sábado, 25 de marzo de 2023

DOCTORES DE LA IGLESIA


 
De las Cartas de san León Magno, papa
(Carta 28, a Flaviano, 3-4: PL 54, 763-767)
 
EL MISTERIO DE NUESTRA RECONCILIACIÓN

 

La majestad asume la humildad, el poder la debilidad, la eternidad la mortalidad; y, para saldar la deuda contraída por nuestra condición pecadora, la naturaleza invulnerable se une a la naturaleza pasible; de este modo, tal como convenía para nuestro remedio, el único y mismo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también él, pudo ser a la vez mortal e inmortal, por la conjunción en él de esta doble condición.

 El que es Dios verdadero nace como hombre verdadero, sin que falte nada a la integridad de su naturaleza humana, conservando la totalidad de la esencia que le es propia y asumiendo la totalidad de nuestra esencia humana. Y, al decir nuestra esencia humana, nos referimos a la que fue plasmada en nosotros por el Creador, y que él asume para restaurarla.

 Esta naturaleza nuestra quedó viciada cuando el hombre se dejó engañar por el maligno, pero ningún vestigio de este vicio original hallamos en la naturaleza asumida por el Salvador. Él, en efecto, aunque hizo suya nuestra misma debilidad, no por esto se hizo partícipe de nuestros pecados.

 Tomó la condición de esclavo, pero libre de la sordidez del pecado, ennobleciendo nuestra humanidad sin mermar su divinidad, porque aquel anonadamiento suyo -por el cual, él, que era invisible, se hizo visible, y él, que es el Creador y Señor de todas las cosas, quiso ser uno más entre los mortales- fue una dignación de su misericordia, no una falta de poder. Por tanto, el mismo que, permaneciendo en su condición divina, hizo al hombre es el mismo que se hace él mismo hombre, tomando la condición de esclavo.

 Y, así, el Hijo de Dios hace su entrada en la bajeza de este mundo, bajando desde el trono celestial, sin dejar la gloria que tiene junto al Padre, siendo engendrado en un nuevo orden de cosas.

 En un nuevo orden de cosas, porque el que era invisible por su naturaleza se hace visible en la nuestra, el que era inaccesible a nuestra mente quiso hacerse accesible, el que existía antes del tiempo empezó a existir en el tiempo, el Señor de todo el universo, velando la inmensidad de su majestad, asume la condición de esclavo, el Dios impasible e inmortal se digna hacerse hombre pasible y sujeto a las leyes de la muerte.

 El mismo que es Dios verdadero es también hombre verdadero, y en él, con toda verdad, se unen la pequeñez del hombre y la grandeza de Dios.

 Ni Dios sufre cambio alguno con esta dignación de su piedad, ni el hombre queda destruido al ser elevado a esta dignidad. Cada una de las dos naturalezas realiza sus actos propios en comunión con la otra, a saber, la Palabra realiza lo que es propio de la Palabra, y la carne lo que es propio de la carne.

 En cuanto que es la Palabra, brilla por sus milagros; en cuanto que es carne, sucumbe a las injurias. Y así como la Palabra retiene su gloria igual al Padre, así también su carne conserva la naturaleza propia de nuestra raza.

 La misma y única persona, no nos cansaremos de repetirlo, es verdaderamente Hijo de Dios y verdaderamente hijo del hombre. Es Dios, porque ya al comienzo de las cosas existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios; es hombre, porque la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros.


viernes, 24 de marzo de 2023

PALABRA COMENTADA

 

Viernes 4 de Cuaresma

Sabiduría 2,1a.12-22



REFLEXIÓN

se gloría de tener por padre a Dios

La reflexión teológica del evangelio no brota espontáneamente de la nada, sino que viene preparándose, tiene su antecedente, en la reflexión teológica de la tora, los profetas y los escritos.

Pero en Jesús encuentran su asidero y concreción historizada y humanizada.

Se dijeron los impíos razonando equivocadamente

La autosuficiencia de criterios para juzgar es un género de impiedad. Creer que se sabe todo y atenerse exclusivamente a su propia evidencia, sin otro análisis, sin consulta.

No se trata necesariamente de una muestra de irreverencia, o de la poca frecuencia en muestras de piedad religiosa.

Lo básico de la piedad es la identificación con el mensaje de salvación, con la Palabra, con el Reino: amar a Dios y al prójimo aunque sea enemigo. Y no exclusivamente, pero sí preferencialmente, a los excluidos.

Los pensamientos y juicios que brotan de esa impiedad yerran, aun cuando las apariencias ofrezcan alguna imagen de éxito.

Veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida

El desenlace es una prueba, porque se muere como se vive. Jesús sin embargo no fue librado y murió apelando a su Padre; y fue resucitado.

Está en nuestras manos cómo queremos pasar esa prueba: viviendo coherentemente nuestra fe cada día.

En las escrituras se da un bosquejo, un perfil de competencias, de quién asumirá un rol mesiánico, salvífico y redentor.

Surge la duda sobre hasta dónde lo narrado sobre Jesús es historia o midrash: actualización de la escritura en un momento concreto. Y cuanto de acontecimiento histórico le sirve de base.

no conocen los secretos de Dios, no esperan el premio de la virtud ni valoran el galardón de una vida intachable.

La mentalidad escéptica, agnóstica e iconoclasta de algunos hoy, pareciera provenir, entre otras, de causas como la impaciencia, desilusión, frustración, intolerancia.

