lunes, 24 de junio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 Natividad de San Juan Bautista

Isaías 49,1-6



REFLEXIÓN

Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba 

Como expresión de cercanía la Palabra se refiere a la dedicación y amor por parte del Señor, que forma parte de los relatos y esquemas de redacción vocacionales, pero que no deja de asombrar por su calidad personalizada y el llamado a una misión. 

Se conservan los relatos de personajes relevantes en la historia de Salvación, pero puede ser apropiado y asimilado por los creyentes, porque se nos ofrece en la Palabra de hoy. 

Somos llamados por nuestro nombre e identidad desde el vientre, y de ahí la importancia de nuestra vida desde la concepción, y tenemos todos una misión desde Él y para Él: donde radica nuestra dignidad humana.

Todo ser humano es una vocación personal del Señor, porque ha sido llamado a la existencia.

Es el fundamento del derecho humano de la persona humana y del derecho natural de la creación-evolución.

Asistir y servir a clarificar la propia, individual y única vocación humana, en el contexto de la propia y peculiar idiosincracia y constelación de talentos y dones, eso trata de realizar un servicio apostólico apropiado. 

El servicio al reino de Dios es personalizado aunque no está reducido al individuo, sino que abarca éste y sus relaciones.

El énfasis colectivo y social de nuestros tiempos puede obedecer a muchas necesidades e insatisfacciones pendulares, pero se subraya una estrategia de opacidad y ocultamiento de la responsabilidad personal, en el anonimato de la masa militante y activista.

Es algo conveniente para un sistema de mercado que todo lo publicita, lo compra y lo vende.

En esa vocación irremplazable y única se da la llamada a ser una boca como espada y flecha, en una gama de posiciones.

La persona está llamada a ejercer su vocación personal en el diálogo honesto, vertical y horizontal, respetuoso, fraterno.

y me dijo: "Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso."

Una palabra de gratificación y reconocimiento que también encontramos en Pablo. 

Y en los evangelios: siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor.

"En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas"

Este pensamiento podría estar rondando a Juan Bautista cuando esperaba su ejecución en las mazmorras de Herodes. 

Quizás hasta sus discípulos, que lo veían en la galería de la muerte, sentirían algo parecido. 

Convenía entonces mandar a preguntarle a Jesús quién era él definitivamente, para clarificar si tanto esfuerzo había valido la pena.

Jesús lo confirmó en su esperanza del Mesías, quizá algo diferente a las expectativas, quizá no tan apocalíptico sino solidario, pero Mesías. Y Juan recobró el sentido de su vocación para él y sus seguidores.

Él lleva este proceso de gratificación y reconocimiento en sigilo absoluto para sorprendernos con la gloria. 

Algunas veces en el caminar esa gloria se deja intuir en las consolaciones.

tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza

Misteriosa o enigmáticamente, en la historia de salvación para algunos, la cruz y muerte ha significado un cambio en el curso ordinario de sus vidas, para la gloria de Dios y su reino.

Salmo responsorial: 138



REFLEXIÓN

Señor, tú me sondeas y me conoces; / me conoces cuando me siento o me levanto, / de lejos penetras mis pensamientos; / distingues mi camino y mi descanso, / todas mis sendas te son familiares

Si resulta un descanso incomparable sentirse comprendido hasta el último resquicio del ser, en nuestra unicidad, cuánto más la comprensión del Padre-Madre amoroso, que ha estado comunicado desde el inicio de nuestra existencia, para quien soy totalmente transparente.

No eres como nosotros que nos cansamos de oir lo que nos parece lo mismo de los demás sino que siempre nos escuchas aunque redundemos.

Conocías hasta el fondo de mi alma.

El Señor es la mirada del otro, que me deja ser yo mismo y no me inhibe ni me descalifica. Y abre en mí lo desconocido de mí.

Hechos 13,22-26



REFLEXIÓN

"Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias."

Con probabilidad Juan B tuvo una crisis de identidad en su vocación y misión. Pudo haber vivido su vocación con un protagonismo que lo llevaría a ser el centro de la historia. Y cuando estaba encarcelado se sintió decepcionado porque terminaba así su brillantez.

Pero supo recobrarse y aceptar su puesto en el desarrollo del Designio, y señalar a Jesús, un seguidor suyo como Mesías. Y canalizar a sus discípulos a tal reconocimiento.

En esa muerte de identidad y sentido, recobra desde las palabras de Jesús su verdadera vocación: la de precursor.

Nuestra historia personal con sus altibajos muestra cómo experimentamos la muerte de identidad y sentido cuando el nombre que nos da la cultura fluctúa entre la relevancia y el anonimato.

