martes, 21 de febrero de 2023

PALABRA COMENTADA

  

Martes 7 de tiempo ordinario

Año Impar

Eclesiástico 2,1-13

1. Hijo mío, si te acercas a servir a IHVH-Adonai,

prepara tu ser para la prueba.

2. Prepara tu corazón, fortalécete,

no se asuste en tiempo de angustia.

3. Aférrate a él sin soltarlo para crecer en tus últimos fines.

4. Cualquier cosa que te llegue, recíbela;

a los cambios de tu humillación, alarga el respiro.

5. Sí, el oro se prueba con fuego

el hombre es recibido en el crisol de la humillación.

6. Adhiérete a él, él te fortalecerá,

estad seguros en él, él rectificará vuestros caminos.

7. Temblor de IHVH-Adonai, esperanza de su cariño,

no te desvíes por miedo a caer.

8. Temblor de IHVH-Adonai, aferraos a él,

usted no será estafado fuera de su salario.

9. Temblor de IHVH-Adonai, ojalá,

la alegría de soportar y apreciar.

10. Mira las edades tempranas y verás,

¿Quién se ha asegurado en IHVH-Adonai se vuelve blanco?

¿O quién, erguido en su estremecimiento, fue abandonado?

¿O ante quién, habiéndolo llamado, se escapó?

11. Sí, matriz y clemente, IHVH-Adonai,

perdona los agravios y salva en el tiempo de angustia.

12. Ganso, corazones sueltos, manos débiles,

criminal que va por dos caminos!

13. Ganso, corazón suelto, que no se adhiere,

¿Y quién, por tanto, no será protegido?


 

REFLEXIÓN

Hijo mío, cuando te acerques al temor de Dios, prepárate para las pruebas; mantén el corazón firme, sé valiente, no te asustes en el momento de la prueba; pégate a él, no lo abandones, y al final serás enaltecido

Podemos tomar temor de Dios en este texto como equivalente a Misterio de Dios, que tomado en serio infunde respeto.

La relación con este Misterio sobrepasa nuestra comprensión limitada, y su amor infinito incluye pruebas, que no estamos dispuestos a recibir bien siempre.

Penetrar en ese Misterio entraña asumir las pruebas, que una relación de su calibre comporta, y que para nuestro ejemplo nutre las narraciones de la vida de otros justos, también probados.

Cuál es el sentido satisfactorio de la prueba de amor? La fidelidad? El compromiso? El proceso de transformación y justificación?

Podemos y no descansamos en buscar ese sentido para calmar nuestra desazón, porque el momento de la prueba sabe a rechazo,descalificación o fracaso en medio de la existencia.

Por eso la Palabra nos echa un salvavidas, un aliento y nos pide confiar en la promesa final, si nos mantenemos de pie en la prueba, y la aceptamos con fe como parte del Misterio del Amor increado.

Acepta cuanto te suceda, aguanta enfermedad y pobreza, porque el oro se acrisola en el fuego, y el hombre que Dios ama, en el horno de la pobreza

 

Estas exhortaciones tienen mucho sentido en la actualidad cuando cunde el inconformismo con la frustración y los malos momentos.

Confronta frontalmente la rebeldía permanente que no transige en menoscabar sus derechos, y toma la conformidad como una claudicación en la dignidad y lucha por la justicia.

Tanto que ante ese núcleo irreductible de protesta nos preguntamos si realmente es una lucha por la justicia o por la venganza?

Porque la conformidad y resignación con la voluntad de prueba del Señor también dignifica.¿quién confió en el Señor y quedó defraudado?; ¿quién esperó en él y quedó abandonado?; ¿quién gritó a él y no fue escuchado?

 

De ordinario estamos más expuestos a los tóxicos titulares de la desesperación, pero poco hacemos por abundar en las realidades de la bendición y favores del Señor.

Como el pueblo caminante en el desierto cuando salió de Egipto, estamos más prontos al reclamo, la protesta, la maledicencia y la ingratitud.

