Miércoles 1 de tiempo ordinario
1Samuel 3, 1-20
REFLEXIÓN
las palabras del Señor eran raras y no eran frecuentes las
visiones
Los
silencios de Dios son parte de su comunicación con nosotros. Son parte de su
misterio personal, como los silencios de la partitura musical, que adquieren
significado en el conjunto de la obra. Son momentos de un mayor esfuerzo y
colaboración, para refinar nuestra escucha y docilidad. Y son momentos de mayor
responsabilidad y autonomía de nuestra parte, habiendo conocido su voluntad.
Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba
el arca de Dios
Aún
no había un templo único para toda la nación conformada por los diferentes
grupos o tribus. El arca reposaba en un templo al efecto ubicada en una de
ellas. Según los tiempos y las necesidades, la comunicación con el Señor se
daba en diferentes ubicaciones, con gran diversidad.
Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido
revelada la palabra del Señor
Muestra
la palabra una gradación o proceso en el conocimiento del Señor para sus
convocados. Se da un llamamiento que puede extenderse en el tiempo, sin que se
dé algún encuentro.
Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho y
dijo a Samuel: "Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: Habla
Señor, que tu siervo te escucha"
Puede
ayudar a discernirlo alguien con experiencia del Señor. Pero también alguien
con insuficiente conocimiento puede desviar el llamado. Es la mediación humana
de la Palabra, la cual por ser contingente entraña desafíos y riesgos que hay
que sortear y dilucidar.
De
ordinario actuamos por el primer impulso sobretodo si el estímulo es
prometedor. La experiencia del Señor en su Palabra nos enseña a aguardar la
confirmación.
Samuel crecía, Dios estaba con
él, y ninguna de sus palabras dejó de cumplirse; y todo Israel, desde Dan hasta
Berseba, supo que Samuel era profeta acreditado ante el Señor
Es
uno de los criterios que la Palabra muestra como garantía de la autenticidad
del Señor: que se cumpla.
Sin
embargo no siempre fue así, y no era una regla inviolable, porque profetas
acreditados fallaron en sus pronósticos también, como el segundo Isaías cuando
identificó al Mesías esperado con Ciro Rey de Persia.
Salmo responsorial: 39
REFLEXIÓN
no acude a los idólatras que se
extravían con engaños
Depende
de nosotros y nuestra sabiduría escoger el consejo de gente apta para discernir
el designio del Señor en nuestras circunstancias particulares.
no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: "Aquí
estoy"
Es el mayor sacrificio-el
de Jesús-: una entrega a discernir el designio del Señor día a día, en cada
circunstancia.
Marcos 1,29-39
REFLEXIÓN
Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le
pasó la fiebre y se puso a servirles
Se
aproximó, se hizo prójimo. El gesto constante de Jesús. No pasa indiferente,
sino que interminablemente hace encuentros empáticos con las personas y sus
necesidades apremiantes.
Jesús no rehuye la cercanía física para mostrar su
ternura que cura. Como el médico que sabe que la medicina sin cuido no
prospera.
Observamos
en Jesús no una cosa y después otra, yuxtapuestas. Sino un fluir espontáneo
entre su encuentro con la Palabra, su Padre, en la sinagoga y la curación de la
fiebre a la suegra de Pedro, dando a entender que la Palabra se acredita en los
hechos.
Jesús
como hombre justo de su cultura no puede mirar con indiferencia la enfermedad,
porque es portador de malas nuevas: el dominio de la ausencia del Señor y su
bienestar. Es el pecado.
La población entera se agolpaba a la puerta
Uno
entiende que los que te siguen de veras se contagian de la urgencia de
aproximarse a las necesidades, sin descanso. Es la nueva vida que no cesa en
expandirse
levantó de madrugada,
se marchó al descampado y allí se puso a orar
Jesús
nos muestra en el desarrollo de su misión la necesidad que existe de una
constante comunicación con el que envía: el Padre.
Y
de nuevo al ciclo de encuentro con la Palabra de su Padre, para dar nuevo
alcance y despliegue a la misión encomendada.
Por
eso es bueno retener, de nuestra parte, el sentido de proceso entre la oración
y la misión como un flujo vitalizador a partir de nuestra existencia de fe en
fraternidad y fraternización.
No se reduce a un grupo, un círculo o unos cuantos
preferidos. Se abre siempre más.
Se podría pensar que tenemos ternura para curar, pero
no suficiente apertura para repartir. Que nos hemos buscado demasiado a
nosotros y nuestro propio interés.
Por
qué oras Jesús? Quizás no tanto por ti sino por nosotros. Vivir como tú nos
señalas implica un desgaste de la carne que porta el espíritu. Y necesitamos
fortalecernos constantemente para no decaer. Lo que comienza bien puede
deshacerse, torcerse, terminar mal. La cizaña no duerme en su crecimiento, para
atajar el fruto.
"Vámonos a otra parte, a las
aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido."
Ayúdanos
a comprender que hemos de darnos a muchos más allá de los círculos
acostumbrados, donde se requiera.
Es
lo admirable de ciertos hombres que dejan en manos de otros asignarles su
misión: lugar, tiempo, modalidad.
Y así se
alejan de buscarse a sí mismos. Y conectan con el designio en forma más pura y
auténtica.
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