Habrá momentos que nos cuestionaremos sobre nuestra importancia y éxito.

Para el creyente es piedra fundamental saber que el Señor nos ha llamado y otorgado un nombre único para siempre, desde el cual impulsarnos para administrar el mundo.

Lucas 1,57-66.80



REFLEXIÓN

El pidió una tablilla y escribió: "Juan es su nombre."

El Señor se busca colaboradores que acepten misiones para su gloria, para su misterio, aunque no la entiendan y sufran en ello.

Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: "¿Qué va ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él

Es la pregunta que podemos hacer si nos vamos a la sala de neo-natos de cualquier hospital: qué va a ser este niño, esta niña?

Es la pregunta que se hacen las parejas que están en el trance de decisión sobre si tener hijos, ahora o cuándo. Las circunstancias del mundo parecen tan difíciles y complejas que quizás no invitan a procrear.

Es una pregunta que se puede hacer una joven embarazada accidental e involuntariamente, marcada para convertirse en madre soltera, en previsión de un horizonte futuro precario.

Para Isabel y Zacarías la respuesta estaba en el prodigio de su paternidad-maternidad tardía. Tal suceso tenía que representar un acompañamiento especial, una vocación y misión  de interés.

Si el sentido de la vocación personal única e irrepetible desde el Padre nos alentara a mirar con esperanza cualquier circunstancia del nacimiento de niños y niñas, quizás se afirmaria el aprecio del llamado que hace el Señor a toda criatura.

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motivaciondehoy

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Natividad de San Juan Bautista

Isaías 49,1-6

Salmo responsorial: 138

Hechos 13,22-26

Lucas 1,57-66.80

SAN CARLO ACUTIS

BEATO CARLO



 De los Sermones de san Agustín, obispo
(Sermón 293, 1-3: PL 38, 1327-1328)


LA VOZ DEL QUE CLAMA EN EL DESIERTO

La Iglesia celebra el nacimiento de Juan como algo sagrado, y él es el único de los santos cuyo nacimiento se festeja; celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo. Ello no deja de tener su significado, y, si nuestras explicaciones no alcanzaran a estar a la altura de misterio tan elevado, no hemos de perdonar esfuerzo para profundizarlo y sacar provecho de él.

Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una jovencita virgen. El futuro padre de Juan no cree el anuncio de su nacimiento y se queda mudo; la Virgen cree el del nacimiento de Cristo y lo concibe por la fe. Esto es, en resumen, lo que intentaremos penetrar y analizar; y, si el poco tiempo y las pocas facultades de que disponemos no nos permiten llegar hasta las profundidades de este misterio tan grande,
mejor os adoctrinará aquel que habla en vuestro interior, aun en ausencia nuestra, aquel que es el objeto de vuestros piadosos pensamientos, aquel que habéis recibido en vuestro corazón y del cual habéis sido hechos templo.

Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el antiguo y el nuevo. Así lo atestigua el mismo Señor, cuando dice: La ley y los profetas llegan hasta Juan. Por tanto, él es como la personificación de lo antiguo y el anuncio de lo nuevo. Porque personifica lo antiguo, nace de padres ancianos; porque personifica lo nuevo, es declarado profeta en el seno de su madre. Aún no ha nacido y, al venir la Virgen María, salta de gozo en las entrañas de su madre. Con ello queda ya señalada su misión, aun antes de nacer;
queda demostrado de quién es precursor, antes de que él lo vea. Estas cosas pertenecen al orden de lo divino y sobrepasan la capacidad de la humana pequeñez. Finalmente, nace, se le impone el nombre, queda expedita la lengua de su padre. Estos acontecimientos hay que entenderlos con toda la fuerza de su significado.

Zacarías calla y pierde el habla hasta que nace Juan, el precursor del Señor, y abre su boca. Este silencio de Zacarías significaba que, antes de la predicación de Cristo, el sentido de las profecías estaba en cierto modo latente, oculto, encerrado. Con el advenimiento de aquel a quien se referían estas profecías, todo se hace claro. El hecho de que en el nacimiento de Juan se abre la boca de Zacarías tiene el mismo significado que el rasgarse el velo al morir Cristo en la cruz. Si Juan se hubiera anunciado a sí mismo, la boca de Zacarías habría continuado muda. Si se desata su lengua es porque ha nacido aquel que es la voz; en efecto, cuando Juan cumplía ya su misión de anunciar al Señor, le dijeron: Dinos quién eres. Y él respondió: Yo soy la voz del que clama en el desierto. Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que existía ya al comienzo de las cosas. Juan era una voz pasajera, Cristo la Palabra eterna desde el principio.