lunes, 15 de enero de 2024

DOCTORES DE LA iGLESIA

MOSTRÓ HASTA EL FINAL DESAPEGO DE LAS PERTENENCIAS Y SOLIDADARIDAD

LUNES, II SEMANA

De la vida de san Antonio, escrita por san Atanasio, obispo
(Cap. 2-4: PG 26, 842-846) LA VOCACIÓN DE SAN ANTONIO
Cuando murieron sus padres, Antonio tenía unos dieciocho o veinte años, y quedó él solo con su única herma pequeñ aún, teniendo que encargarse de la casa y del cuidado de su hermana.

Habían transcurrido apenas seis meses de la muerte de sus padres, cuando un día en que se dirigía, según costumbre, a la iglesia, iba pensando en su interior cómo los apóstoles lo habían dejado todo para seguir al Salvador, y cómo, según narran los Hechos de los apóstoles, muchos vendían sus posesiones y ponían el precio de la venta a los pies de los apóstoles para que lo repartieran entre los pobres; pensaba también en la magnitud de la esperanza que para éstos estaba reservada en el cielo; imbuido de esos pensamientos, entró en la iglesia, y dio la casualidad de que en aquel momento estaban leyendo aquellas palabras del Señor en el Evangelio: Si quieres ser perfecto, ve a vender lo que tienes, dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme. Entonces Antonio, como si Dios le hubiese infundido el recuerdo de lo que habían hecho los santos y como si aquellas palabras hubiesen sido leídas especialmente para él, salió en seguida de la iglesia e hizo donación a los aldeanos de las posesiones heredadas de sus padres (tenía trescientas parcelas fértiles y muy hermosas), con el fin de evitar toda inquietud para sí y para su hermana. Vendió también todos sus bienes muebles, y repartió entre los pobres la considerable cantidad resultante de esta venta, reservando sólo una pequeña parte para su hermana. Habiendo vuelto a entrar en la iglesia, oyó aquellas palabras del Señor en el Evangelio: No os inquietéis por el día siguiente. Saliendo otra vez, dio a los necesitados incluso lo poco que se había reservado, ya que no soportaba que quedase en su poder ni la más mínima cantidad. Encomendó su hermana a una vírgenes que él sabía eran de confianza y cuidó de que recibiese una conveniente educación; en cuanto a él, a partir de entonces, libre ya de cuidados ajenos, emprendió en frente de su misma casa una vida de ascetismo y de intensa mortificación. Trabajaba con sus propias manos, ya que conocía aquella afirmación de la Escritura: Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma; lo que ganaba con su trabajo lo destinaba parte a su propio sustento, parte a los pobres. Oraba con mucha frecuencia, ya que había aprendido que es necesario retirarse para orar sin cesar; en efecto, ponía tanta atención en la lectura, que retenía todo lo que había leído, hasta tal punto que llegó un momento en que su memoria suplía los libros.
Todos los habitantes del lugar, y todos los hombres honrados, cuya compañía frecuentaba, al ver su conducta, lo llamaban amigo de Dios; y todos lo amaban como a un hijo o como a un hermano.

REFLEXIÓN

En nuestro tiempo se discutiría si el santo tenía derecho a disponer de los bienes que corresponderían a su hermana, porque ella también tendría derechos: mínimo a ser consultada y respetada. No nos convenceríamos que pudiéramos medir la necesidad de otros en base a la exigua nuestra. Quizás estaríamos más de acuerdo en que el santo viviera según lo que había pregonado y anunciado: en pobreza y mortificación. Sólo entonces nos inclinaríamos a tener en cuenta su estilo de vida como admirable y poco usual. Porque vivimos un momento en el que se han multiplicado las demandas por los derechos conculcados, entre ellos de las mujeres, también dueñas de su propio destino. Y vivimos en un momento de extremo individualismo, en el que aunque recibamos buenos ejemplos, somos indiferentes porque cada uno debe ser respetado en lo que hace y no criticar. Así usamos nuestro ethos actual para juzgar el ethos del pasado. Lo cual no parece ajustado a verdad. Pero queda la lección que toda la Iglesia siguiendo el Evangelio de Jesús de Nazareth está llamada a un seguimiento en conciencia, aunque sea contra cultura.

domingo, 14 de enero de 2024

PALABRA COMENTADA

Domingo 2 de tiempo ordinario

1Samuel 3,3b-10.19



REFLEXIÓN

Respondió Elí: "No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte."

La guía de alguien experimentado es insustituíble en el acompañamiento espiritual.

Por importante que sea la teoría, los conceptos, las ideas y las vivencias, se requiere alguien que haya hecho el camino para que asista el proceso de fe del hermano.

Es un modo de expresar que el conocimiento del Señor es sabiduría, sabor del espíritu, el cual se logra en el trato, la familiaridad, el uso y costumbre de una relación.

Como el amor de una pareja, como el afecto de una familia, como la unión de los amigos.

Salmo responsorial: 39



REFLEXIÓN

He proclamado tu salvación / ante la gran asamblea; / no he cerrado los labios; / Señor, tú lo sabes.

La sabiduría consistente requiere el testimonio. Es el signo del compromiso, de la alianza. La muestra sobre en qué lado se está.

1Corintios 6,13c-15a.17-20



REFLEXIÓN

El que se une al Señor es un espíritu con él

Esa sabiduría, sabor del Señor, es una unión de intereses. Estar con El, nos hace partidarios de Él y su reinado.

Pero el que fornica peca en su propio cuerpo

Pecar en el cuerpo: fornicar. Desviar el cuerpo de la experiencia y sabor del Señor.

Fornicar es un uso del sexo como fin en sí mismo. Tiene consecuencias devastadoras para la autoestima y dignidad propia de la persona. Nos degradamos al nivel de cosa placentera.

Fornicar no es amar sexuada y sexualmente. Es diferente y la calidad del uso del cuerpo es distinta.

Es algo positivo que nos ha enseñado la época actual, y los jóvenes saben vivirlo con mucha autenticidad. Muchos de ellos, cuando se quieren y tienen sentimientos mutuos de aceptación y dignificación, se entregan mediante el acto sexual, que sella y trata de significar esos sentimientos profundos. Eso no es el fornicar al que se refería Pablo.

Y podrá haber una cosa por otra? Podrá haber abuso? Por supuesto. No hay nada sobre la haz del la tierra que implique la libertad de la persona y no sea desafiada por el abuso. Por eso hay que discernir y moderar.

No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!

Pero la exigencia del Reino del Espíritu llega hasta limitar nuestra propiedad y decisión absoluta sobre el cuerpo.

En esto hay un choque frontal contra las apreciaciones actuales que proclaman que somos los dueños absolutos de nuestra existencia y por ende de nuestro cuerpo.

Es uno de los dogmas del feminismo a ultranza, cuando lo antepone como criterio para decidir sobre el aborto.

Juan 1,35-42



REFLEXIÓN

Entonces fueron, y vivieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde

El sabor y la familiaridad se fue haciendo con el trato personal.

Se trata de un en-amoramiento, cualitativa y diferente al deslumbramiento afectivo de los novios.

Se trata del impacto integral del Señor en nosotros, ayudados por un acompañante, como Juan, que ayudó a sus discípulos a entrar en la familiaridad de Jesús, quienes se fueron  a vivir con él.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1350776938474975233?s=20

https://x.com/motivaciondehoy/status/1746495896500515249?s=20

COMPARTIR LA PALABRA

1Samuel 3,3b-10.19 

Salmo responsorial: 39 

1Corintios 6,13c-15a.17-20 

Juan 1,35-42