miércoles, 12 de enero de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 1 de tiempo ordinario

Año Par

1Samuel 3, 1-20



REFLEXIÓN

las palabras del Señor eran raras y no eran frecuentes las visiones

Los silencios de Dios son parte de su comunicación con nosotros. Son parte de su misterio personal, como los silencios de la partitura musical, que adquieren significado en el conjunto de la obra. Son momentos de un mayor esfuerzo y colaboración, para refinar nuestra escucha y docilidad. Y son momentos de mayor responsabilidad y autonomía de nuestra parte, habiendo conocido su voluntad.

Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios

Aún no había un templo único para toda la nación conformada por los diferentes grupos o tribus. El arca reposaba en un templo al efecto ubicada en una de ellas. Según los tiempos y las necesidades, la comunicación con el Señor se daba en diferentes ubicaciones, con gran diversidad.

Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor

Muestra la palabra una gradación o proceso en el conocimiento del Señor para sus convocados. Se da un llamamiento que puede extenderse en el tiempo, sin que se dé algún encuentro.

Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho y dijo a Samuel: "Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: Habla Señor, que tu siervo te escucha"

Puede ayudar a discernirlo alguien con experiencia del Señor. Pero también alguien con insuficiente conocimiento puede desviar el llamado. Es la mediación humana de la Palabra, la cual por ser contingente entraña desafíos y riesgos que hay que sortear y dilucidar.

De ordinario actuamos por el primer impulso sobretodo si el estímulo es prometedor. La experiencia del Señor en su Palabra nos enseña a aguardar la confirmación.

Samuel crecía, Dios estaba con él, y ninguna de sus palabras dejó de cumplirse; y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel era profeta acreditado ante el Señor

Es uno de los criterios que la Palabra muestra como garantía de la autenticidad del Señor: que se cumpla.

Sin embargo no siempre fue así, y no era una regla inviolable, porque profetas acreditados fallaron en sus pronósticos también, como el segundo Isaías cuando identificó al Mesías esperado con Ciro Rey de Persia.

Salmo responsorial: 39



REFLEXIÓN

no acude a los idólatras que se extravían con engaños

Depende de nosotros y nuestra sabiduría escoger el consejo de gente apta para discernir el designio del Señor en nuestras circunstancias particulares.

no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: "Aquí estoy"

Es el mayor sacrificio-el de Jesús-: una entrega a discernir el designio del Señor día a día, en cada circunstancia.

Marcos 1,29-39



REFLEXIÓN

Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles

Se aproximó, se hizo prójimo. El gesto constante de Jesús. No pasa indiferente, sino que interminablemente hace encuentros empáticos con las personas y sus necesidades apremiantes.

Jesús no rehuye la cercanía física para mostrar su ternura que cura. Como el médico que sabe que la medicina sin cuido no prospera.

Observamos en Jesús no una cosa y después otra, yuxtapuestas. Sino un fluir espontáneo entre su encuentro con la Palabra, su Padre, en la sinagoga y la curación de la fiebre a la suegra de Pedro, dando a entender que la Palabra se acredita en los hechos.

Jesús como hombre justo de su cultura no puede mirar con indiferencia la enfermedad, porque es portador de malas nuevas: el dominio de la ausencia del Señor y su bienestar. Es el pecado.

La población entera se agolpaba a la puerta

Uno entiende que los que te siguen de veras se contagian de la urgencia de aproximarse a las necesidades, sin descanso. Es la nueva vida que no cesa en expandirse

 levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar

Jesús nos muestra en el desarrollo de su misión la necesidad que existe de una constante comunicación con el que envía: el Padre.

Y de nuevo al ciclo de encuentro con la Palabra de su Padre, para dar nuevo alcance y despliegue a la misión encomendada.

Por eso es bueno retener, de nuestra parte, el sentido de proceso entre la oración y la misión como un flujo vitalizador a partir de nuestra existencia de fe en fraternidad y fraternización.

No se reduce a un grupo, un círculo o unos cuantos preferidos. Se abre siempre más.