No nos acercamos a personas de probada justicia y fe evangélica, para beber de su estilo confiado de vida, sereno ante la prueba, y en acción de gracias por la bendición.

Salmo responsorial: 36



REFLEXIÓN

 

Confía en el Señor y haz el bien

 

No tenemos por qué acortar nuestra generosidad por tener tropiezos.

Más bien hagamos al estilo del Señor, siempre dispuesto a bendecir y amar con obras.

Marcos 9,30-37

30. Saliendo de allí, pasan por Galil.

No quiere que nadie lo sepa.

 

muerte anunciada (2)

 

31. Sí, enseña a sus seguidores. Él les dice:

“El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres.

Lo matarán y, muerto, a los tres días resucitará. »

32. Pero no penetran la palabra. Se estremecen al interrogarlo.

 

El más grande

 

33. Llegan a Kefar-Nahum. En casa, les pregunta:

“¿Qué estuviste rumiando en el camino? »

34. Están en silencio. Sí, entre ellos habían discutido en el camino.

de “¿Quién es el más grande? ".

35. Se sienta, llama a los Doce y les dice:

“Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos,

y, de todos, el criado.

36. Toma a un niño pequeño y lo pone en medio de ellos.

Lo toma en sus brazos y les dice:

37. “Quien acoge en mi nombre a un niño tan pequeño,

soy yo a quien él acoge.

Y quien me acoge, no soy yo a quien acoge,

pero el que me envía. »



REFLEXIÓN

 

no entendían aquello, y les daba miedo preguntarleEn nuestro itinerario con Jesús, a pesar de que nos va instruyendo, tememos.

Ni osamos preguntar y saber más, por miedo a lo que nos espera y se nos exigirá.

Incluso no creemos ser capaces de todo lo que se nos pueda pedir.

Por eso nos acobardamos y mantenemos nuestra debilidad. Preferimos nuestros apegos.

Por qué tiene que ser así? Por qué hemos de temer en el camino de la fe? En la adhesión a la buena nueva?

Si observamos en las realidades de la vida, como Jesús insistía en sus parábolas, se muestra un proceso de muerte y vida.

Los hallazgos de la sicología llevan a una antropología que identifica fuerzas de muerte y de vida.

La física encuentra en sus exploraciones cada vez más microcósmicas una dinámica de extinción y expansión.Hay por tanto un lenguaje universal, que podemos barruntar que resuena en la dimensión del Espíritu, sobre la prevalencia de los ciclos de muerte y vida.

Sólo que en la Palabra de Jesús esos ciclos rompen definitivamente en una transformación que es don del Padre.

Se trata de la resurrección cuyo paradigma es Jesús y consiste en una vida totalmente otra, para siempre.

habían discutido quién era el más importante

 

La incomprensión de los discípulos sobre los anuncios de Jesús de su muerte y resurrección, estaba basada en el interés que ellos mostraban, más bien, en discutir sobre su propia importancia.

Una parábola viviente de nuestro mundo, que significa para muchos opacidad y oscuridad de los temas más significativos para el sentido de la vida humana, por preferir temas relacionados con la lucha de poder.Lo triste es que algunos que deberían velar por lo primero: los evangelizadores, caen en lo segundo: la ambición de poder.

"Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos."

 

Se trata de un orden diferente y novedoso. Debemos emplear nuestra ambición vital, nuestra libido en servir a otros. Es una clave de vida. Un modo de vivir que ayuda a vivir sin miedos, a superar apegos, a aceptar lo que somos en la realidad, sin escapes. Y así sirviendo crecemos.

Cuando servimos nos vamos posicionando y ocupando un puesto de importancia que ni pensábamos íbamos a gustar.

El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado

 

Por eso un niño violado, abusado, maltratado o abandonado es un crimen también espiritual.

Se elimina un símbolo. El símbolo de seres humanos ajenos a la ambición de poder.Y así el mundo prosigue su marcha hacia la oscuridad y tiniebla.

Benditos los adultos que preservan su voluntad de servicio por encima de esa ambición.

