lunes, 19 de septiembre de 2022

PALABRA COMENTADA

 

Lunes 25 de tiempo ordinario

 

Año Par

 

Proverbios 3, 27-34



REFLEXIÓN

 

pero se confía(sod:íntimo, consejero secreto) a los hombres rectos(yashar:honesto)

 

Los Proverbios forman parte en primer término de la sabiduría popular: la experiencia que adquieren los pueblos por observación, repetición y transmisión.

 

En las diferentes culturas del antiguo oriente se daba, como se da ahora en todo pueblo, una manera propia de ver la vida, sus aciertos y riesgos, para prevenir el peligro y lograr éxito.

 

Figuran esta sabiduría dichos y refranes en la Palabra inspirada del Señor porque Israel tuvo por asistencia de Dios la sabiduría práctica que desarrolló a lo largo de su existencia, con influjo de los otros pueblos.

 

Esta sabiduría miraba los actos rectos y honestos como una forma de cercanía de Dios y garantía de recompensa material y espiritual en la existencia.

 

Sin embargo la experiencia irá mostrando que no siempre es así, que los malvados también prosperan y la justicia tarda.

 

Por eso esta sabiduría tendrá su propia crisis y deberá confrontarse y completarse con la sabiduría de la cruz.

 

Salmo responsorial: 14



REFLEXIÓN

 

el que tiene intenciones leales / y no calumnia con su lengua

 

La honestidad según Proverbios y su sabiduría reproducida también en algunos salmos alude a la persona con un solo fondo, sin doblez.

 

La lengua ha de ser el espejo de las intenciones.

 

Sabemos por experiencia que la realidad nos muestra con frecuencia lo contrario y es nuestro compromiso de creyentes de la Palabra hacer sintonizar la lengua con las expresiones que brotan del corazón.

 

 

Lucas 8,16-18



REFLEXIÓN

 

Nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama

 

Parece un chiste de pastusos o gallegos. Es como una caricatura. Por su absurdo, estalla nuestra lógica.

 

Por lo tanto si resolvemos aceptar la invitación a la fe, es como encender una lámpara, que necesariamente-para bien o para mal- debe brillar, hacerse notar.

 

Velarla o apagarla no tiene lógica ni sentido. Es como no tenerla: ni luz, ni fe.

 

Una casa en una aldea lejana en el campo sin alumbrado eléctrico, es muy oscura en la noche. Si se tiene una vela, un mechero o una lámpara de aceite, se enciende para todos en la casa y por supuesto no se tapa, porque es un contrasentido.

 

Un creyente de la Palabra es como una lámpara encendida para todos los de la casa de la vida y del mundo, donde quizás abunda la oscuridad.

 

Si la tapa con una conducta incongruente y poco cónsona con esa luz, comete un contrasentido porque no puede alumbrarse ni alumbrar.

 

Pero la Palabra de Jesús nos advierte que todo se sabrá, todo se iluminará no obstante nuestra afán de oscuridad, porque caminamos y construimos un reino de luz, justicia y verdad.

 

Nada hay oculto que no llegue a descubrirse, nada secreto que no llegue a saberse o a hacerse público.

 

Este texto es la delicia de los comunicadores: lo quieren saber todo y para ellos no hay privacidad, ni derecho a la intimidad.

 

Lo tremendo es que la motivación es comercial. Se trata de vender secretos para aumentar la circulación del periódico o la audiencia del programa. Y así los anunciantes pagarán felices los anuncios.

 

Pero no, no va en esa dirección lo que ha de saberse. Necesariamente tiene que ver con el mensaje del Reino, que es para todos, en código abierto, sin exclusividades, porque con Jesús el Padre llamo a todos a la salvación.

 

al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener

 

Hay que tener, tener fe, para tener lo demás. Sin eso no se entra, y no se tiene nada.

Por eso Jesús pregunta si tenemos fe y no vacilamos, si no somos débiles en la fe.

 

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1571822906463723520?s=20&t=aGEO9n4k5T0gSI0SacjA1g

DOCTORES DE LA IGLESIA


 

Lunes, XXV semana

San Agustín Sermón sobre los pastores 46,14-15

No recogéis a las descarriadas, ni buscáis a las perdidas. En este mundo andamos siempre entre las manos de los ladrones y los dientes de los lobos feroces y, a causa de estos peligros nuestros, os rogamos que oréis. Además, las ovejas son obstinadas. Cuando se extravían y las buscamos, nos dicen, para su error y perdición, que no tienen nada que ver con nosotros: «¿Para qué nos queréis? ¿Para qué nos buscáis?» Como si el hecho de que anden errantes y en peligro de perdición no fuera precisamente la causa de que vayamos tras de ellas y las busquemos. «Si ando errante –dicen–, si estoy perdida, ¿para qué me quieres? ¿Para qué me buscas?» Te quiero hacer volver precisamente porque andas extraviada; quiero encontrarte porque te has perdido. «¡Pero si yo quiero andar así, quiero así mi perdición!» ¿De veras así quieres extraviarte, así quieres perderte? Pues tanto menos lo quiero yo. Me atrevo a decirlo, estoy dispuesto a seguir siendo inoportuno. Oigo al Apóstol que dice: Proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo. ¿A quiénes insistiré a tiempo, y a quiénes a destiempo? A tiempo, a los que quieren escuchar; a destiempo, a quienes no quieren.

REFLEXIÓN

La motivación para preocuparse por la oveja perdida, por los que se distancian y extravían, es de diferentes modos. Por sí mismas, para que capten la diferencia respecto a la ausencia que caracteriza sus vidas, ausencia de la experiencia de Dios. Por sí mismas en nombre de quién las llama y reina, porque no descansa en su amor, y los ministros no son más que enviados. Por las que no se extravían y permanecen juntas en el rebaño, para que su amor sea incluyente de quien no vive la unión que ellas. Por que esa unión no se vaya a perder, dado que las perdidas pueden tentar a hacer lo propio a quienes permanecen.