miércoles, 13 de julio de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Miércoles 15 de tiempo ordinario

Isaías 10, 5-7. 13-16



REFLEXIÓN

Pero él no pensaba así, no eran éstos los planes de su corazón; su propósito era aniquilar, exterminar naciones numerosas.

Como si el bastón manejase a quien lo levanta, como si la vara alzase a quien no es leño

Ganar conciencia que somos herramienta, medio del designio del Señor, y así también cualquier agente o cosa que intervenga en nuestra existencia, traiga o no buena fortuna.

Ignacio en sus ejercicios espirituales en las reglas de discernimiento, recomienda respecto a la consolación que viene de Dios, examinar los pensamientos que salen de esa consolación, porque es un momento crucial en el que el anti-reino se cuela camuflado e inspira lo que ya no es del Señor.

Nosotros cometemos muchas equivocaciones y asumimos actitudes erróneas por falta de examen y discernimiento de los móviles o espíritus que nos impulsan y con frecuencia damos por inspirados por Dios decisiones que son de nuestro propio querer e interés.

En eso no somos instrumentos sino que nos hacemos protagónicos exclusivos de nuestro propia libertad y decisión, sin caer en cuenta que nuestra naturaleza está herida y somos mediocres para ser juez y parte.

Salmo responsorial: 93



REFLEXIÓN

Trituran, Señor, a tu pueblo, / oprimen a tu heredad; / asesinan a viudas y forasteros, / degüellan a los huérfanos. R.

Y comentan: "Dios no lo ve, / el Dios de Jacob no se entera." / Enteraos, los más necios del pueblo, / ignorantes, ¿cuándo discurriréis?

Las guerras que armamos los seres humanos entre nosotros, fratricidas todas, pueden iniciarse por el interés de custodiar y preservar un bien, de parte y parte, pero que resultan bienes menores en comparación al bien común de la paz y su camino que es el diálogo.

Los líderes responsables tienen la obligación de adquirir y perfeccionarse en la capacidad del análisis ético para guiar hacia la mejor conducta moral posible.

Esto sólo es posible si reconocen desde la fe que no son los únicos protagonistas de la historia humana y que en ésta el bien común se fragua en la fraternidad de la humanidad y de la creación.

Mateo 11, 25-27



REFLEXIÓN

"Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor.

La comprensión y ulterior acatamiento del designio viene del Señor y es motivo de acción de gracias.

La alabanza y acción de gracias constante ante lo bueno y lo malo es el reconocimiento que damos al Padre en Jesús de Nazareth quien nos ha iluminado como camino, verdad y vida.

Como Moisés en el momento de la zarza ardiente: una actitud desprevenida y abierta, sin prejuicios, como niños (nepioi).

La centralidad de Jesús en esta revelación da cuenta del énfasis de la buena nueva en cuanto a la radicalidad de la revelación.

En Jesús de Nazareth se nos ha dicho y mostrado todo lo necesario para hacer el reino de los cielos.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1547184018134794242?s=20&t=26Aquy7tLrw7rdE4UAA0IQ

 

 

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


Miércoles, XV

San Ambrosio Tratado sobre los misterios 19-21.24.26-38

Antes se te ha advertido que no te limites a creer lo que para que no seas tú también de éstos que dicen: «¿Éste es aquel gran misterio que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar? Veo la misma agua de siempre, ¿ésta es la que me ha de purificar, si es la misma en la que tantas veces me he sumergido sin haber quedado puro?». De ahí has de deducir que el agua no purifica sin la acción del Espíritu. Por esto, has leído que en el bautismo los tres testigos reducen a uno solo: el agua, la sangre y el Espíritu, porque, si prescindes de uno de ellos, ya no hay sacramento del bautismo. ¿Qué es, en efecto, el agua sin la cruz de Cristo, sino un elemento común, sin ninguna eficacia sacramental? Pero tampoco hay misterio de regeneración sin el agua, porque el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. También el catecúmeno cree en la cruz del Señor Jesús, con la que ha sido marcado, pero si no fuere bautizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, no puede recibir el perdón de los pecados ni el don de la gracia espiritual.

REFLEXIÓN

Esta catequesis es una convergencia de diferentes testimonios de la Sagrada Escritura, Primer y Nuevo Testamento, apoyada en la tradición permanente de la Iglesia, que se va renovando generacionalmente desde la edad Apostólica. Sin embargo en gran parte de la Iglesia Latina Occidental creer este abultado testimonio no es fácil el día de hoy, estando como estamos inmersos en el secularismo, laicismo y ateísmo, de grandes sectores de la población. Aquí donde muchos se educan en hogares y con educadores no creyentes.