto porque mi necesidad o mi fe no es tan fuerte para superarlas?

Jesús le dijo: "Anda, tu fe te ha curado."

La Palabra nos hace entender que la disposición para nuestra salvación esta asegurada y depende de nosotros acercarnos para obtenerla, si sabemos insistir.

Pero no se trata de una lucha en solitario sino solidaria, porque así como hay fuerzas que nos inhiben, también las hay que nos apoyan y hemos de aprovecharlas.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1452240156719726608?s=20

BEATO CARLO

La creacion es un don acompañada por la sabiduria para administrarla
 
De la carta de san Clemente primero, papa, a los Corintios
(Caps. 19, 2-20,12: Funk 1, 87-89)

DIOS HA CREADO EL MUNDO CON ORDEN Y SABIDURÍA Y CON SUS DONES LO ENRIQUECE

No perdamos de vista al que es Padre y Creador de todo el mundo, y tengamos puesta
nuestra esperanza en la munificencia y exuberancia del don de la paz que nos ofrece.
Contemplémoslo con nuestra mente y pongamos los ojos de nuestra alma en la magnitud
de sus designios, sopesando cuán bueno se muestra él para con todas sus criaturas.
Los astros del firmamento obedecen en sus movimientos, con exactitud y orden, las
reglas que de él han recibido; el día y la noche van haciendo su camino, tal como él lo ha
determinado, sin que jamás un día irrumpa sobre otro. El sol, la luna y el coro de los
astros siguen las órbitas que él les ha señalado en armonía y sin transgresión alguna. La
tierra fecunda, sometiéndose a sus decretos, ofrece, según el orden de las estaciones, la
subsistencia tanto a los hombres como a los animales y a todos los seres vivientes que la
habitan, sin que jamás desobedezca el orden que Dios le ha fijado.
Los abismos profundos e insondables y las regiones más inescrutables obedecen
también a sus leyes. La inmensidad del mar, colocada en la concavidad donde Dios la
puso, nunca traspasa los límites que le fueron impuestos, sino que en todo se atiene a lo
que él le ha mandado. Pues al mar dijo el Señor: Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se
romperá la arrogancia de tus olas. Los océanos, que el hombre no puede penetrar, y
aquellos otros mundos que están por encima de nosotros obedecen también a las
ordenaciones del Señor.
Las diversas estaciones del año, primavera, verano, otoño e invierno, van sucediéndose
en orden, una tras otra. El ímpetu de los vientos irrumpe en su propio momento y realiza
así su finalidad sin desobedecer nunca; las fuentes, que nunca se olvidan de manar y que
Dios creó para el bienestar y la salud de los hombres, hacen brotar siempre de sus pechos
el agua necesaria para la vida de los hombres; y aún los más pequeños de los animales,
uniéndose en paz y concordia, van reproduciéndose y multiplicando su prole.
Así, en toda la creación, el Dueño y soberano Creador del universo ha querido que
reinara la paz y la concordia, pues él desea el bien de todas sus criaturas y se muestra
siempre magnánimo y generoso con todos los que recurrimos a su misericordia, por
nuestro Señor Jesucristo, a quien sea la gloria y la majestad por los siglos de los siglos.
Amén.