Domingo 31 de tiempo ordinario
Deuteronomio 6, 2-6
REFLEXIÓN
Teme(Yare:respeto sobrecogedor)
Escúchalo(sema:escucha diligente y completamente;
obedece)
Uno(ejad:nada es semejante, solo él, todo en uno, único o
fuera de serie)
Amarás(aheb:muy amar, amar sobre cualquier realidad) al
Señor, tu Dios, con todo el corazón(lebab:comprensión), con toda el
alma(nefesh:con libido, emoción, pasión), con todas las fuerzas(meod:poderío,
potencialidad)
Se trata de una experiencia de Dios como alguien que demanda
la totalidad. Una experiencia que abarca una constelación de actitudes que se
podrían resumir en una sola: entrega total.
Se trata de la Palabra de Dios, de Alguien que debemos
respetar (venerar, tratar con miramiento).
A quien por lo mismo escuchamos y obedecemos, porque su
palabra en nosotros no cae en saco roto.
Alguien que en conclusión tenemos que amar con toda la
energía disponible en nuestro ser y existencia.
El paradigma del amar es el mismo Dios que nos liberó de
Egipto, por lo tanto el amor que nos corresponde es liberador y atraviesa todas
las dimensiones de nuestra vitalidad.
Los judíos tienen tanto aprecio de esta confesión que lo
recitan dos veces al día.
Salmo responsorial: 17
REFLEXIÓN
Yo te amo, Señor
Invoco al Señor
Amarlo es invocarlo:llamarlo a estar presente en el todo de
nuestra vida íntegra como sería nuestro entender, nuestro desear, nuestra
energía potencial de hacer.
Hebreos 7, 23-28
REFLEXIÓN
vive siempre para
interceder en su favor
ofreciéndose a sí
mismo
El peso de esta revelación:la experiencia suprema del Señor, nuestra
misión de entregarnos hasta ese límite, sabemos que está por encima de nuestras
fuerzas y nos podemos desanimar y desertar.
Por eso Jesús, nuestro hermano, nuestro sumo sacerdote nos
aporta y revela con su vida y palabras un nuevo paradigma de escucha y
obediencia.
Marcos 12, 28b-34
REFLEXIÓN
El segundo(deuteros:subsecuentemente) es
éste: "Amarás a tu prójimo
(rea:vecino, compañero,pareja, otro, oponente) (plesion:cercano)
como a ti mismo
Jesús de la misma Palabra, junta en un solo
mandato, no en dos ni en segundo lugar el amor al prójimo, como él lo ha venido
haciendo:acercándose al necesitado para salvarlo en todo de raíz, desde donde
nace el desvío de la paz (shalom:colmo de bienestar), es decir, del pecado.
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