En todo caso son como soldados que se fatigan de luchar, de vivir la tensión del combate, y desertan. Todos los creyentes activos debemos ver en ellos un alerta a nuestra propia tentación de deserción.

Pero también podría tratarse de mejores combatientes que pasaron a una lucha distinta: creer desde la increencia, sin apoyos dogmáticos, doctrinales, magisteriales. Un olimpo de hidalguía y nobleza, que no espera el placebo de la vida eterna.

Es una rebeldía, hermosa de contemplar, pero con grandes riesgos de afrontar una muerte casi suicida. Porque creer desde la increencia puede ganar más para la incredulidad que para la fe auténtica.

Quizás la llamada soberbia de los ángeles caídos es su buena fe en creer que podían actuar algo mejor con su rebeldía, para servicio de la gloria del verdadero Dios, y no como los demás que creían en la obediencia de la fe.

Cuánto influye en nuestra existencia la fe en un último estadio junto al Señor.?

Sólo así lo que Jesús ha vivido y testificado por nosotros tendrá significación.

Sólo así escaparemos al reproche sobre la alienación que nos acarrea creer en este fin, porque nos desconecta del curso de este mundo.

Si nuestra conducta es justa porque está animada por la esperanza del Señor, entonces contribuirá a un mundo mejor y mantendrá la fortaleza en las pruebas de la vida.

Salmo responsorial: 33



REFLEXIÓN

Cuando uno grita, el Señor lo escucha / y lo libra de sus angustias

No siempre es cuestión de gritar: pero la esperanza está en el clamor que sube al cielo, por parte de los sometidos a alguna forma de opresión, aun venida de propia mano.

El Señor está cerca de los atribulados, / salva a los abatidos.

El evangelio es buena noticia porque abre el compás de ésta cercanía de Dios.

Es Emmanuel porque se acerca a los pecadores oprimidos, no sólo a los justos.

La experiencia de la iniquidad, sin un fin previsible, en la que podemos –queriendo o no- ser cómplices, es la oportunidad salvífica para experimentar el mal del mundo, su pecado, y abrirnos a la sanación y perdón.

Se acerca a los que tienen verdadera necesidad, como el enfermo del médico.

Aunque el justo sufra muchos males, / de todos lo librará el Señor

En el giro ordinario de una historia particular el justo o el pío, vive librado de muchos males por la protección del Señor.

Eso no excluye las pruebas, que pueden sobrevenir, como oportunidades de amor y crecimiento en el Señor.

Ni se trata de una protección garantizada a prueba de fallo, hagamos lo que hagamos, porque nuestras malas decisiones son las que acarrean malas consecuencias con frecuencia.

Él cuida de todos sus huesos, / y ni uno solo se quebrará.

Mencionarlo en los evangelios muestra que Jesús llena el perfil de la Palabra y que su suerte está en manos del Señor que cuida de él.

Juan 7,1-2.10.25-30



REFLEXIÓN

En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo.

No estaba en el ánimo de Jesús dejarse atrapar en cualquier momento, sino cuando su Padre lo decidiera.

yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado

Jesús muestra que conoce, mientras quienes lo conocen, muestran desconocer al veraz.

Es una tomografía computarizada del conocimiento ignorante del mundo, frente al verdadero conocimiento que nos aporta la Palabra por fe.

Por eso los creyentes cuando se fían del conocimiento que viene del Espíritu, leen los acontecimientos con una visión contemplativa donada por el Espíritu Santo.

Esa lectura es todo un estilo de vida piadoso, pío en el sentido antes mencionado en la primera lectura.

Sus efectos son la esperanza, la serenidad, la paciencia, y sobre todo, el anhelo de la mayor gloria de Dios.

Cuando el ejercitante, con la gracia del Señor, ha profundizado en los ejercicios ignacianos, emerge con ese estilo de vida contemplativo del ágape, que acarrea la mirada iluminada de la historia corriente.

En lo sicológico nos podremos perturbar, pero por la fe vivenciamos un fondo de conocimiento del Misterio.

En Jesús de nazareth creemos obtener el acceso al Dios desconocido y desconcertante. No es más una divinidad ambivalente, entre amor y odio, sino todo amor, como una Padre único.

Una madre animaba a su hijo en agonía. Le afirmaba el amor de Dios, mayor que el de ella, quien lo había acompañado en todo el proceso de su enfermedad y lo animaba a entregarse confiado a ese amor. La propia madre era mensajera de un mejor amor que el suyo.

Si alguien sabe cómo amar a un hijo es la madre. Que ella salga voluntariamente del foco del protagonismo, para que la gloria del amor de Dios resplandezca, significa un testimonio relevante.

todavía no había llegado su hora.

Se mostraba unido al designio del Padre, de quien depende la hora postrera.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1639242470130176000?s=20

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Sabiduría 2,1a.12-22

Discursos del malvado acechando el justo cuya conducta recrimina la opresión al vulnerable:huérfano, viuda, anciano y se burla de los mandatos de la ley. El justo sufre en la esperanza de una próxima justicia y le recuerdo después que muera.

Salmo responsorial: 33

El temor del Señor está en el centro de una vida dichosa que no está exenta de conflictos en comunión con Dios que apoya a los dolientes y oprimidos

Juan 7,1-2.10.25-30

Jesús vive la inseguridad en Jerusalén, en la fiesta de los Tabernáculos, porque algunos hablan bien de él, pero otros no, y esperan que las autoridades le echen mano. Es central el conocer a Jesús desde el Padre, como él se conoce, y todos le deben conocer, más en profundidad que el conocer superficial.