 

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1628004381630074881?s=20

DOCTORES DE LA IGLESIA

 


San Gregorio de Nisa De las homilías sobre el libro del Eclesiastés 6

Tiene su tiempo –leemos– el nacer y su tiempo el morir. Bellamente comienza yuxtaponiendo estos dos hechos inseparables, el nacimiento y la muerte. Después del nacimiento, en efecto, viene inevitablemente la muerte, ya que toda nueva vida tiene por fin necesario la disolución de la muerte. Tiene su tiempo –dice– el nacer y su tiempo el morir. ¡Ojalá se me conceda también a mí el nacer a su tiempo y el morir oportunamente! Pues nadie debe pensar que el Eclesiastés habla aquí del nacimiento involuntario y de la muerte natural, como si en ello pudiera haber algún mérito. Porque el nacimiento no depende de la voluntad de la mujer, ni la muerte del libre albedrío del que muere. Y lo que no depende de nuestra voluntad no puede ser llamado virtud ni vicio. Hay que entender esta afirmación, pues, del nacimiento y muerte oportunos.

REFLEXIÓN

No obstante los cálculos aproximados hay que admitir que nadie, ni los médicos dominan el día, hora, minuto y segundo de un nacimiento común, no por cesárea. Y lo mismo con la muerte. Se puede decir que , por ahora, sigue escapándose de la omnisciencia ese cálculo. Y es posible hablar de una entrega donada, no arrancada por fuerza.

Según mi entender, el nacimiento es a tiempo y no abortivo cuando, como dice Isaías, aquel que ha concebido del temor de Dios engendra su propia salvación con los dolores de parto del alma. Somos, en cierto modo, padres de nosotros mismos cuando, por la buena disposición de nuestro espíritu y por nuestro libre albedrío, nos formamos a nosotros mismos, nos engendramos, nos damos a luz. Esto hacemos cuando aceptamos a Dios en nosotros, hechos hijos de Dios, hijos de la virtud, hijos del Altísimo.

REFLEXIÓN

Autores de nuestro destino podemos ser si nos auto-concebimos en fe, porque fe y libertad van de la mano. Y lo mismo cuando vamos gestando su crecimiento.  Hasta que por fe rendimos nuestra vida en acción de gracias por la muerte.

Por el contrario, nos damos a luz abortivamente y nos hacemos imperfectos y nacidos fuera de tiempo cuando no está formada en nosotros lo que el Apóstol llama la forma de Cristo. Conviene, por tanto, que el hombre de Dios sea íntegro y perfecto. Así, pues, queda claro de qué manera nacemos a su tiempo y, en el mismo sentido, queda claro también de qué manera morimos a su tiempo y de qué manera, para san Pablo, cualquier tiempo era oportuno para una buena muerte. Él, en efecto, en sus escritos, exclama a modo de conjuro: Por el orgullo que siento por vosotros, cada día estoy al borde de la muerte, y también: Por tu causa nos degüellan cada día. Y también nosotros nos hemos enfrentado con la muerte. No se nos oculta, pues, en qué sentido Pablo estaba cada día al borde de la muerte: él nunca vivió para el pecado, mortificó siempre sus miembros carnales, llevó siempre en sí mismo la mortificación del cuerpo de Cristo, estuvo siempre crucificado con Cristo, no vivió nunca para sí mismo, sino que Cristo vivía en él.

REFLEXIÓN

Hubo un momento en el pensar cristiano que se sobrevaloró la carne como representativa del pecado, en su versión erótica. Más otra línea nos lleva a la carne como debilidad, que requiere fortaleza, y así el pecado es sinónimo de debilidad para cosas del Espíritu, quien fortalece.

Ésta, a mi juicio, es la muerte oportuna, la que alcanza la vida verdadera. Yo –dice el Señor– doy la muerte y la vida, para que estemos convencidos de que estar muertos al pecado y vivos en el espíritu es un verdadero don de Dios. Porque el oráculo divino nos asegura que es él quien, a través de la muerte, nos da la vida.