Se podría pensar que tenemos ternura para curar, pero no suficiente apertura para repartir. Que nos hemos buscado demasiado a nosotros y nuestro propio interés.

Por qué oras Jesús? Quizás no tanto por ti sino por nosotros. Vivir como tú nos señalas implica un desgaste de la carne que porta el espíritu. Y necesitamos fortalecernos constantemente para no decaer. Lo que comienza bien puede deshacerse, torcerse, terminar mal. La cizaña no duerme en su crecimiento, para atajar el fruto.

"Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido."

Ayúdanos a comprender que hemos de darnos a muchos más allá de los círculos acostumbrados, donde se requiera.

Es lo admirable de ciertos hombres que dejan en manos de otros asignarles su misión: lugar, tiempo, modalidad.

Y así se alejan de buscarse a sí mismos. Y conectan con el designio en forma más pura y auténtica.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1481228359623401480?s=20

BEATO CARLO


VIVIR CON SENCILLEZ LA PROFUNDIDAD DEL PADRE EN JESUS

 Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 4, 6, 3. 5. 6. 7: SC 100, 442. 446. 448-454)

 

EL PADRE ES CONOCIDO POR LA MANIFESTACIÓN DEL HIJO

 

Nadie puede conocer al Padre sin el Verbo de Dios, esto es, si no se lo revela el Hijo, ni conocer al Hijo sin el beneplácito del Padre. El Hijo es quien cumple este beneplácito del Padre; el Padre, en efecto, envía, mientras que el Hijo es enviado y viene. Y el Padre, aunque invisible e inconmensurable por lo que a nosotros respecta, es conocido por su Verbo, y, aunque inexplicable, el mismo Verbo nos lo ha expresado. Recíprocamente, sólo el Padre conoce a su Verbo; así nos lo ha enseñado el Señor. Y por esto el Hijo nos revela el conocimiento del Padre por la manifestación de sí mismo, ya que el Padre es conocido por la manifestación del Hijo: todo es manifestado por obra del Verbo.

 

Para esto el Padre reveló al Hijo, para darse a conocer a todos a través de él, y para que todos los que creyesen en él mereciesen ser recibidos en la incorrupción y en el lugar del eterno consuelo (porque creer en él es hacer su voluntad).

 

Ya por el mismo hecho de la creación el Verbo revela a Dios creador, por el hecho de la existencia del mundo al Señor que lo ha fabricado, por la materia modelada al artífice que la ha modelado y a través del Hijo al Padre que lo ha engendrado; sobre esto hablan todos de manera semejante, pero no todos creen de manera semejante. También el Verbo se anunciaba a sí mismo y al Padre a través de la ley y de los profetas; y todo el pueblo lo oyó de manera semejante, pero no todos creyeron de manera semejante. Y el Padre se mostró a sí mismo, hecho visible y palpable en la persona del Verbo, aunque no todos creyeron por igual en él; sin embargo, todos vieron al Padre en la persona del Hijo, pues la realidad invisible que veían en el Hijo era el Padre, y la realidad visible en la que veían al Padre era el Hijo.

 

El Hijo, pues, cumpliendo la voluntad del Padre, lleva a perfección todas las cosas desde el principio hasta el fin, y sin él nadie puede conocer a Dios. El conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo está en poder del Padre y nos lo comunica por el Hijo. En este sentido decía el Señor: Nadie conoce al Hijo sino el Padre, como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar. Las palabras se lo quiere revelar no tienen sólo un sentido futuro, como si el Verbo hubiese empezado a manifestar al Padre al nacer de María, sino que tienen un sentido general que se aplica a todo tiempo. En efecto, el Padre es revelado por el Hijo, presente ya desde el comienzo en la creación, a quienes quiere el Padre, cuando quiere y como quiere el Padre. Y por esto, en todas las cosas y a través de todas las cosas, hay un solo Dios Padre, un solo Verbo, el Hijo, y un solo Espíritu, como hay también una sola salvación para todos los que creen en él.