domingo, 14 de julio de 2024

PALABRA COMENTADA

PALABRA COMENTADA

 

Domingo 15 de Tiempo Ordinario

Amós 7,12-15



REFLEXIÓN

El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo de Israel.

El profeta manifiesta una vocación a prueba de autoridades. No obstante rehusarse a identificarse con los profetas y funcionarios serviles al rey, como el sacerdote que le prohibe profetizar, Amós tiene la suficiente presencia de ánimo para enfrentarlo.

El llamado auténtico se manifiesta como una competencia que incluye la denuncia y el aguante de la persecución que se desencadena.

Pero en nuestro tiempo retar la autoridad es más común y algunos de los que se meten a profetas deben esperar para serlo, padecer las persecuciones del poder, sin corromperse por el soborno.

Salmo Responsorial: 84



REFLEXIÓN

 

El Señor nos dará lluvia, / y nuestra tierra dará su fruto. / La justicia marchará ante él, / la salvación seguirá sus pasos

Es el colmo de la dicha material del agricultor: lluvia y cosecha. Pero debe ir de la mano de la justicia, con lo cual se redondea en salvación.

Sin embargo la prosperidad frecuentemente nos embota para la justicia, y nos vamos despreocuando de los hermanos menos afortunados. Por eso la salvación se mantiene en estado de hipoteca: pendiente.

Efesios 1,3-14



REFLEXIÓN

 

Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor.

Se trata de nuestra vocación genérica y básica. Nuestro Principio y fundamento. Nuestro bautismo. Ser elegidos según el perfil de Jesús de Nazareth para, como él, santificarnos en la fraternidad.

para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya

También el Señor del designio en Jesús, sale ganando, se prestigia, se cubre de gloria. Porque como autor de todo en Jesús, al irse perfeccionando se afirma que Él tenía razón, que le asistía la verdad, que su bien ofrecido es el auténtico bien, 

Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados

Que todo sufrimiento vale la pena si acaba así.

Que el trabajo en la parcela del Señor es doloroso, como se le anunció al primer Adán caído.

Marcos 6,7-13



REFLEXIÓN

 

llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos

En Jesús, como nuestro Principio y fundamento, se nos ha llamado y enviado al Designio del Reino del Padre.

Los doce seleccionados implica aquellos con mayor grado de compromiso en esta vocación y misión. Institucionalmente se identifica a los religiosos y religiosas y eclesiásticos.

Sin embargo este tiempo en el que se redescubre al laico nos insiste en la vocación y misión de todos los bautizados.

Debiéramos ser como un pueblo en armas, pero dispuestos a la conquista no violenta de la fraternidad del reino.

pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto

Hemos de reconocer que en nuestra era consumista y de mercado es más costoso ser voluntariamente pobre para el laico que para el religioso, religiosa o eclesiástico, cuyas comunidades se ayudan a observar algo del voto de pobreza. Aunque hay excepciones.

Pero hay cada vez más laicos integrándose a la vida entre pobres, y también empobreciéndose por las crisis económicas.

El influjo del Espíritu de Jesús se muestra en la actitud de fe frente al despojo por el Reino que vamos haciendo y padeciendo. Despojo de cosas y bienes.

https://twitter.com/motivaciondehoy/status/1414175683845181440?s=20

motivaciondehoy


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Domingo 15 de Tiempo Ordinario

Amós 7,12-15

Salmo Responsorial: 84

Efesios 1,3-14

Marcos 6,7-13

DOCTORES DE LA IGLESIA

DOCTORES DE LA IGLESIA

 



De las homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los evangelios

(Homilía 17, 5.6.7.8: PL 76, 1140-1142)

Sobre el servicio de la predicación

No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a .saludar a nadie por el camino. El predicador ha de tener tanta confianza en Dios que, aunque no se provea de lo necesario para la presente vida, esté sin embargo segurísimo de que nada le ha de faltar, no ocurra que por tener la atención centrada en las cosas temporales, descuide de proveer a los demás las realidades eternas.

Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. La paz que se ofrece por boca del predicador, o descansa en la casa, si en ella hay gente de paz, o vuelve al mismo predicador; porque o bien habrá allí alguno predestinado a la vida y pondrá en práctica la palabra celestial que oye, o bien si nadie quisiere oír, el mismo predicador no quedará sin fruto, pues a él vuelve la paz, por cuanto el Señor le recompensará dándole la paga por el trabajo realizado.

Y ved cómo quien prohibió llevar ni alforja ni talega concede los necesarios medios de subsistencia a través de la misma predicación, pues agrega: Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. Si nuestra paz es aceptada, justo es que nos quedemos en la misma casa, comiendo y bebiendo de lo que tengan, y así recibamos una retribución terrena de aquellos a quienes ofrecemos los premios de la patria celestial. De este modo, la recompensa que se recibe en la presente vida debe estimularnos a tender con más entusiasmo a la

recompensa futura. Por lo cual, un predicador ya curtido no debe predicar para recibir la recompensa en esta tierra, sino que ha de recibir la recompensa para poder seguir predicando. Porque quien predica para recibir aquí la paga, en prestigio o en metálico, se priva indudablemente de la recompensa eterna. En cambio, quien predica buscando agradar a los hombres para atraerlos con sus palabras al amor del Señor, no al suyo propio, o bien percibe una retribución para no caer extenuado en el ministerio de la predicación a causa de su pobreza, éste ciertamente recibirá su recompensa en la patria celestial, porque durante su peregrinación sólo recibió lo estrictamente necesario.

Y ¿qué hacemos nosotros, oh pastores, que no sólo recibimos la recompensa, sino que para colmo no somos operarios? Recibimos, ya lo creo, los frutos de la santa Iglesia para nuestro cotidiano sustento, y sin embargo no nos empleamos a fondo en la predicación en beneficio de la Iglesia eterna. Pensemos cuál será la penalización subsiguiente al hecho de haber percibido un salario sin haber llenado la jornada laboral. Mirad: nosotros vivimos de las ofrendas de los fieles; y ¿qué hacemos por las almas de los fieles? Invertimos en gastos personales lo que los fieles ofrecieron para remisión de sus pecados, y sin embargo no nos afanamos, como sería justo, en luchar, con la dedicación a la plegaria o a la predicación, contra esos mismos pecados.