Jueves 14 tiempo ordinario
Oseas 11, 1-4. 8c-9
REFLEXIÓN
Cuando
lo llamaba, él se alejaba
Yo enseñé a andar a Efraín, lo alzaba
en brazos; y él no comprendía que yo lo curaba. Con cuerdas humanas, con
correas de amor lo atraía; era para ellos como el que levanta el yugo de la
cerviz, me inclinaba y le daba de comer.
Son nuestras experiencias personales las que permiten encarnar en
el ahora la voz de la Palabra del Señor.
El amor no correspondido fielmente y a cabalidad como se quisiera
es un tema frecuente de las experiencias humanas del amor. Y aportan no poca
amargura a la existencia por la decepción que acarrean.
Ese registro es el que usa el profeta voz del Señor, para
sensibilizarse y sensibilizar a su auditorio. Es ponernos en el lugar del Señor
y sus “sentimientos” para empatizar con Él.
Y así como con el corazón humano tenemos que reconocer que no
terminamos de comprenderlo, que el misterio de su libertad nos rebasa, también
con el misterio trascendente del Señor, de quien es más lo que no sabemos que
lo contrario.
El amor
de Dios es circundante para quien lo descubre en su manifestación pluriforme
mediante el testimonio de la conciencia. La misma no sólo vibra con fe ante el
amor que beneficia, sino también ante el amor que clama la justicia en la
víctima.
No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a
Efraín; que soy Dios, y no hombre; santo en medio de ti, y no enemigo a la
puerta
Sólo tú
sabes nuestro fondo, y aun el error innegable e inexcusable puedes cubrirlo con
tu misericordia y compasión, porque esa parece tu última y fundamental palabra.
Aunque nuestra ingratitud lo colme, su amor pesa más. Como la
madre incapaz de repudiar del todo a su hijo que es oveja negra. Siempre
sentirá por él, como si fuera el más débil y el menos afortunado.
Salmo responsorial: 79
REFLEXIÓN
ven
a visitar tu viña, / la cepa que tu diestra plantó, / y que tú hiciste vigorosa
Es algo que el no creyente ignora: que puede acercarse confiado,
más en las entrañas de misericordia del Señor, que su posible juicio
condenatorio. Es la postura de extrema dependencia, cuando uno no se tiene ni a
sí mismo y sólo cuenta con Él.
No sólo
ahora en esta coyuntura crítica sino como unidad de producción de lo bueno y lo
malo, permítenos sanar y dar buenos frutos.
Mateo 10, 7-15
REFLEXIÓN
"Id
y proclamad que el Reino de los cielos está cerca; curad enfermos, resucitad
muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo
gratis.
La cercanía del Reino que Jesús escenifica con sus colaboradores,
es la cercanía de un misterio de paternidad-maternidad, un misterio que
sobrepasa y sobrepuja todo posible cálculo. Y por ello a su paso hay curación,
liberación, amor gratuito.
Todo lo contrario a un régimen de mercado en el que importa la
mercancía y la ganancia, más que la persona, la cual le está subordinada.
En el momento que la mentalidad común de su
tiempo ubicaba el reino de los cielos en la lejanía e invisibilidad como un
nombre alternativo del Dios innombrable, Jesús lo ubica al alcance de la mano,
tan cerca como el contexto social que clama solidaridad.
Sólo hay que abrir los ojos, ser honestos con lo
que se ve y compartir sin afán de lucro.
Las
angosturas de la vida en este momento pueden significar la purificación de la
intención en el ministerio de la limosna, como señal del Amor Providencial del
Señor capaz de transformar la desgracia en bendición.
Servir
gratis al Reino nos potencia más allá de nuestros límites y fuerzas,
transformando nuestra mirada y visión de las cosas y personas, en el don de
amor providencial del Señor.
Es la
cercanía y proximidad del dominio del Señor manifestada en los bienes de la
vida al alcance de todos.
El
servicio de Providencia que compartimos con los hermanos debe reflejar la
generosidad del Señor con nosotros y por nuestro medio con los demás.
No
llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino,
ni otra túnica, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento
Cómo se podría visibilizar la total y radical dependencia del
Señor si nos pertrechamos y atrincheramos con cosas y personas en las que
ponemos nuestra absoluta confianza? No seríamos sacramento, signo de la
cercanía y aproximación del Reino.
Nuestra
inseguridad de lo material es como nuestra ofrenda a la seguridad que viene del
Espíritu.
El
despojo de bienes y la libertad consecuente se gana como obsequio de nuestro
servicio para inspirar a otros a su despojo
Nuestro
servicio como un llamado a la solidaridad con nuestro sustento, asi convencemos
y nos hacemos creíbles.
Si no se lo merece, la paz volverá a
vosotros.
Porque
la buena voluntad con la que se ofrece un servicio al reino no es garantía
automática de una respuesta equivalente y nuestra expectativa ha de ser amplia
ya que el rechazo es posible.
No
es entendible que la paz que se retira con ese rechazo sea una retaliación de
nuestra parte, sino la libertad de los demás que no alcanzan a ver salvación en
nuestro servicio.
Si
alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid
el polvo de los pies.
En esas regiones polvorientas, el polvo era un elemento común y
omnipresente. Por eso se lavaban con frecuencia, y al que recién llegaba a una
casa se le ofrecía agua para lavarse y quitarse el polvo.
En la instrucción de Jesús puede haber muchos sentidos pero una
que es consistente con todo el discurso podría ser que al sacudirse el polvo
cuando no los recibían, les hacían sentir que ni el polvo de sus hogares se
querían llevar, que todo lo que hacían era gratis, sin interés de recompensa.
Porque la salvación del Padre es gratuita como el amor verdadero.
Porque
hay que seguir caminando, pues alli no hay nada que hacer. Allá ellos y su
responsabilidad ante el Señor.
el
día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo.
No nos corresponde ante el rechazo de esa cercanía del Reino, ni
vengarnos ni condenar. El juicio, cual sea, es del Señor.
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